Sabido es que el sexo comienza en el cerebro, pero es menos conocido que las zonas del cerebro destinadas a la actividad sexual son mayores en el cerebro masculino. ¿Esto significa que hombres y mujeres están destinados a disfrutar de diferente manera el sexo? La respuesta es no.

 

El caso es que para poder tener una experiencia sexual completa es necesaria la labor conjunta y simultánea de casi todas las partes del cerebro, se sea hombre o mujer. «Se emplea el lóbulo occipital cuando se ve un vestido muy escotado o una camiseta que marca los bíceps. Si posas allí tus manos llegan señales de lo que sientes hasta el lóbulo parietal en el hemisferio opuesto», advierte la neurocientífica noruega Kaja Nordengen.

 

El reconocimiento de lo que te parece atractivo se produce, sin embargo, en el lóbulo frontal, con la colaboración del sistema límbico. «Con la ayuda del lóbulo frontal, el foco de tu atención se concentra en lo que te atrae y prestas mucha menos atención al resto de las cosas que tienes alrededor. Además, la activación de diferentes regiones de la corteza cerebral también son completamente decisivos todos los cambios hormonales, que también son controlados por el cerebro», añade.

 

La neuróloga del Akershus University Hospital de Oslo, donde se doctoró en 2014, señala también que si bien para una experiencia sexual completa es importante el trabajo conjunto de muchas regiones distintas del cerebro, basta, de hecho, con la estimulación de la corteza en la hendidura entre los hemisferios para producir la erección en los primates.

 

«Un orgasmo se produce, sin embargo, con la activación de casi la totalidad del cerebro, a excepción del lóbulo frontal y la amígdala. La desactivación del lóbulo frontal es comprensible, ya que esto permite dejar de pensar. La desactivación de la amígdala, que por lo demás suele estar implicada en emociones primitivas, sin embargo no se comprende del todo», advierte en «Tu súper cerebro» (Planeta).

 

Se cree, según explica, que es esta desactivación la que puede llevar a la hipersexualidad y al comportamiento sexual indiscriminado que aparece con ciertos daños cerebrales. De hecho, llama la atención sobre el hecho de que algunos daños cerebrales pueden provocar un incremento del placer sexual, pero también pueden llevar a buscar mantener relaciones sexuales con objetos inusuales o parejas de otras especies.

 

«Con un daño en el lado interno del lóbulo temporal, donde tenemos tanto el hipocampo (importante para la memoria) como la amígdala, se puede padecer el síndrome de Klüver-Bucy, personas con grandes trastornos de memoria que no logran almacenar sus recuerdos, y que carecen de la capacidad de sentir miedo y enojo, aunque su sexualidad permanece intacta», remarca Nordengen.

 

Por otro lado, reconoce que no solo poseemos señales que encienden el placer sexual, sino también señales que contribuyen a frenarlo. «Las regiones que te ayudan a guardar las formas, aun estando cerca de grandes escotes y bíceps muy marcados, no solo incluyen el lóbulo temporal. Entre estas también está la corteza cerebral, que se halla entre los hemisferios y la corteza prefrontal. La dulce y anciana abuelita que antes solo se ocupaba de su huerta, pero ahora pellizca a los enfermos, puede tener dañada una de estas regiones, por lo general con demencia frontotemporal», subraya la neuróloga noruega.

 

Por otro lado, la experta indica que con la ayuda de imágenes computarizadas del cerebro se ha visto que, cuando una persona ama a otra, todo el cerebro se enciende. «Lo común en todas las zonas que se activan es que son ricas en dopamina, la sustancia de la recompensa», añade.

 

(Infosalus.com)