Los nombramientos de Joe Biden hacen esperar guerras fuera de las fronteras de Estados Unidos. Su experiencia como vicepresidente de Obama (quien mantuvo al país en acciones bélicas durante los ocho años de su mandato) y el currículum de los funcionarios que se dispone a designar, inducen a pensar que los demócratas vuelven al gobierno con el plan de lanzar guerras imperialistas, como normalmente lo han venido haciendo.

En su análisis de los últimos acontecimientos en el escenario poselectoral de EEUU, Miguel Ángel Pérez Pirela advirtió que la imagen de «viejito bonachón» de Biden y el toque de avanzada que le otorga su vicepresidenta afrodescendiente, Kamala Harris, no debe generar expectativas de paz en el mundo, pues los demócratas estadounidenses, en términos objetivos, son mucho más guerreristas que los republicanos.

En su programa Desde Donde Sea, el filósofo y comunicador sostuvo que los colaboradores anunciados por Biden remiten al gobierno de Barack Hussein Obama, que batió el récord para presidentes con ocho años en el cargo, al no tener ni un solo día sin guerra.

Designaciones con olor a guerra

La revisión de la trayectoria de las personas postuladas por Biden para cargos clave de su gobierno basta para sospechar que la próxima administración estadounidense será un tiempo turbulento para el mundo.

Pérez Pirela leyó y comentó notas informativas que se han publicado respecto a los futuros funcionarios.

Biden anunció que Alejandro Mayorkas será su secretario del Departamento de Seguridad Nacional, lo que le convertirá en el primer latino e inmigrante en ocupar el puesto. El abogado nacido en La Habana, Cuba, se desempeñó como subsecretario del Departamento de Seguridad Nacional entre 2013 y 2016, cuando Biden era el vicepresidente de Obama. «Apoyó la invasión a Irak y criticó que EEUU no enviase más tropas a Siria, lo que ya nos da una idea de quién es este personaje», dijo el moderador.

Un nombramiento fundamental  es el de Anthony Blinken como secretario de Estado. En apariencia, viene en son de paz y de curar heridas. Dicen los analistas que tendrá la misión de acercar de nuevo a Estados Unidos a sus aliados y foros multilaterales de los que el país se ha distanciado bajo la actual presidencia de Donald Trump. Si es confirmado por el Senado, Blinken tendrá en sus manos la gestión de los planes de Biden de volver a integrar a Estados Unidos en el Acuerdo de París contra el cambio climático, el acuerdo nuclear con Irán y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero detrás de esa fachada, Blinken también es un antiguo funcionario del gobierno de Obama. Un perfil publicado en medios estadounidenses lo define así: Descrito por algunos como un centrista con cierta vena intervencionista, Blinken cree en la acogida de EEUU a refugiados, y hace unos meses dijo que si Biden llegaba al poder buscaría aumentar la ayuda a Guatemala, Honduras y El Salvador para afrontar las causas de raíz que generan la inmigración ilegal hacia el norte».

Con respecto a Europa, Blinken cree que Estados Unidos debe reconocer al viejo continente como un aliado «al que acudir como primer recurso, no como el último, a la hora de afrontar retos», según dijo en una charla en julio en el centro de estudios Instituto Hudson. El diplomático también tratará de cambiar la dinámica en la competición de Estados Unidos con China sin abandonar esa pugna, al promover iniciativas multilaterales en materia de comercio, inversiones en tecnología y derechos humanos en lugar de presionar a naciones para que elijan entre los dos países, según el diario The New York Times.

Blinken lleva casi dos décadas asesorando a Biden, primero como ayudante principal cuando el ahora presidente electo estaba en el Comité de Exteriores del Senado y después como su asesor de seguridad nacional una vez que llegó a la Vicepresidencia (2009-2017). En ese cargo, Blinken ayudó a desarrollar la respuesta estadounidense a la inestabilidad en Oriente Medio durante la Primavera Árabe que arrancó en 2011, con resultados desiguales en Egipto, Irak, Siria y Libia, según el Times.

Es un fanático de las primaveras árabes que también han tratado de imponernos a nosotros en América Latina, sin mucho éxito”, acotó Pérez Pirela.

El diplomático, que es judío y familiar de un superviviente del Holocausto, ha reconocido que el futuro Gobierno de Biden podrá dedicar menos recursos a Oriente Medio que los de anteriores Administraciones, dado el trabajo pendiente en otras áreas.

Pérez Pirela comentó que «es políticamente correcto, como todos los demócratas, que te lanzan bombas pero pintadas con la bandera de LGBTI».

Biden también nominó a Linda Thomas-Greenfield, diplomática de carrera, como próxima embajadora ante las Naciones Unidas y al exsecretario de Estado, John Kerry,  como enviado  presidencial especial para el Cambio Climático, un puesto nuevo dentro del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca. 

También eligió a la exdirectora adjunta de la Agencia Central de Inteligencia Avril Haines como directora de la Oficina de Inteligencia Nacional y será la primera mujer en ocupar el cargo. 

Jack Sullivan, quien trabajó como uno de sus consejeros durante sus años como vicepresidente, será Asesor de Seguridad Nacional. 

Tras los anuncios, Biden dijo que «EEUU estará listo para liderar al mundo y no retirarse, para volver a sentarse a la cabeza de la mesa, listo para desafiar a nuestros adversarios y no rechazar a nuestros aliados, listo para defender nuestros valores”. Dijo que, tras las presidenciales, recibió llamadas de cierto número de líderes internacionales que le expresaron sus expectativas de que EEUU reafirme su papel como líder global en el Pacífico, el Atlántico y a lo largo del mundo.

«Estas palabras las dirigió a China, que se perfila como la primera potencia económica del mundo. Creo que su tarea imposible será competir con China», opinó el presentador de Desde Donde Sea.

«Este equipo detrás de mí, encarna mis creencias fundamentales de que EEUU es más fuerte cuando trabaja con sus aliados. En conjunto, este equipo ha asegurado algunos de los logros diplomáticos y de seguridad nacional más definitorios en la memoria reciente, gracias a décadas de experiencia trabajando con nuestros socios, así es como realmente mantenemos a EEUU a salvo sin involucrarnos en conflictos militares innecesarios», dijo Biden. 

Pérez Pirela recomendó analizar con sumo cuidado esta la palabra «innecesarios», pues deja abierta la puerta a los conflictos que sean considerados necesarios por el futuro gobierno. «¿Quién le puede creer a los demócratas que van a evitar las guerras? -dejó en el aire la pregunta-. Los nombramientos de Biden hacen esperar guerras fuera de las fronteras de EEUU. Su experiencia como vicepresidente de Obama, nos hacen pensar que los demócratas van a lanzar guerras como normalmente lo han venido haciendo».

El Nobel de la guerra

El principal motivo para sostener que el próximo gobierno de EEUU será guerrerista es el ascendiente que tendrá Obama, quien, pese a haber ganado el premio Nobel de la Paz se distinguió por mantener al país en guerra durante los dos cuatrienios que gobernó.

Para demostrar este punto, el Equipo de Investigación de Desde Donde Sea apeló a un reportaje de The New York Times, publicado en 2016, titulado «El inesperado legado de Obama: ocho años de guerra continua«. Pérez Pirela leyó y glosó algunos párrafos, tras destacar que se trata de un medio que siempre se inclina a favor de los demócratas y, pese a ello, plasmó la realidad del gobierno de Obama.

«Cuando el Presidente Barack Obama asumió el poder, prometió poner fin a las guerras que heredó de su antecesor, George W. Bush. El 6 de mayo, a solo ocho meses de salir de la Casa Blanca, Obama alcanzó un triste hito que casi ha pasado desapercibido: lleva en guerra más tiempo que Bush o que cualquier otro presidente estadounidense (…) Ha sido el único presidente en la historia de Estados Unidos en ejercer su mandato de ocho años con el país en guerra«.

«Obama ganó el Premio Nobel de la Paz en 2009 y durante el tiempo que lleva en la Casa Blanca ha tratado de cumplir las promesas de acabar con la guerra que hizo como candidato, pero pasará a la historia como un presidente que ha mantenido al país en guerra más tiempo que Franklin D. Roosevelt, Lyndon B. Johnson, Richard M. Nixon o incluso que Abraham Lincoln».

«Obama dejará menos soldados en peligro (aproximadamente 4.087 en Irak y 9.800 en Afganistán) que los 200.000 que heredó de Bush en esos países. Pero Obama también ha autorizado ataques contra grupos terroristas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen. Obama ha luchado con esta realidad desde su primer año en la Casa Blanca, cuando caminó entre las lápidas del Cementerio Nacional de Arlington antes de dar la orden de enviar a otros 30.000 soldados a Afganistán».

«Sus asesores más cercanos comentan que ha preferido las operaciones encubiertas limitadas y ataques con drones porque es consciente del peligro que conlleva el escalamiento de las hostilidades y ha dudado de manera consistente que las intervenciones militares de Estados Unidos cumplan su objetivo. Cuando aceptó el Nobel en diciembre de 2009, declaró que la humanidad necesita reconciliar “dos hechos aparentemente irreconciliables: que la guerra a veces es necesaria y que la guerra es, de cierta manera, una expresión de desatino humano”. 

“El 21 de octubre de 2011, anunció que el último soldado de combate abandonaría Irak al finalizar ese año, lo que pondría fin a 8 años de guerra. “Nuestros soldados definitivamente estarán en casa para las fiestas de fin de año”, dijo Obama en la Casa Blanca. Menos de tres años después, declaró en televisión nacional que enviaría 475 asesores militares a Irak para colaborar en la batalla contra el Estado Islámico (…) La situación en Afganistán evolucionó en un ciclo similar de esperanza y decepción. En mayo de 2014, Obama anunció que Estados Unidos planeaba retirar al último soldado de combate a finales de 2016. Diecisiete meses después, Obama suspendió la retirada e informó al país que planeaba dejar más de 5000 fuerzas en Afganistán hasta principios de 2017, cuando termina su presidencia. En ese entonces, los talibanes controlaban más territorio en el país que en cualquier otro momento desde 2001″.

Luego de leer el extracto de este trabajo periodístico, Pérez Pirela señaló que es necesario llegar a la conclusión de que más allá de lo ocurrido con el general iraní Quasem Soleimani (asesinado por EEUU en Irak, con un dron), Trump no inició ningún conflicto bélico. «Fue menos peligroso, sangriento, asesino y violador de derechos humanos que Obama, el afrodescendiente, joven, chévere, y premio Nobel de la Paz».

Enfatizó lo que ha dicho ya en numerosas ocasiones: con presidente republicano o con presidente demócrata, los países del sur del mundo, especialmente lo que, como Venezuela, se han rebelado contra los designios imperiales de EEUU, corren igual peligro de ser agredidos, bombardeados, destruidos y saqueados. «La política de EEUU no la dicta el presidente de turno sino grupos de poder, ‘la Mancha’, como le dicen por ahí, el metapoder».

Aclaró que el hecho de que no decidan sobre los grandes temas, incluyendo el de la guerra contra terceros, tampoco quiere decir que no haya matices más o menos. «Los nombramientos de Biden hacen esperar guerras fuera de los fronteras de EEUU. Su experiencia como vicepresidente de Obama, nos hace pensar que los demócratas van a lanzar guerras como normalmente lo han venido haciendo. No hay que hacerse ilusiones: ni el viejito Biden ni la afrodescendiente Harris van a propiciar la paz”.

EEUU sigue haciendo el ridículo

Otro aspecto de la situación actual de EEUU tratado en el programa fue la autorización de Trump para iniciar los trámites con miras a la transferencia de mando. Esto ocurre a tres semanas de las elecciones y sin haber reconocido su derrota.

“De ahora en adelante, EEUU no puede criticar a ningún sistema electoral de otro país, aunque sabemos que lo seguirá haciendo sin rubor. Ha hecho el ridículo de su vida, el ‘papelón’, como decimos en Venezuela. Ya se conocían las falencias, las injusticias de este sistema electoral, pero el bochorno de 2020 es algo sin precedente –dijo-. Quedó en evidencia que estas democracias occidentales son mamarrachadas, teatros del absurdo que luego vienen a decirnos cuándo, cómo y por quién debemos votar. Y por ahí han salido muchos periodistas mayameros, madrileños y bogotanos tratando de defender el papelón que hizo EEUU”.

Comentó que el abogado y exalcalde de Nueva York Ruddy Giuliani quedó reducido al peor bochorno en una patética rueda de prensa que será recordada porque se le chorreo el tinte del cabello. En esa oportunidad dijo que el fraude lo perpetraron Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Smartmatic y Venezuela. “Los medios estadounidenses y algunos de otros lugares se burlan de Giuliani, pero son los mismos medios que apoyan las denuncias cuando se refieren a otros países. Y esas denuncias que presentó el equipo de Trump se basan en los mismos argumentos absurdos que usan para descalificar elecciones en Venezuela, Nicaragua o Bolivia. No tienen autoridad moral en ese campo. Son unos mentirosos cada vez que cantan fraude, hacen intervenir a la OEA y, con esa excusa, sancionan y bloquean a los otros países supuestamente para defender la transparencia electoral”.

Reseñó que la Administración de Servicios Generales informó al presidente electo Joe Biden que la administración Trump está lista para comenzar el proceso de transición formal, según una carta de la titular de ese organismo, Emily Murphy.

“Esta señora aseguró que no la presionó la Casa Blanca para que retrasara transición, pero que sí  recibió amenazas en línea contra ella, su familia y sus mascotas para que apresurara el inicio del proceso. Por su parte, Trump dijo que ‘en el mejor interés de nuestro país, recomiendo que Emily y su equipo hagan lo que sea necesario con respecto a los protocolos iniciales, y le he dicho a mi equipo que haga lo mismo’”.

A pesar de la certificación, varias demandas en las cortes federales y estatales siguen su curso. Una de ellas alega que votaron miles de personas no autorizadas. El equipo del presidente electo calificó la decisión de avanzar en la transición como «un paso necesario para comenzar a abordar los desafíos» que afronta la nación, incluido el control de la pandemia.

Trump, de derrota en derrota

Otro punto destacado en el análisis fue el de los fallos en contra que sigue acumulando Trump en las impugnaciones que ha intentado sobre los resultados electorales en varios estados clave. Por ejemplo, la Corte Suprema de Nevada certificó el martes el triunfo de Biden en el estado al aprobar el recuento final de la elección del 3 de noviembre. “El fallo unánime de los siete jueces apartidistas envía al gobernador demócrata Steve Sisolak los resultados que otorgarán los seis votos electorales del estado arduamente disputado por Biden y el presidente Trump”, indicó un despacho de prensa.

Biden ganó por una diferencia de 33 mil 596 votos, de acuerdo con los resultados aprobados por funcionarios electos de los 17 condados. Obtuvo el 50,06% de los votos contra el 47,67% de Trump.

Biden fue también certificado como el ganador de las elecciones presidenciales en Pensilvania y Nevada, luego de tres semanas de recuentos de votos y una sucesión de demandas legales fallidas por parte de Trump.

Cuidado en diciembre

En los minutos de diálogo con el público, Pérez Pirela insistió  una vez más en recomendar a todas y todos no relajar demasiado las medidas de control ante la COVID-19, especialmente cuando está a punto de llegar el mes de diciembre, en el que aumentan los contactos sociales y las fiestas familiares. “Cuidado en diciembre, no podemos destruir lo que hemos hecho en el año en favor de la salud colectiva y arriesgarnos así a comenzar el año con un rebrote”, aseveró.

Libro

Aconsejó la lectura del clásico Resurrección del escritor ruso León Tolstói

(LaIguana.TV)