El Gobierno de Javier Milei y el Fondo Monetario Internacional han anunciado un nuevo acuerdo para que Argentina siga pagando su deuda de 44.000 millones de dólares con el organismo multilateral. En su primera visita al Gobierno del ultraderechista Milei, que terminó este miércoles tras casi una semana de reuniones, la misión del FMI ha llegado a un acuerdo técnico con el Gobierno para concederle un nuevo desembolso de 4.700 millones de dólares que deberá ser refrendado por su directorio y que dependerá de una “implementación continua y duradera” del ajuste fiscal anunciado por el nuevo Gobierno argentino a mediados de diciembre. El dinero no es un nuevo préstamo, sino que corresponde a los desembolsos que el Fondo tenía programados con Argentina entre diciembre del año pasado y el primer trimestre de 2024. El país usará el desembolso para pagar su propia deuda con el organismo.

El FMI ha celebrado en un comunicado que “el nuevo Gobierno ya está implementando un ambicioso plan de estabilización basado en una gran consolidación fiscal inicial, acciones para reconstruir sus reservas, corregir desajustes de precios relativos, fortalecer el balance del Banco Central y crear un sistema más simple, basado en reglas y orientado al mercado”. “Este no es un acuerdo nuevo”, ha dicho el ministro de Economía de Milei, Luis Caputo, en una conferencia de prensa este miércoles por la noche en Buenos Aires. “Se ha reflotado el acuerdo anterior, que estaba caído por el incumplimiento de las metas”, ha aclarado Caputo, que no ha cerrado la puerta a pedir más financiamiento al organismo multilateral. “Si se quisiera ir a un nuevo acuerdo y, eventualmente pedir nuevos fondos, el Fondo Monetario está abierto a esa posibilidad”, ha dicho el ministro.

El Gobierno argentino llevaba días avisando que el plan de pagos que el peronismo había firmado con el Fondo en enero de 2022 para cumplir con la deuda de 44.000 millones de dólares asumida por el Gobierno del conservador Mauricio Macri en 2018 estaba “virtualmente caído” por el incumplimiento de las metas de ajuste fiscal y acumulación de reservas. Aunque formalmente no lo estaba. Milei, que en campaña presumió de que su plan de recorte era “incluso más duro” que el que pedía el FMI, se mostró muy confiado de que no tendría problemas con el organismo.

El Fondo le acompañó: cuando el flamante Gobierno argentino anunció sus primeros aumentos de tarifas, la quita de subsidios a la energía y al transporte, y una devaluación del 50%, el organismo celebró las “fuertes acciones iniciales” para “mejorar significativamente las finanzas públicas de una manera que proteja a los más vulnerables de la sociedad y a fortalecer el régimen cambiario”. Este miércoles, antes de anunciar el nuevo acuerdo técnico, el Fondo publicó un comunicado alertando de que “la nueva Administración heredó una situación económica y social excepcionalmente desafiante, con desequilibrios macroeconómicos crecientes que reflejan principalmente políticas inconsistentes y expansivas, especialmente durante los últimos trimestres del año pasado”.

Este 28 de enero se cumplen dos años desde que el Gobierno peronista de Alberto Fernández y el FMI acordaran un nuevo plan de pagos del préstamo original de 2018. Con seis revisiones de ese plan entre enero de 2022 y julio de 2023, cuando el Gobierno peronista se reunió por última vez con el organismo internacional, el camino fue tortuoso. Con las reservas de divisas en rojos históricos, Argentina terminó pagando sus vencimientos con otros préstamos y con yuanes otorgados por China a cuenta de beneficios a futuro, el acuerdo de refinanciación abrió una guerra entre Fernández y el sector mayoritario del Gobierno, liderado por la vicepresidenta Cristina Kirchner, y el peronismo se despidió del FMI al filo de las primarias presidenciales del 13 de agosto.

El Fondo reconoció entonces que Argentina no había cumplido con sus objetivos de reducir el gasto público y acumular reservas por la sequía que hundió las exportaciones agropecuarias y por “desviaciones políticas” del Gobierno, pero acordó desembolsar entonces 7.500 millones de dólares que Argentina usaría para pagar su deuda, y terminó la última reunión con ese Gobierno con un calendario de pagos hasta fines de 2022 y la promesa de una nueva reunión para repasar objetivos en noviembre del año pasado. El ministro de Economía peronista, Sergio Massa, había logrado sacarse de encima al FMI mientras encaraba la campaña presidencial como candidato. Pero perdió ante Milei, y la revisión acordada para finales del año pasado quedó en el aire hasta esta semana.

La misión del Fondo llegó a Argentina el viernes pasado para inaugurar la era Milei, y las reuniones con los nuevos funcionarios argentinos se mantuvieron en total hermetismo. Los representantes del FMI se reunieron el pasado viernes con los equipos técnicos de los ministerios y este lunes con el ministro de Economía, Luis Caputo, y con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse. La agenda no estaba predefinida, según señaló el Gobierno, y la posibilidad de reclamar fondos frescos había sido descartada por el titular del Palacio de Hacienda.

El Fondo espera que Argentina logre terminar este año con 10.000 millones de dólares de reservas netas y con superávit fiscal. Durante el anuncio del Gobierno, el ministro Caputo ha encomendado los objetivos al tema que estas semanas acapara los focos de la política argentina: su proyecto de ley de reforma del Estado, que se empezó a discutir este martes en el Congreso, y el decreto de necesidad y urgencia con 300 reformas que incluyen la privatización de empresas públicas, la flexibilización del mercado laboral y la desregulación de los seguros de salud. “El presidente está yendo por el camino correcto y ha tenido un enorme coraje para hacer medidas de shock dada la urgencia y necesidad de cambio. Está claro que la sociedad acompaña esto. La pregunta es si los políticos van a estar a la altura de las circunstancias”, ha dicho Caputo sobre los legisladores que deberán votar las medidas en el Congreso. “En la medida que la ley no pase, las medidas van a ser más duras”, ha advertido.

Con Milei se abre una nueva etapa en las relaciones de Argentina con el Fondo, una más ortodoxa y promercado. La sintonía de Milei con el FMI refuerza el alineamiento del ultraderechista con Estados Unidos. Una postura que para Milei supone también el alejamiento de países que considera “comunistas”, como Brasil o China, sus dos principales socios comerciales. El ultraderechista acaba de renunciar formalmente a que el país integre los BRICS, la alianza económica integrada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica a la que Argentina accedió en agosto. La decisión redujo las opciones de financiación que tiene el Gobierno argentino, que se ha abrazado a que su plan de ajuste económico sea lo suficientemente efectivo como para depender solamente del Fondo.

(elpais.com)


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