Por la sobreexplotación del agua subterránea y el cambio climático, los expertos pronostican que en 2030 el mundo será testigo de la primera ciudad moderna en quedarse sin agua.
Se trata de Kabul, la capital de Afganistán, cuya población depende mayoritariamente de la extracción de agua subterránea que se repone con la nieve y el deshielo de los glaciares cercanos a las montañas Hindu Kush.
Sin embargo, organizaciones como Mercy Corps advierten que en los últimos años ya casi no cae nieve, sino lluvia, lo que complica la recolección de agua, ya que la infraestructura de la ciudad no está pensada para captar las precipitaciones.
«Esto está afectando una ciudad que tiene menos infraestructura para controlar las inundaciones repentinas. La nieve nos ayudaba, pero ahora tenemos menos, y eso nos perjudica en términos de recarga de aguas subterráneas», explicó el investigador en gestión de recursos hídricos e integrante de la Red Afgana de Profesionales del Agua y Medio Ambiente, Najibullah Sadid.
En este contexto, las familias dependen totalmente de privados para abastecerse de agua, destinando hasta el 30% de sus ingresos para conseguir un par de cubetas. Quienes no disponen de los recursos, deben caminar largas distancias a los pozos de las mezquitas para tener algo de este líquido.
«Las horas que los niños deberían pasar en la escuela, ahora las dedican básicamente a buscar agua para sus familias. Estas estrategias de afrontamiento nocivas profundizan aún más el ciclo de pobreza y vulnerabilidad de las mujeres y niños», declaró la directora de programas de Mercy Corps en Afganistán, Marianna Von Zahn, a CNN.
Otro de los fenómenos que agravan la crisis es el aumento de la población, la mala gestión de los recursos y la sobreexplotación que ha llevado a que los niveles de agua desciendan 30 metros en la última década.
Parte de este incremento poblacional se debe a la llegada de las tropas estadounidenses en 2001, estiman especialistas. El Ejército norteamericano abandonó Afganistán en 2021 provocando una crisis social y económica.
Según Mercy Corps, Kabul extrae cerca de 44 millones de metros cúbicos de agua subterránea al año, lo que supera por mucho la cantidad de líquido que pueden captar.
Algunas familias apuestan por cavar sus propios pozos. No obstante, esto requiere cerca de una inversión de 550 dólares y no garantiza contar con agua potable, ya que se estima que el 80% del agua subterránea está contaminada.
«A menudo nos enfermamos debido al agua contaminada, ya sea por beberla en casa de otra persona, en un restaurante o incluso por cepillarnos los dientes con agua del pozo», declaró Sayed Hamed a CNN.
Si las tendencias continúan, organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estiman que Kabul podría quedarse sin agua en 2030.
(noticiaslatam.lat)
