Estados Unidos vivió hoy un muy inusual cambio de gobierno, signado por la ausencia del mandatario saliente, Donald Trump, una militarización sin precedentes de Washington D.C., que la hacían parecer una zona de guerra y la ausencia de público a causa de la COVID-19, que en ese país se ha cobrado la vida de más de 400.000 personas. 
 
En ese marco, el filósofo y analista político venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela ofreció a la audiencia de Desde Donde Sea, datos y ángulos interpretativos sobre el devenir de la política estadounidense, derivados de detalles que algunos portales y televisoras prefirieron dejar de lado. 
 
El demócrata Joseph «Joe» Biden asume el cargo en medio de un escenario interno complicado y con no pocas incertidumbres asociadas a su capacidad real de hacerle frente, pues su avanzada edad –tiene 79 años– y el hecho de que su compañera de fórmula sea Kamala Harris, mucho más joven y enérgica, han hecho que muchos se pregunten si será capaz de culminar su mandato. 
 
Así, comentó el experto, aunque muchos ven a Harris como la evidente sucesora, dentro del seno del Partido Demócrata el escenario no está del todo claro, pues estaría barajando una tercera presidencia de Obama o la candidatura de su esposa Michelle. 
 
Ahora es que viene la pelea: el popular Trump versus Washington
 
Es un hecho que el exmandatario Donald Trump abandonó su cargo con un amplio respaldo electoral, al ser el candidato a la reelección que logró la mayor cantidad de votos en la historia de los Estados Unidos. 
 
Trump fue apoyado por unos 74 millones de personas y, según refirió Pérez Pirela, aproximadamente 50 millones están convencidas de que la elección le fue robada, tal y como sostuvo el político insistentemente. 
 
En su opinión, esto significa que a pesar de haber salido de Washington por la puerta trasera y con la posibilidad cierta de ser enjuiciado políticamente por su responsabilidad en el asalto al Capitolio que protagonizaran sus seguidores el pasado 6 de enero, dispone de un capital político propio que le puede servir de escudo, tanto de cara al ‘impeachment’ que podría enfrentar en el corto plazo y contra el propio Partido Republicano, que parece estar dispuesto a deslindarse de su muy influyente figura.  
 
En el Senado, la mesa parece estar servida para el enjuiciar e inhabilitar a Trump, objetivo último de esta suerte de venganza emprendida por los demócratas, que además de contar con la mayoría en las dos cámaras a partir de la semana próxima, están respaldados en esta cruzada anti-Trump por algunos líderes republicanos como Mitch McConell, todavía líder de la mayoría en la Cámara Alta, quien arremetió contra el expresidente por los sucesos del Capitolio. 
 
Sin embargo, para el también director de LaIguana.TV, el destino político de Trump no es tan claro como pareciera, puesto que si el Congreso decide enjuiciarlo, se le estaría devolviendo al centro de la palestra pública, justamente cuando apenas empieza el mandato de un Biden que ha de enfrentar múltiples desafíos. 
 
De otro lado, Trump aparecería ante los ojos de su nada despreciable base de seguidores como una víctima, una narrativa que él se encargó de fortalecer en sus últimas intervenciones públicas. 
 
Hay, por tanto, un juego de poder que no es sencillo, porque si bien es cierto que un amplio sector de la clase política estadounidense ya se frota las manos ante su eventual inhabilitación, él quiere quedarse en la política y está dispuesto a pelear por eso. Sus últimas acciones al frente del gobierno así lo certifican, pues dificultó el traspaso de mando todo lo que pudo, benefició con indultos a funcionarios corruptos y financistas que le respaldaron en algún momento y anunció su eventual regreso al poder «de alguna manera», que, dependiendo de las circunstancias, podría implicar inclusive la fundación de un partido político propio. 
 
En contraste y a contrapelo de lo que era prácticamente una verdad establecida en los Estados Unidos, la primera dama, Melania Trump, rompió récords de impopularidad en un cargo que, al no ser objeto de votación, no es cuestionado por los ciudadanos y sus ocupantes suelen ser respaldadas sin mayores reticencias. 
 
Según la última encuesta difundida por la cadena CNN, al momento de dejar la Casa Blanca, solo el 42% de los estadounidenses tenía una opinión favorable de ella, mientras que el 47% opinó lo opuesto. 
 
El discurso de despedida de Trump: entre el «volveremos de alguna manera» y las mentiras sobre su gestión
 
Miguel Ángel Pérez Pirela recuperó frases del discurso de despedida de Trump que, en su parecer, ofrecen indicios que permiten avizorar su devenir político, el del Partido Republicano y el de su país durante los próximos cuatro años.
 
En primera instancia aludió a la frase: «para mí es un honor haber sido su presidente. Volveremos de alguna manera. (…). «Que tengan buena vida. Nos vemos pronto», pues desde su punto de vista, no se trata de lo que diría un expresidente que está pensando en dedicarse a la filantropía y retirarse de la actividad pública, sino de alguien que quiere volver al poder. 
 
En lo que podría sonar a declaración cínica, dada la gran cantidad de fallecidos que ha dejado la pandemia, con una sociedad soliviantada por todos los flancos, debido a las recientes expresiones de represión policial y racismo y un crack económico comparable al de la Gran Depresión, Trump dijo: «siempre lucharé por ustedes. El futuro de este país nunca había sido mejor y deseo a la futura administración toda la suerte del mundo». 
 
De nuevo, apelando a la mentira, aseguró que su país había logrado desarrollar la vacuna contra la COVID-19 en nueve meses, obviando que la primera vacuna desarrollada fue la Spuntik V (rusa) y que prometió producir 100 millones de dosis y vacunar a 50 millones de estadounidenses antes del fin de su mandato, unas cifras que están muy lejos de que se ha registrado en la realidad. 
 
Empero, desde el punto de vista económico, Pérez Pirela reconoció que hasta la llegada de la pandemia, el exgobernante cumplió su oferta y mantuvo la economía estable. Valiéndose de eso, en su alocución dijo que él y su equipo habían logrado todo lo que se propusieron y destacó que su agenda nunca ha sido partidista.
 
Esta última frase revista de importancia, aseguró el comunicador, puesto que si a eso se le añade: «el movimiento que comenzamos sólo acaba de empezar», es claro que podría inclusive apostar a la fundación de un nuevo partido, porque no ha renunciado a la idea de ser presidente otra vez. 
 
A cierre de un discurso en el que jamás mencionó a su sucesor, condenó el ataque el Capitolio, pese a haber incitado a los hechos y criticó el uso de la violencia política, por ser «contraria a los valores» de los estadounidenses. 
 
Desde el punto de vista de Pérez Pirela, Trump, que siempre ha sido un gran provocador, se burló nuevamente de todo y de todos y está, sin dudas, preparando su regreso, por lo que consideró que es errado declarar anticipadamente su desaparición de la escena política estadounidense como han venido haciendo diversos analistas de izquierda. 
 
¿Qué se juega Donald Trump si procede su inhabilitación política?
 
De ser enjuiciado políticamente y de aprobarse su inhabilitación política, Donald Trump, además de perder la posibilidad de ejercer cualquier cargo de elección popular, dejaría de gozar de algunos beneficios estipulados para los expresidentes. 
 
De acuerdo con una compilación realizada por la BBC y consultada por el analista a propósito del programa, si Trump es inhabilitado ya no dispondrá de la protección del Servicio Secreto durante el resto de su vida, no tendrá acceso a la pensión de 220.000 dólares anuales, el Estado no correrá con sus gastos de viaje y de correo y los servicios de inteligencia dejarán de compartirle información. 
 
La unidad nacional, el gran tema de Joe Biden
 
En contraste con su predecesor, quien apeló al «América –Estados Unidos– primero», Joe Biden  estructuró todo su discurso en torno a la unión de los estadounidenses. Empezó aludiendo a las víctimas de la pandemia y solicitó que se unieran en oración por las personas que murieron, en un discurso en el que se insistió en el respeto mutuo y otros elementos similares que invitaban a la cohesión social, sin despertar mayor emoción entre los asistentes. 
 
Para el desarrollo de la toma de posesión, sobre la capital estadounidense se desplegaron entre 25.000 y 50.000 –las estimaciones varían según la fuente– efectivos de la Guardia Nacional, además de un número indeterminado de agentes de policía, se bloquearon calzadas, se taparon vidrieras y muchos negocios estaban cerrados. 
 
Adicionalmente, la actividad, usualmente muy festiva y concurrida, se realizó sin público debido a la pandemia y con la ausencia del mandatario saliente, el primero que en 150 años se negó a asistir al acto. 
 
Acudieron a la cita los expresidentes Clinton, Bush hijo y Obama acompañados de sus esposas y también miembros del Congreso y de otras instancias del gobierno, así como de las embajadas, pero el discurso de Biden, que nunca ha sido un gran orador, adormeció incluso a Bill Clinton, quien fue captado en flagrancia por las cámaras de televisión. 
 
Trascendió, asimismo, la presencia de Carlos Vecchio, quien fue invitado como representante de Juan Guaidó, pero esto, lejos de alarmar a Pérez Pirela, le pareció «normal», pues los Estados Unidos son un imperio, un Estado que trata de mantener las mismas políticas aunque cambie el gobierno y el que halla estado allí, no significa que la administración entrante esté comprometida con Guaidó como lo estuvo la de Trump.
 
En su juicio, eso obedece a tres razones: en primera instancia, que el exdiputado venezolano está virtualmente fuera de la palestra política; en segundo lugar, que se trata de una ficha política de Donald Trump, cuya cabeza es anhelada por la clase política estadounidense y por último, que Caracas y Washington están conversando fuera de cámaras con mediación de Noruega. 
 
El hecho que Vecchio esté allí, no implica que esté entregado políticamente a Guaidó, que está liquidado en el escenario político. 
 
Guaidó es una ficha política de Donald Trump y al estar este en problemas, también lo está él. Este caso se repite para Bolsonaro y Duque, que están hundidos.  
 
Más estuvo NM que Vecchio, que es la demostración del legado que dejó Trump. Mucho más presentes están quienes se encuentran dialogando por Washington y Caracas, con mediación de Noruega. 
 
Los regalos envenenados de Trump para Biden: perspectivas geoestratégicas
 
El recién juramentado mandatario Joe Biden deberá hacer frente e incluso, intentará deshacer algunas decisiones de política exterior con consecuencias geoestratégicas importantes, que tomó su antecesor antes de abandonar el cargo.
 
Cuba: Si bien Obama fue cercano en su último mandato a políticas de flexibilización y amistad con La Habana, el pasado 11 de enero, el gobierno de Trump devolvió a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo.
 
Para justificar su acción, el exsecretario de Estado, Mike Pompeo dijo que el régimen castrista debía acabar con su apoyo al terrorismo internacional, basándose en la negativa de Cuba a extraditar a miembros del ELN, organización que ejecutó un atentado terrorista en Bogotá en el que murieron 22 personas y además, habló del respaldo de Cuba a Venezuela.
 
Se prevé que Biden intente regresar a la política del último tiempo de Obama, pero la reinclusión de Cuba en la lista de la que fue sacada por el propio Obama en 2015, complicará todo, pues según los analistas, solamente revertir esa medida puede llevar meses, por no hablar de las relaciones diplomáticas, que establecidas en 2016, fueron destruidas por Trump en su mandato. 
 
China: el 9 de enero, Pompeo quitó las restricciones de contacto de diplomáticos estadounidenses y taiwaneses, contraviniendo la política estadounidense vigente desde hace décadas, que implica la no intervención de las relaciones entre China y Taiwán, uno de los puntos más sensibles dentro de la política interior china. 
 
Tras cuatro años de relaciones deterioradas, la medida fue vista como el establecimiento de una línea dura contra China, aunque, acotó el experto, un resultado concreto del gobierno de Trump fue la consolidación de China como potencia económica, pues Estados Unidos perdió la guerra comercial que impulsó contra el país asiático. 
 
Además, el último día, el gobierno de Trump acusó a Beijing de ejecutar el genocidio de una minoría étnica. 
 
Irán: El 12 de enero, Pompeo acusó al país de ser la nueva sede central de Al-Qaeda sin ofrecer prueba alguna, lo que Teherán calificó como un discurso belicista sin basamento y respondió sancionando a Trump y a varios de sus funcionarios.
 
En este caso, se espera que la entrante administración demócrata haga todo lo posible para que Irán vuelva al Acuerdo Nuclear suscrito durante la era Obama. 
 
Se anunció que Biden firmará 17 decretos para revertir decisiones de Trump y ha dicho que no tiene tiempo que perder, aunque también reafirmará algunas de las medidas de su antecesor, como reconocer a Jerusalén como capital de Israel y mantener allí su embajada. 
 
Por último, Pérez Pirela mencionó que existe la intención declarada de Biden de que Washington vuelva a liderar el mundo, pero a su parecer, esto no es posible, aún ni queriendo, porque durante su gobierno, Trump tensó viejas alianzas y debilitó organismos multilaterales.
 

(LaIguana.TV)