Brasil, quinto país más extenso del mundo y el más grande de América del Sur, desde el pasado 26 de febrero, cuando se registró el primer caso en el estado de Saõ Paulo, acumula más de 275.000 infectados y más de 18.000 fallecidos a causa del Covid-19, lo que lo convierte en el epicentro de la enfermedad en la región. 

 

Este incremento sostenido y descontrolado de casos, que en opinión de expertos harán que en las próximas semanas desplace a Estados Unidos como epicentro mundial de la infección, está directamente relacionado con la actitud del gobierno de Jair Bolsonaro, que ya empieza a generar alarma y malestar entre sus múltiples vecinos, sostiene un reportaje publicado hoy por la agencia de noticias EFE.

 

Una de las razones por las cuales la infección se está expandiendo rápidamente en el país vecino, es la cantidad de personas que lo habitan –aproximadamente unos 210 millones–, pero mucho más determinante ha sido, en criterio de José Beyardi, experto uruguayo consultado por la agencia para su trabajo, la actitud «irresponsable» de Bolsonaro frente a la pandemia, «una respuesta sin rigor científico que ha restado importancia al Covid-19»,  que ha complicado lo que de por sí ya es un desafío para cualquier gobierno y sistema sanitario. 

 

El gigante suramericano comparte fronteras con Guayana Francesa, Surinam, Guyana, Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Dicho de otro modo: con todos los países de Suramérica menos Chile y Ecuador. 

 

Si bien es cierto que no todas las cancillerías han expresado su descontento, lo que sí parece estar claramente establecido es que en la región se ha instalado un  estado de alerta generalizado, sustentado en la ausencia de políticas coherentes por parte de Bolsonaro y su equipo de gobierno, por lo que Brasil comienza a ser visto como una fuente segura de contagios para las muchas otras naciones colindantes, algunas de ellas muy afectadas por la pandemia, como es el caso de Perú. 

 

En ese sentido, el político y escritor paraguayo Carlos Mateo Balmelli declaró a la agencia que Brasil «es un vecino incómodo, pero sobre todo por la actitud de Bolsonaro. Nosotros en Paraguay cerramos muy pronto las fronteras y fue una medida acertada».

 

Acaso las alianzas con Bolsonaro con Bogotá y Lima han frenado las declaraciones oficiales, pero de acuerdo con el reportaje de EFE, desde ambas naciones existe una preocupación que se traduce en un reforzamiento de la presencia militar en las amplias fronteras comunes. 

 

En la otra punta están países como Argentina o Venezuela, que han criticado abiertamente la conducta de Bolsonaro frente a la pandemia y han implementado acciones unilaterales orientadas a frenar el tránsito de personas en las porosas líneas fronterizas que comparten y con ello, impedir la propagación del SARS-CoV-2. 

 

En ese orden de ideas, vale la pena recordar que las autoridades de Venezuela, país donde se han contabilizado 749 casos de Covid-19 y 10 decesos, inmediatamente al inicio de la pandemia le solicitaron a Brasilia el establecimiento de un plan de acción conjunto para controlar los límites. La respuesta de Bolsonaro fue cerrar unilateralmente los pasos comunes, ordenando el desplazamiento de tropas militares al fronterizo estado de Roraima, según él, debido a la «incapacidad» de Caracas para hacer frente a la pandemia. 

 

A poco más de dos meses de aquella declaratoria, Venezuela cuenta por cada millón de habitantes con 26 casos y 0,4 óbitos , frente a los 1.297 casos y 85 decesos por millón de habitantes en el vecino país. 

 

No obstante, el número de infecciones en Venezuela está creciendo y ello está directamente relacionado con la vuelta de connacionales desde países vecinos, luego de que el Gobierno Bolivariano decidiera reabrir sus fronteras para repatriarlos, producto de las múltiples solicitudes de vuelos humanitarios que ha recibido la cancillería venezolana durante las últimas semanas. 

 

Hasta el momento, vuelos de Conviasa han rescatado a venezolanos varados en Estados Unidos, México, República Dominicana, Perú y Chile. Pero no solo. 

 

Muchos de los migrantes venezolanos en Colombia y Brasil, producto de las precariedades que les impuso la pandemia, y al propio temor a infectarse y no recibir asistencia médica oportuna y adecuada, emprendieron el camino de regreso a pie

 

Según cifras oficiales, durante el último mes han vuelto aproximadamente 48.000 compatriotas, mas pese a las rigurosas medidas sanitarias de protección implementadas –cuarentena obligatoria, pruebas PCR al ingresar al país, monitoreo permanente y pruebas PCR antes de ser conducidos a sus estados de residencia–, la cantidad de afectados se ha incrementado sensiblemente, especialmente durante la última semana.  

 

A título ilustrativo, este martes 19 de mayo, el Ejecutivo Nacional comunicó que durante las últimas 24 horas se habían identificado 131 personas afectadas por la Covid-19, de las cuales 110 –casi el 84%– se correspondieron con personas que ingresaron por pasos fronterizos. Es decir, que están arribando al territorio venezolano ya enfermos y algunos a través de pasos fronterizos irregulares, lejos de los controles. 

 

Por tal razón, las autoridades decretaron un toque de queda entre las cuatro de la tarde y las diez de la mañana, en los municipios La Guajira y Jesús María Semprún, estado Zulia y en el municipio Gran Sabana del estado Bolívar. 

 

Esto se suma al toque de queda vigente en el municipio Páez (Apure) vigente desde el 18 de mayo y en dos municipios tachirenses desde el pasado 6 de abril. 

 

De acuerdo con lo expresado ayer por el ministro de Información y Comunicación, Jorge Rodríguez, el toque de queda se decretó para garantizar que «todos los venezolanos que ingresen desde estos países altamente riesgosos, deberán cumplir los 14 días de cuarentena en los PASI sin ser trasladados a sus estados destinos y gozarán de atención integral».

 

(LaIguana.TV)

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