Intereses electorales de algunos factores políticos se impusieron por sobre las medidas de protección de la población frente a la pandemia del COVID-19 por lo menos en dos países en la última semana.

 

Las experiencias de Francia y República Dominicana el pasado domingo 15 de marzo mostraron que la “oportunidad” de realizar las elecciones municipales en ambos países, justo cuando la pandemia aceleraba su pico ascendente, fue más importante que la responsabilidad de salvaguardar la vida de su población.

 

La Francia en Guerra

 

Lo que sucedió con las elecciones municipales francesas hace una semana expresó la manipulación de las decisiones sanitarias. Y es que las cosas no estaban fáciles para el presidente Emmanuel Macron, cuya gestión económica ha sido rechazada por las fuerzas populares, quienes protestan desde hace más de un año. Las encuestas previas al proceso electoral no le daban ventaja a sus principales candidatos, algunos de los cuales son altos miembros de su gabinete, incluyendo al primer ministro.

 

En días previos a las elecciones, factores de opinión especularon con una suspensión del proceso. En un cálculo electoral arriesgado, Macron continuó adelante al considerar que la jornada “no suponía un riesgo suplementario” en medio de la epidemia, pese a que implicaba la movilización de casi 48 millones de franceses, dirigiéndose y aglomerándose alrededor de unas 70.000 mesas de votación.

 

Seguramente urgido por la gravedad de la epidemia, el sábado 14 de marzo, a horas de realizarse las elecciones, Macron decretó una serie de medidas para contener el virus que ya hacía estragos en el país galo. Así, el domingo se inició con el proceso de votación y una cuarentena parcial, tras el cierre de todos los comercios no imprescindibles y de los lugares públicos. Semejante contradicción tuvo sus consecuencias en la arriesgada jugada del mandatario: Cerca de 60% del electorado no concurrió a la jornada, una abstención no vista en el país, y los candidatos del presidente habían perdido en casi todas las grandes ciudades.  Al cierre de ese día, las personas positivas al contagio por el COVID-19 sumaban 5.400, 120 de los cuales ya habían perdido la vida como consecuencia del virus.

 

Dos días después, Macron suspendió la segunda vuelta electoral que se realizaría este domingo 22. “Francia está en una guerra de salud contra un enemigo invisible”, alegó. El sábado 21 en la noche -de acuerdo con la universidad estadounidense Johns Hopkins que lleva un registro en tiempo real de la pandemia- en seis días, los casos de personas contagiadas en Francia aumentaron en 165%. 562 han muerto.

 

República Dominicana “salva” su democracia

 

Podría decirse que el caso de República Dominicana es de terquedad. A la jornada del domingo 15 de marzo, los dominicanos llegaron luego de las fallidas elecciones del 16 de febrero, cuando un fallo técnico en el sistema automatizado de votación, a horas de haberse iniciado el proceso, obligó a su suspensión. A pesar de las protestas en las que se pidió la renuncia de las autoridades electorales, éstas continuaron en la organización de unos nuevos comicios, ésta vez manuales. La presión era obvia. Las elecciones municipales son la antesala de la elección presidencial prevista para mayo por lo que ellas marcarán en qué lugar de la contienda arranca cada candidato.

 

Pero acercándose la fecha, el COVID-19 empezaba a hacerse presente en la isla. Desde el primer caso confirmado, el primero de marzo, el gobierno de Danilo Medina había suspendido los vuelos procedentes de varios países en los que se centraba el foco de la pandemia e instaurado la cuarentena preventiva a todos los viajeros que ingresaran de terceras naciones. El 13 de marzo, la representante de la República Dominicana ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que como los casos registrados en el país correspondían a personas extranjeras, la ciudadanía podía ir a votar “sin temor al contagio”. Incluso, las autoridades electorales habían adoptado algunas medidas como agilizar la movilización dentro de los centros de votación para evitar las aglomeraciones y priorizar a las personas que por su condición física así lo requiriesen. Así que la jornada del domingo 15 debía ser relajada en relación con las medidas.

 

El caso es que contrario a lo esperado, las dominicanas y los dominicanos prefirieron protegerse en casa, con lo que la abstención fue calculada entre 54% y 60%, según variadas cifras de algunos medios de ese país, mucho más de 20 puntos porcentuales más de lo registrado en el año 2014 cuando se realizaron las anteriores elecciones municipales. Ese domingo, cuando estaban llamados a movilizarse 7,4 millones de electores y electoras alrededor de más de 16.000 centros de votación, el país ya tenía 11 personas confirmadas, más de un registro por día desde que fuera reportada la primera persona positiva en la isla. “La democracia dominicana ha sido salvada”, dijo en la noche el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Julio Castaños, cuya renuncia había sido solicitada insistentemente en medio de las protestas que se sucedieron después de la fallida elección de febrero.

 

Dos días después, el presidente Medina anunció el estado de emergencia, que implicó la suspensión de las actividades comerciales, el cierre de las fronteras y la prohibición de los actos proselitistas previstos con ocasión de la elección presidencial del 17 de mayo. El miércoles 18, Castaños dijo esperar que la elección no se postergara. “No hay ningún peligro pero esperamos que circunstancias de este virus lo permitan”, dijo. Ya no había apuro.

 

Hasta este sábado 21, el contagio por COVID-19 ha aumentado 10 veces en relación con el primero de marzo. Tres personas han dejado la vida en ese período.

 

(LaIguana.TV / Taynem Hernández)