Recientemente la Jurisdicción Especial para la Paz de Colombia (Jep) reveló que seis mil 402 jóvenes fueron asesinados por fuerzas de seguridad del vecino país, para ser presentados como miembros de la guerrilla.

En un artículo publicado este jueves 25 de febrero por el diario El Espectador de Colombia, titulado ¿Y si hubiera sido Tomás?, la periodista Patricia Lara Salive reflexiona de forma cruda sobre los casos de los falsos positivos ocurridos en ese país durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

A continuación el texto del completo:

¿Y si hubiera sido Tomás?

En el 2008, su hijo Tomás y Fair Leonardo Porras Bernal tenían 26 años. Pero mientras Tomás era un empresario precoz y exitoso, hijo del presidente de la República, Fair Leonardo era un joven discapacitado, con dificultades de movilidad en la pierna y el brazo derechos, que también padecía un retardo mental, a pesar de lo cual hacía mandados en su barrio de Soacha y, con lo que ganaba, a diario le llevaba de regalo una rosa a su madre. En enero del 2008, mientras Tomás hacía crecer sus negocios, Fair Leonardo era engañado por alguien a quien le pagaron $200.000 para que lo llevara a Ocaña, donde miembros del Ejército le cambiaron la ropa, lo asesinaron, le pusieron un arma nueve milímetros en la mano derecha, fotografiaron el cadáver, escribieron en el informe que era jefe de un grupo narcoterrorista y lo arrojaron a una fosa común.

Después de buscarlo sin descanso durante ocho meses en hospitales, morgues, calles, Fiscalía y Medicina Legal, a su madre, Luz Marina Bernal, la llamaron de esa institución a la que había acudido semanalmente a preguntar por su hijo, para que identificara nombres de un listado. El primero que escuchó fue el de Fair Leonardo.

“¡Es mi hijo!”, exclamó.

Cuando dio el número de su cédula, apareció en el computador de la funcionaria el rostro de su muchacho, desfigurado por dos impactos de bala: uno le había desprendido la mandíbula y otro le había destruido casi media cara.

Días después, Luz Marina, su marido y su hijo mayor fueron a Ocaña y asistieron a la exhumación no solo de Fair Leonardo, sino de otros jóvenes que habían corrido la misma suerte. Estando en ello, según dijo Luz Marina en el testimonio que publiqué en la última edición de Las mujeres en la guerra, 24 militares interrumpieron para pedir información. “Somos una delegación enviada por el señor presidente, Álvaro Uribe Vélez”, dijeron.

Tres semanas más tarde, expresidente Uribe, cuando estalló el escándalo de los falsos positivos, usted dijo que los jóvenes de Soacha no habían ido precisamente a coger café, sino que tenían propósitos delincuenciales.

Y ahora, cuando la Jurisdicción Especial para la Paz afirmó que esos asesinatos, atroces crímenes de guerra sin antecedentes en la historia, no habían sido 2.248, como dijo la Fiscalía, sino mínimo 6.402, ocurridos en varias zonas del país y la inmensa mayoría en los seis primeros años de su gobierno, usted descalificó a la JEP y dijo que se trataba de una persecución en su contra.

No, expresidente. Como afirmó en un editorial el diario El País, de España, usted tiene que responder: se trata nada menos que de 6.402 jóvenes inocentes que fueron ultimados y disfrazados como guerrilleros por miembros del Ejército a los que su gobierno les pagó y les dio prebendas por mostrar resultados, es decir, por matar guerrilleros, pero estos muchachos no lo eran. Como tampoco lo era su hijo Tomás.

Una pregunta final, expresidente Uribe: ¿qué habría hecho usted si el que hubiera aparecido en la fosa común no hubiera sido Fair Leonardo sino Tomás? ¿No hubiera exigido que juzgaran a los responsables? ¿No hubiera agradecido que, por lo menos, el presidente de la República de entonces le hubiera ofrecido una disculpa?

(LaIguana.TV)