cuadro-contra.jpg

La escasez de productos nacionales regulados es tan notoria, que las mesas de revendedores se llenan de artículos de primera necesidad colombianos. Los clientes, a pesar de poder comprarlos en los supermercados convencionales, todavía optan por adquirirlos en los mercados populares, que, irónicamente ahora se caracterizan por sus altos precios.

 

En las adyacencias de la avenida La Limpia, un grupo de comerciantes instala una mesa exclusivamente para vender los artículos extranjeros. Noelia González, la administradora, viaja una vez a la semana al vecino país para comprar alimentos y productos de higiene personal en bodegas de Maicao. “Traigo dos bultos de cada cosa, poquito porque se necesita mucha inversión. Ya cuando hago el cambio de bolívares a pesos estoy perdiendo, pero uno lo hace porque no hay más nada que hacer”.

 

Paga 10 mil bolívares para viajar en un camión utilizado por otra tienda ubicada en Ciudad Lossada que se abastece de las importaciones permitidas por la Gobernación del estado Zulia. González explica que el vehículo ingresa al país con permisos. “En Colombia eso es contrabando, pero cuando llegamos a territorio venezolano ya se está seguro”.

 

González explica que existen diferentes vías por las que ingresan al país. Están la trocha de San Rafael, la 80, Caujarito, Monte Lara, entre otras. En el recorrido hasta Venezuela, un camión puede gastar hasta 350 mil bolívares en “los portones”. “Si abrieran la frontera, solo pagara puro impuesto, y eso le serviría mucho a La Guajira, que está pasando mucha necesidad”. 

 

Por cada caja o bulto que vende gana dos mil bolívares. “La gente viene a mi porque vendo a precio justo. Lo que gano, me lo gasto en comida, para más nada me alcanza”. Y es que un kilo de arroz lo vende por mil 500 bolívares, medio kilo de azúcar por Bs. 850, dos paquetes de 500 gramos de harina precocida de maíz blanco, por Bs. mil 400, 900 mililitros de aceite por Bs. dos mil y un paquete de 12 toallas sanitarias por Bs. mil 400.

 

En una mesa dentro del mercado Periférico de La Limpia, Teresa González, vendedora, cuenta con pocos productos colombianos entre los nacionales. “Que nosotros compramos a precio regulado es la mentira más grande del mundo”, asegura sobre los rubros venezolanos. A pesar de esto, prefiere vender los locales, puesto que solo gana entre 50 y 100 bolívares por cada artículo extranjero. “Depende de la escasez que tengan en el momento un producto que uno tiene que aprovechar”, dice González.

 

Samuel Aldana, cliente, se acostumbra a la idea: “No nos queda de otra. Aquí no hay soberanía alimentaria porque no cubrimos nuestro mercado. Yo prefiero comprar en el supermercado porque en los mercados populares sale mucho más caro, pero a veces en los supermercados no hay ni colombianos ni venezolanos”.

 

(La Verdad)

sustento-9.jpg