Para el filósofo y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela, Venezuela no es una de las prioridades estratégicas del recién instalado gobierno demócrata de Joe Biden, que está enfocado en desmontar buena parte de las políticas que le legara su antecesor, el expresidente Donald Trump. 
 
En una transmisión de su programa Desde Donde Sea, el experto relató que Biden ha firmado cerca de una decena de órdenes ejecutivas para echar marcha atrás o suavizar las acciones de Trump en áreas como migración, cambio climático y políticas sanitarias. 
 
Para hacer frente a la pandemia, al ser los Estados Unidos el país del mundo con mayor cantidad de casos informados y fallecidos de COVID-19, el mandatario decretó el uso obligatorio de mascarillas en oficinas gubernamentales durante cien días, suspendió la salida de su país de la Organización Mundial de la Salud y «creó la figura de Coordinador contra la COVID-19, una responsabilidad que recae en Jeff Zients, conocido por su apodo de ‘el-señor-arréglalo-todo’, quien fue director de Desempeño en la gestión de Barack Obama» y es un empresario que carece de competencias científicas. 
 
Este dato le motivó una extensa reflexión, relacionada con la necesidad de que en este tiempo prevalezca el saber científico, por encima de los criterios económicos y políticos. Así, en su opinión, son los científicos quienes deben decidir cuál es el momento propicio para levantar o relajar los confinamientos y retomar actividades como las clases presenciales.  
 
«Este es un tema científico, porque la COVID-19 mata y la gente se muere, así de sencillo. Y la única manera que nosotros tenemos para cuidarnos, es encuarentenarnos, utilización de mascarillas y salir para lo estrictamente necesario», explicó. 
 
En el caso de decisiones como la vuelta a clases presenciales, el analista señaló que no es posible garantizar que los niños y adolescentes cumplan a rajatabla las medidas de bioseguridad e indicó que la alta concentración de personas con diferente historial de cuidados sanitarios en un espacio cerrado, es un factor de riesgo para el crecimiento de los contagios, como hace pocas semanas lo fueron las fiestas decembrinas. 
 
De otro lado, también están las condiciones particulares de los docentes, muy afectados por la crisis económica y de servicios públicos, que comprometen sus posibilidades de acudir sin riesgos sanitarios a las escuelas. 
 
«La maestra: ¿tiene para los pasajes, tiene para la mascarilla, tiene para el alcohol? ¿Dónde vive la maestra? ¿Cuáles son sus problemas sanitarios?», dijo al respecto.  
 
(LaIguana.TV)