La gimnofobia evidencia un miedo general a la desnudez, ya sea ver a otras personas desnudas o ser vistos desnudos o incluso una combinación de ambas a la vez. No obstante, no se trata del pudor habitual que surge por esta causa en la sociedad. El temor irracional que experimentan los gimnofóbicos constituye una patología y supone una limitación. El problema les impide disfrutar de una vida sexual sana, pero también de actividades de la existencia cotidiana, como ir a la playa o al médico, en las que es necesaria cierta exposición corporal.   

Por influencia cultural del psicoanálisis, se tiende a pensar que esta fobia proviene de un trauma. Pero en realidad no suele ser así. La gimnofobia es causada por esquemas cognitivos erróneos –por ejemplo, por la excesiva tendencia a compararse con los demás– o emociones poco adaptativas, caso de la necesidad compulsiva de satisfacer las expectativas ajenas para sentirse querido. Esto lleva a una excesiva autocrítica que impide aceptar nuestro propio cuerpo. 

Lo cierto es que puede tener causas muy diferentes. Aquellos que han pasado por un trauma sexual, por ejemplo, tienen un mayor riesgo de padecer esta fobia, en parte porque se sienten especialmente vulnerables cuando están desnudos o experimentan la desnudez como un evento desencadenante de aquel trauma. De la misma forma, el miedo a la desnudez también puede ser provocado por haber sido criado en una cultura o religión conservadora que desapruebe la desnudez y la expresión sexual. Los niños y los adolescentes también pueden desarrollar este miedo si son acosados o avergonzados por alguna razón relacionada con sus cuerpos, por ejemplo, si se están desarrollando más o menos rápidamente que sus compañeros. 

En muchos casos, de hecho, este problema acaba derivando en trastornos dismórficos corporales en los que la persona se obsesiona con alguna parte de su anatomía y puede llegar a tergiversar completamente la realidad física. El miedo a la intimidad o a sentirse vulnerables es también desencadenante. Por último, tener cicatrices quirúrgicas u otras desfiguraciones puede causar una mayor vergüenza del cuerpo que puede convertirse fácilmente en gimnofobia. El tratamiento más eficaz es la psicoterapia. Una mezcla entre técnicas de relajación y desensibilización sistemática o acercamiento progresivo a los estímulos temidos. 

La gimnofobia puede ser incapacitante en muchos casos, pues algo tan simple como ir a comprar ropa a un centro comercial, puede convertirse en una tarea aplazable indefinidamente por el hecho de contar con vestidores comunes. En un entorno escolar, pueden llegar a saltarse la ducha después de hacer deporte o incluso pedir tener relaciones sexuales con total oscuridad, con las luces apagadas. 

Y es que el miedo al sexo o a la intimidad sexual se engloba dentro de una categoría más genérica llamada «genofobia» o «erotofobia». Es una condición que puede causar miedo o pánico intenso cuando se intenta la intimidad sexual. Para algunas personas, incluso pensar en ello puede causar estos sentimientos. 

Existen otras fobias relacionadas con la genofobia que pueden ocurrir al mismo tiempo, como la que citamos hoy: 

  • nosofobia: miedo a contraer una enfermedad o virus.
  • gimnofobia: miedo a la desnudez.
  • heterofobia: miedo al sexo opuesto.
  • coitofobia: miedo a las relaciones sexuales.
  • hafefobia: miedo a ser tocado y a tocar a otros. 
  • tocofobia: miedo al embarazo o al parto.

 

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