Wall Street Journal, en una publicación del pasado viernes firmada por el jefe para América latina, Juan Forero, establece categóricamente que Leopoldo López, el ‘gurú’ de la oposición radical venezolana, se reunió con varios grupos de mercenarios para invadir Venezuela y derrocar al presidente Maduro. El periodista sostiene que López fue un «actor clave» en el diseño de la fracasada operación Gedeón, llevada a cabo a comienzos de mayo, en la que mercenarios exmilitares venezolanos, junto con dos norteamericanos pertenecientes a la contratista militar estadounidense Silvercorp, intentaron realizar un ingreso armado al país.

El político, asilado en la Embajada de España en Caracas, ha negado todo lo dicho por el medio estadounidense.

Parece que en muchos medios de comunicación y actores comienza a haber un entendimiento, a los golpes, de que la salida violenta, en los términos que ha planteado públicamente Leopoldo López y su partido, es errada, pero, además, que su análisis e información, difundidos para convencer a la comunidad internacional de dicha salida, es falso.

El ‘niño mimado’ de Washington no era aquel joven estudiante de teología de Harvard, sino un fracasado foquista de la extrema derecha.

La revelación de WSJ tiene celaje de escándalo, no porque se descubra al mundo la mentalidad violenta de López, sino porque se muestra que el ‘niño mimado’ de Washington no era aquel joven estudiante de teología de Harvard, sino un fracasado foquista de la extrema derecha. Esta develación ocurre, lamentablemente, mucho después que EE.UU. diera luz verde para impulsar golpes militares, como en el que estuvo implicado públicamente el 30 de abril de 2019, o el llamado a violencia de calle en 2014 y 2017, que dejó decenas de muertos, o la mencionada operación Gedeón, llamada la ‘Bahía de Cochinos’ venezolana, en comparación a la fracasada experiencia anticastrista del lobby cubano de Miami.

Aunque los demócratas norteamericanos puedan estar resentidos por haber aceptado el liderazgo de Leopoldo que les terminó imponiendo Trump, es a los republicanos a los que apena más sus fracasos recurrentes y hasta ridículos.

Y ambos sectores deben recordar que debido a la influencia de este sector de derecha liderado por López en EE.UU., Washington dejó pasar la mejor oportunidad que tuvo en 2018 para sacar a Maduro en unas presidenciales en las que el árbitro venía de anunciar una victoria aplastante de la oposición en las parlamentarias de 2015. Haberse declarado abstencionista y dejar al presidente Maduro solo en la carrera electoral fue una estrategia que ha dejado atornillado a este en la silla presidencial y, además, fragmentó a la oposición, que se ha quedado sin salidas.

¿Quién es Leopoldo López?

El calificativo que da el WSJ a López de ‘guru’ no es casual. Tampoco el de ‘mentor’. A diferencia de cómo veía el establishment político mundial a Chávez, a López lo tenía como un empresario blanco, líder potable, que no era común en la política venezolana, puesto que las familias de la élite, todas con un tronco europeo, preferían no participar en la atribulada política venezolana que siempre ganaban los sectores populares. En Venezuela nunca cuajó una derecha en los términos tradicionales y los partidos socialdemócratas con discursos igualitarios coparon la escena. López, en cambio, era un líder de aspecto ‘civilizador’, pero al mismo tiempo dispuesto a usar la violencia para arrasar al chavismo.

Gurú es un maestro o director espiritual, quien guía los pasos. Y eso fue lo que hizo López con EE.UU. y Europa en su política hacia Venezuela.

Hay un refrán que reza: «Nadie es profeta en su tierra». Claro, ganó con éxito en 2000 y 2004 la alcaldía del municipio más rico de Venezuela, Chacao, que no supera los 100.000 electores y que se hizo famosa por la exreina universal de belleza Irene Sáez, quien la gobernó por primera vez. Después de dividir al partido Primero Justicia (2006) y renunciar a Un Nuevo Tiempo (2009), fundó su propio partido, Voluntad Popular (VP). En 2012 se retiró de las primarias opositoras al no tener oportunidad de éxito y se unió a la candidatura de Capriles Radonski. VP en la actualidad tiene 14 de los 167 diputados del Parlamento.

Algunos de sus diputados ganadores, como Juan Guaidó, del pequeño estado Vargas, llegó de segundo en la lista con cifras realmente moderadas: hablamos entonces de un partido modesto.

¿A qué se debe tanta influencia en los políticos internacionales?

Leopoldo López, perteneciente a una de las familias más ricas y de mayor raigambre en el país, prefirió aislarse de la oposición y fundar su propio movimiento, mucho más radical. Voluntad Popular puede compararse al Vox español, pero no tanto por el discurso anti-izquierdista, que sabe disfrazar bien en un país igualitarista, sino por su accionar antidemocrático, que va desde el golpe contra Chávez en 2002 hasta la operación Gedeón: 18 años de planes violentos fracasados.

Se trata de familias históricamente ricas, todas provenientes de Europa, quienes no han podido tomar el poder político por la vía democrática porque han sido electoralmente rechazadas por los sectores populares mayoritarios

En torno a López y a María Corina Machado, hija de otra de las familias llamadas «amos del valle» debido a su poderío económico, se han afiliado los sectores más extremos que desean una intervención extranjera, especialmente los migrantes venezolanos que se encuentran en Miami y Europa. Estos exigen expresamente el aniquilamiento no solo del chavismo, sino también de sectores opositores, como el del excandidato Capriles y el partido Acción Democrática, que no han tomado posturas tan radicales como ellos, pero que sí han demostrado fuerza electoral.

Hablamos de sectores eminentemente «mantuanos» o «sifrinos», como se dice en Venezuela a las familias históricamente ricas, todas provenientes de Europa quienes, a diferencia de las clases altas de otros países como Colombia, no han podido tomar el poder político por la vía democrática porque han sido electoralmente rechazadas por los sectores populares mayoritarios.

El mantuanismo no ha podido vencer al chavismo por ninguna vía en estos años de dura lucha política y, por eso, para recuperar su estatus perdido de élite, en las instituciones y en las fuerzas armadas, requiere no solo una salida militar, sino expresamente una salida extranjera. Derrotar electoralmente al chavismo no parece ser suficiente para tener nuevamente el control del país.

¿Será por eso que torpedeó las presidenciales de 2018 donde la oposición lucía inderrotable?

Efecto Leopoldo

Es posible que Leopoldo nunca haya sido gurú en Venezuela, pero al parecer en EE.UU sí lo fue. Su llamado a la política violenta y a salirse del carril electoral provocaron una lluvia de sanciones, embargos y persecución que supuestamente iban dirigidos a funcionarios venezolanos, pero han terminado impactando de manera atroz en los más pobres de Venezuela. Incluyendo episodios violentos y llamamientos a guerra civil e invasiones.

Desde su asilo en la Embajada de España en Caracas, no ha renegado de su pasado insurrecto.

Sin quitar mérito a la importante responsabilidad del presidente Maduro en la crisis venezolana, hay un daño público y notorio del que se ufanan sus impulsores, desde Bolton, Pence y Abrams hasta Iván Simonovis, Carlos Veccio y José Ignacio Hernández, funcionarios del gabinete de Guaidó y del círculo cercano de López, que operan desde EE.UU. y asumen públicamente las acciones militares y económicas que han causado estragos profundos en la economía y la sociedad venezolana.

Y todo esto, bajo el desconocimiento de la salida electoral o política que tuvo su clímax en el llamado a la abstención de las presidenciales de 2018. En ese momento, la oposición venía de las parlamentarias de 2015, de una contundente victoria imponiéndose con 56 % (7.728.025 votos). De 167 escaños, la oposición consiguió 112 en 2015 y el chavismo 55. La primera barrida en 15 años de profunda diatriba. Todo ello con el mismo «ventajismo oficial» que denuncia la oposición actualmente.

Leopoldo, apoyado por los halcones en el poder, prefirió inventar un golpe de estado sin militares el 30 de abril del pasado año, una invasión con un puñado de mercenarios y proclamar su propio presidente (Guaidó), aunque no tuviera ningún soporte

Puede que sea muy tarde para políticos y periodistas extranjeros darse cuenta que, como dicen los analistas venezolanos más citados en los medios anglosajones (Luis Vicente León, Gil Yepes, John Magdaleno y Michael Penfold), era imposible para el oficialismo ganar esa elección y que, en todo caso, la oposición debía forzar un desconocimiento de los resultados por parte de Maduro. Sin embargo, prefirieron no asistir a la cita electoral y dejarlo solo.

Ya hace meses, el embajador de Guaidó en Colombia, Humberto Calderon Berti, un experimentado político, renunció a su cargo y culpó a Leopoldo López de las desgracias de la oposición venezolana.

EE.UU. prefirió impulsar el abstencionismo y calificar de entreguista y colaboracionista a toda la oposición que se planteara la posibilidad de forzar una salida electoral. Incluyendo a su antiguo compañero, Henrique Capriles. Leopoldo, apoyado por los halcones en el poder, prefirió inventar un golpe de estado sin militares el 30 de abril del pasado año, una invasión con un puñado de mercenarios y proclamar su propio presidente (Guaidó), aunque no tuviera ningún soporte.

Para verificar esto solo hay que escuchar los discursos de los altos funcionarios estadounidenses. Desde Abrams, comisionado de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela, que asumió la coordinación telefónica del golpe del 30 de abril, cuando liberaron a Leopoldo, hasta el propio presidente Trump, que ha repetido en varias oportunidades la posibilidad de una invasión militar.

Todo ese impulso otorgado a un político que solo ha ganado en un pequeño y rico municipio y que prefirió retirarse en las internas de su propia oposición.

Cuando en 2014, tras algunas jornadas de manifestaciones estudiantiles y jóvenes de urbanizaciones de la clase media y alta, estos secundaron el llamado de Leopoldo López de hacer violencia de calle, la convocatoria se circunscribió a pocos y pequeños espacios locales, pero el mainstream artístico mundial se sintió atraído y aplaudió esta pequeña insurrección. Jared Leto, Kevin Spacey, Rihanna, Cher y decenas de artistas aplaudieron y saludaron «la salida», como denominó López a su insurrección.

Ante la extraña reacción artística se pudo conocer que este sector de derecha radical, que lidera Leopoldo junto a María Corina Machado, tenía ingentes recursos y aliados en el exterior.

Los sectores políticos de la oposición, que tienen poder en las regiones y en el territorio, saben que la salida violenta y de tabla rasa que plantea Leopoldo es inviable en Venezuela. Seguir por ese camino solo favorece a Maduro.

¿Seguirá el establishment mundial guiado por tan fallido mentor?

 

 

(RT / Ociel López)