Las comparaciones siempre son odiosas pero, a veces, más que necesarias.

Por ejemplo, la nación que autoproclama su supuesta superioridad moral frente al mundo, tuvo, hasta hoy, más de un mes en el limbo democrático, a la espera de unos resultados electorales oficiales que dieran certidumbre sobre el comportamiento final del Colegio Electoral, la vetusta figura que deja en una élite la escogencia final del presidente de Estados Unidos.

En cambio en nuestro país, 46 horas después de realizadas las elecciones legislativas del domingo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ya ha adjudicado 92% de los 277 cargos de la Asamblea Nacional.

A estas alturas ya sabemos que los modelos electorales de los dos países son incomparables. El estadounidense es estructuralmente fraudulento y  si quiere repasar su estado, véalo aquí ( https://www.laiguana.tv/articulos/804765-farsa-trump-6d-elecciones-eeuu-la-osce-taynem/ ) . Mientras, el venezolano cuenta con un sistema de garantías que, de acuerdo con técnicos electorales extranjeros, es único en el mundo y cuyo detalle puede recordar aquí (https://www.laiguana.tv/articulos/832818-garantias-elecciones-legislativas-taynem/ )

La primera evidencia es la del fraude a la democracia. Tal es su sistema electoral en el que el cargo de presidente del país se escoge en una elección de segundo grado. Esto no es cualquier cosa, pues en Estados Unidos no es extraño que quien saque la mayoría de los votos populares no sea necesariamente quien termine ejerciendo el cargo, pues el salto de talanquera de quienes son elegidos por los ciudadanos para esta tarea es casi común. Así ganó el propio Donald Trump, quien perdió en el voto popular pero logró la mayoría en el Colegio Electoral.

Pero como el gobierno estadounidense, incluso en medio de su bochornoso espectáculo electoral, insiste en asegurar que nuestro comicios fueron un fraude, vale la pena recordar que a quien se califica de presidente electo, Joe Biden, lo es porque las empresas mediáticas así lo decidieron.

No es la primera vez. En Estados Unidos, la industria mediática es la primera que ofrece supuestos “resultados” que no son más que proyecciones estadísticas pero que se imponen por encima de los escrutinios reales que realizan los organismos electorales.

Ese no es nuestro caso. La divulgación de resultados es una potestad exclusiva del CNE y tanto se cuida este importante hecho electoral que la Ley Orgánica de Procesos Electoral pena, con la suspensión de la señal, a la empresa mediática que adelante cifras en torno a procesos electorales. Más aun, en Venezuela no se usan proyecciones, ni los llamados conteos rápidos. Los resultados que se difunden son el resultado de sumar, uno a uno, la totalidad de los votos emitidos.

¿Por qué en Estados Unidos tardan tanto los resultados oficiales? Por distintas razones. Una de ellas porque la legalidad y organización electoral no es federal y hay tantas leyes y organismos como estados tiene la unión. Un enrevesado modelo que no expresa la autonomía estadal sino una política deliberada para dejar en manos de unos pocos, la elección soberana que debería corresponder a todos. La exclusión de importantes sectores empobrecidos es común en esa maraña legal.

Otra razón de los retardos está asociada a la forma en la que se vota en los distintos estados. No solo que hay una combinación de tecnologías, sino que  también existen diversas vías para expresar las voluntades. Los estadounidenses pueden votar por correo, por internet, de manera anticipada y directamente el día de la votación. Todas son alternativas viabilizadas a través de arcaicos mecanismos de administración electoral inseguros y que hacen vulnerable su conteo.

En Venezuela, no tenemos voto por correo, por internet o anticipado. Pero contamos con una organización electoral cuyo principal objetivo es la inclusión y que ha permitido la incorporación de 99% de la población en edad de votar y ha creado centros de votación en los más apartados rincones. Además, cuenta con rigurosos protocolos de actuación para la protección de los votos que son, a fin de cuentas, la expresión de la voluntad del pueblo.

Cuando el cinco de enero se instale la Asamblea Nacional, solo los operadores extremistas del gobierno estadounidense tendrán dudas. Fueron tantas las revisiones y tan cuidado el sistema, que no existen dudas sobre la legitimidad de los 277 diputados que allí estarán.

15 días después, el 20 de enero, será la toma de posesión del presidente de Estados Unidos. Tendrá la legitimidad de los grandes capitales ¿Y la del pueblo?

(Taynem Hernández / LaIguana.TV)