Aunque en las primeras semanas, el gobierno de Joe Biden ha mantenido la postura de su antecesor, Donald Trump, de reconocer a Juan Guaidó como presidente interino, hay señales de que Washington comienza a entender que el exdiputado es, junto a su jefe político, Leopoldo López, la piedra de tranca que le impide a la oposición tener algún avance.

Estas fueron algunas de las reflexiones de Miguel Ángel Pérez Pirela, en una emisión de su programa Desde donde sea que dedicó a hacer una detallada radiografía de quien, a su juicio, está marcando el paso del sector opositor venezolano, el secretario de Estado, Anthony Blinken.

“Este es el personaje que está moviendo los hilos. Está realmente detrás de la dirección de la oposición extremista venezolana. Es una pieza fundamental del andamiaje contra Venezuela”, dijo el filósofo y comunicador.

Durante el espacio, reiteró su tesis de que el gobierno de Biden está dando pasos hacia una línea de negociación con Venezuela, aunque parece haber contradicciones o, al menos, diferencias de matices, entre Blinken y otro funcionario importante para la región, el director de Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca, Juan González, quien recientemente aseguró que la administración del presidente Biden no está enfocada en “un individuo”, sino en la realización de un proceso electoral en Venezuela. 

“En LaIguana. TV publicamos una nota titulada ‘La Casa Blanca le da la espalda a Guaidó’, en la que reseñamos las declaraciones de González. Este funcionario dijo que ‘Nicolás Maduro y Juan Guaidó están mal en las encuestas y mi lectura es que los venezolanos están hartos de la situación actual y quieren una solución y que se restaure la democracia’. Si se analiza con cuidado, que un vocero de EEUU diga que Maduro está mal en las encuestas no es nada nuevo, pues siempre han sostenido que es un dictador impopular. Pero, que diga que Guaidó no tiene apoyo de la gente es muy significativo. Me pareció determinante para entender lo que se está cocinando contra Venezuela”, señaló el presentador.

¿Quién es el actual secretario de Estado de EEUU?
Pérez Pirela, luego del inciso sobre las declaraciones de González, pasó a desarrollar el perfil del secretario de Estado.

“Blinken es un neoyorquino con acento francés, es judío y, según muchos, sionista. Procede de una familia de diplomáticos e inversionistas. Es defensor sin fisuras de Israel, pero se desdobla para abogar por los derechos humanos frente a las prácticas de gobiernos como el de Arabia Saudí o Egipto. Cualquiera se hará esta pregunta: ¿cómo se puede defender a Israel y criticar las violaciones a derechos humanos en otros países?”.

Comentó que, desde su postura proisraelí, les ha exigido a los palestinos reconocer el Estado de Israel y acabar con la incitación, un eufemismo para ocultar la neocolonización sionista en Gaza y otros territorios palestinos.

La cercanía de Blinken con el Partido Demócrata es de larga data. Se remonta a finales de los años 80. En los 90 se vinculó a Bill Clinton como asesor en seguridad y diplomacia. Pasó la mayor parte del tiempo de esa administración como integrante del Consejo Nacional de Seguridad (NSC). Allí se selló su condición de asesor de los demócratas. Ha sido reportero de la revista The New Repúblic y ha escrito reportajes sobre política exterior para The New York Times, el The New York Times Magazine y otras publicaciones internacionales. Se mueve en el medio de la diplomacia y lo suyo en materia literaria es el relato.

Desde 1994 hasta 1998 fue asistente especial del presidente y director senior de redacción de discursos y luego de Planificación Estratégica, supervisando la planificación de la política exterior y las comunicaciones.

“Cuando Hillary Clinton perdió ante Donald Trump, en 2016, Blinken se mudó hacia la inversión de capital por lo que debe tener muchos intereses financieros que proteger. En 2017 fundó junto a otros exfuncionarios de la administración Obama la firma WestExec especializada en asesoría de políticas estratégicas, orientación en negocios financieros y análisis de riesgos políticos. Entre sus clientes se encuentran Bank of America, Fedex, Uber y Microsoft”, acotó Pérez Pirela.

En cuanto a su relación directa con Joe Biden, fue su consejero cuando era senador por Delaware; su ayudante principal y, después, asesor de Seguridad Nacional, en tiempos en que Biden fue vicepresidente (2009-2017).

Respecto a su obra previa en el campo de la política exterior, Blinken ayudó a desarrollar la respuesta de EEUU ante “la inestabilidad en Oriente Medio” durante la mal llamada Primavera Árabe que arrancó en 2011 con resultados desiguales en Egipto, Libia, Siria y otras naciones.

“Es partidario de que la diplomacia sea complementada con la disuasión y considera que la fuerza puede ser un complemento necesario para una diplomacia efectiva –leyó el moderador-. ¿Qué significa esto? ¿Línea dura, será? Parece una diplomacia derrotada porque lo propio de la diplomacia es basarse en la palabra, la mediación, la discusión”.

A Blinken se le considera uno de los principales hombres detrás del diseño de todo lo que Obama ejecutó fuera de EEUU, tanto lo negativo como lo positivo, por ejemplo, insistir en la ocupación ya empantanada en Afganistán, firmar el acuerdo nuclear con Irán y las supuestas concesiones a Cuba.

Sobre este último aspecto, recientemente aseguró que en cuanto a los reclamos de La Habana sobre restablecer el estatus previo a Trump, Washington se compromete a someter cualquier medida a la consulta de los cubano-americanos de Miami. “Esto quiere decir, que no se hará absolutamente nada. Parece una ironía”, expresó Pérez Pirela.

En muchos sentidos, Blinken es el típico demócrata, pues es un consumado belicista bajo la apariencia de lo políticamente correcto. Antes de entrar al gobierno, había lamentado que EEUU no se involucrase más en la guerra de Siria. “Esto explica por qué Biden se está llevando en los cachos a Trump y en el primer mes ya bombardeó tres países, incluyendo a Siria. Ahora se entiende más cuando vemos que el secretario de Estado se lamenta de que supuestamente EEUU no estaba involucrado. La verdad es que la de Siria es una guerra que perdió EEUU porque armó al paramilitarismo contra Bashar Al Assad y fue derrotado. El presidente sirio, con el apoyo ruso, los barrió”.

Planteó Pérez Pirela que “EEUU es un país guerrerista pero bien cobarde. Eligen países pobres, obligan a sus gobernantes a dejar las armas y después que los tienen arrodillados, los atacan militarmente. Pero incluso así han salido con las tablas en la cabeza en varias de sus guerras”.

En lo que se refiere a Europa, Blinken es un partidario de la perpetuación de la UE y por tanto, opuesto al Brexit, mediante el cual Reino Unido se ha separado. “Por cierto, en Reino Unido están diciendo que menos mal que lograron salirse porque la burocracia somnolienta de la UE ahora es cuando está en proceso de autorizar algunas vacunas en su territorio, mientras los británicos ya comenzaron a vacunar y es uno de los procesos de vacunación más intensos del mundo”.

Sobre el ascenso de China como potencia mundial, Blinken plantea que es necesaria una relación de fuerza, sin ceder terreno, pero todo indica que se abren las puertas de una obligatoria negociación. China confirmó su primer contacto con la gestión de Biden, que será en Alaska el 18 y 19 de marzo. Analistas estadounidenses dicen que Blinken es un realista pragmático, que cree en el poder de EEUU pero está consciente de sus límites. También aseguran que cuenta con la confianza plena de Biden.

A juicio del moderador de Desde donde sea, es conveniente que Blinken tenga esta percepción acerca de China, pues se trata ya de una superpotencia mundial a la que nadie puede parar. Es el  primer exportador mundial de todo tipo de productos y tiene a EEUU como su principal cliente. “¿De qué guerra comercial estamos hablando, si además China tiene comprada una parte importante de la deuda de EEUU? –se preguntó-. Esto demuestra que las cosas no son como las cuenta Netflix”.

Blinken y Venezuela
El análisis llegó así a su punto fundamental: la visión que Blinken tiene de Venezuela. “En principio, el secretario de Estado mantiene la línea de Donald Trump, empecinado en reconocer al exdiputado Juan Guaidó como supuesto presidente interino de Venezuela. Sin embargo, dijo que EEUU necesita una política efectiva que restaure la democracia en Venezuela y planteó revisar las sanciones, no retirarlas, sino ver cómo podrían apuntar más eficazmente”.

Preocupante es, en opinión de Pérez Pirela, la acusación temeraria, arbitraria y peligrosísima que Blinken dejó caer cuando dijo que EEUU evalúa si Venezuela cumple los requisitos para ser incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo. “Si es así, van como el cangrejo. Si EEUU se mantiene por la vía de las sanciones, está atornillando per sécula seculórom a Nicolás Maduro en el poder”.

Resaltó aquí las contradicciones que parece haber en el gabinete, pues el ya citado director de Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca, Juan González, ha dicho que la administración Biden no está enfocada en un individuo sino en la realización de un proceso electoral.

Por más que Blinken no ha dedicado mucho tiempo de sus apariciones públicas al tema venezolano, para Pérez Pirela es evidente que su impacto en la agenda política de la oposición en Venezuela es de primer orden.

Para soportar esta tesis, leyó extensos fragmentos del artículo titulado “Antony Blinken, el hombre que le marca el ritmo a la oposición venezolana (aunque sus dirigentes no lo nombren)”, de Ociel Alí López, publicado por el portal RT.

“El discurso que ofreció la semana pasada el nuevo secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, y en el que sentó la posición del gobierno del presidente Joe Biden de dejar en el pasado las intervenciones militares típicas de la historia de ese país, ha caído como un balde de agua fría en la oposición radical venezolana y puede catalizar el regreso de variadas tendencias del antichavismo a la arena electoral (…) Blinken ha dicho: ‘Hemos probado estas tácticas en el pasado [las intervenciones militares] y por muy bienintencionadas que sean, no han funcionado’. En este escenario, la oposición está obligada, para seguir en la pelea por el poder político, a volver a la senda electoral, una vez que han fracasado los golpes, las insurrecciones y los llamados a una invasión militar”, indica la nota.

“Muy pocos líderes opositores se han pronunciado en torno a ese discurso inaugural. Pareciera que han preferido más bien ignorarlo, lo que contrasta con el entusiasmo que les generaban los discursos de Trump y sus funcionarios cuando hacían amenazas directas y dejaban abierta la posibilidad de una invasión a Venezuela –agrega-. Desde el medio opositor y abiertamente intervencionista EVTV, su editorialista Carlos Acosta afirmó: ‘Luego de la rueda de prensa [de Blinken] (…) queda absolutamente diáfano que no habrá invasión militar en Venezuela. No hubo, no hay y parece que no habrá intención de que eso ocurra. (…) ¿Qué nos queda?’».

El artículo informa que “en una carta abierta, decenas de opositores de amplia trayectoria —entre los que se encuentran políticos, académicos, sindicalistas y empresarios— han interpelado a Juan Guaidó para que realice un giro en su política abstencionista, y acceda a liderar el retorno a los escenarios electorales. Chúo Torrealba, el excoordinador de la desaparecida Mesa de la Unidad Democrática (organización que logró el triunfo electoral más contundente de la oposición en las parlamentarias de 2015) ha planteado que es el momento de ‘acabar con la intoxicación de la salida a la fuerza’ (…) Tres días después del discurso de Blinken, Guaidó ha reconocido que asistir a las elecciones es un escenario posible si se consiguen condiciones, cambiando hacia una gramática que contempla el diálogo como opción: ‘Si me tengo que sentar con el diablo, lo haré’, algo que había descartado de plano desde que se autojuramentó a comienzos de 2019”. 

Comentó Pérez Pirela que, en rigor, sigue habiendo dirigentes que han planteado y plantean la intervención, entre quienes citó a Antonio Ledezma, María Corina Machado, Leopoldo López y Guaidó. Estos dos últimos no solo la han pedido, sino que la han intentado, como ocurrió en febrero de 2019, con aquel intento de introducir a la fuerza una supuesta ayuda humanitaria; y en mayo de 2020, con la fallida invasión de paramilitares y mercenarios con experiencia de Irak.

“La piedra de tranca de la oposición en Venezuela en estos momentos es Guaidó. No deja avanzar ninguna iniciativa que no sea capitalizada por él y por su jefe, Leopoldo López. Están dejando de lado la posibilidad de un recambio. Guaidó no lava ni presta la batea. Tiene entrampada a la oposición con equilibrios precarios a nivel internacional para que no pase nada sin él, pero con él no pasa nada tampoco. El más grande aliado de Nicolás Maduro se llama Juan Guaidó”, afirmó Pérez Pirela, de manera contundente.

Luego volvió con el artículo de Ociel López:

“El propio líder de la corriente radical, Leopoldo López, exiliado en España, ha suavizado su postura rupturista, dejando de lado el famoso mantra ‘cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres’, que acompañó la rebelión encabezada por su alumno Guaidó. Ahora, desde Madrid, parece estar aceptando la posibilidad de unas elecciones presidenciales y legislativas, ya sin poner como condición sine qua non que el presidente Maduro deje su cargo”.

Apostilló Pérez Pirela que de elecciones presidenciales no se ha hablado aún en Venezuela, pero en la Constitución está contemplada la posibilidad de un referendo revocatorio que podría hacerse el año que viene, si la oposición se organiza y lo solicita adecuadamente. Para este año lo que se plantean son unas megaelecciones que aglutinarían los comicios de gobernadores y alcaldes. “Ahora, si se dan una vez más sin participación de una parte de la oposición, no se le puede criticar al chavismo que arrase”, advirtió.

“Una cosa era Guaidó en 2019, cuando tuvo todo el apoyo de la mediática mundial, y otra es ahora, cuando ya no representa nada. Su partido es inexistente. No representa a la Asamblea Nacional porque terminó ya su período. Son una decena de desubicados que se siguen llamando diputados”, añadió.

El artículo de RT precisa que esas megaelecciones resultan apetitosas para muchos líderes opositores que tienen años viendo los toros desde la barrera. “La oposición cuenta hoy con 4 de las 23 gobernaciones, y todos los mandatarios estadales actuales han decidido participar en el evento comicial de este año. Además, muchos líderes opositores regionales calientan motores para ejercer su participación. Líderes como Henrique Capriles, Carlos Ocariz y Andrés Velázquez, que han mantenido el discurso abstencionista, se lanzarán con candidaturas a las gobernaciones”.

Al respecto, Pérez Pirela coincidió en que muchos sectores opositores van a participar porque una parte importantísima de la oposición quiere llegar a puestos de elección popular. “A López, Guaidó y compañía los odian porque se portan como los carajitos que juegan fútbol o basket y nunca pasan el balón. Quieren ser solo ellos los que anoten, pero tampoco lo hacen porque son malos jugadores –dijo. En lo que sí difiero es respecto a que Capriles se lance porque cada vez que hace la finta, los gringos lo amenazan con tocarle sus cuentas, sus empresas y sus apartamentos y él se queda tranquilo”.

En el trabajo de Ociel López se señala que “cuando Donald Trump tomó el poder en 2017, el volumen de las  demandas opositoras subió de manera intempestiva. De hecho, casi todas las tendencias del antichavismo se apartaron del camino electoral en los últimos tres comicios: regionales, presidenciales y parlamentarios (…) El lugar de uno de los más agresivos agentes, Elliott Abrams, como representante de la Casa Blanca sobre asuntos en Venezuela, luce vacante, y el jefe del Comando Sur, Craig Faller, que amenazó militarmente a Venezuela, ha sido removido. (…) Aunque la política del gobierno de EEUU de reconocer a Guaidó permanece inamovible, el estilo belicoso del funcionariado tiende a desaparecer y la cuestión venezolana no tiene un lugar privilegiado en la agenda estadounidense”.

Pérez Pirela recordó que en programas anteriores ha planteado que Biden está preparando una negociación amplia con sus principales contendientes en el ámbito internacional y que para hacerlo desde una posición de mayor fuerza se hace necesaria una línea dura inicial. “En Venezuela no veo cómo puede aplicar esa línea dura porque las medidas más fuertes no han funcionado. Ni el bloqueo ni las sanciones ni los intentos de magnicidio, invasión o golpe de Estado han sacado a Maduro de Miraflores”.

El análisis ampliamente citado finaliza señalando que “lo más difícil para la oposición en el actual momento es pedirle a sus seguidores que asistan a votar, luego de que han declarado el abstencionismo y acusando de ‘colaboracionistas’ y ‘entreguistas’ a quienes han decidido participar. Las bases opositoras pudieran desconocer su hipotético llamado y asestarle una contundente derrota a su liderazgo, sobre todo si los discursos extremistas siguen emanando de las redes sociales y los opositores radicados en el exterior continúan su política trumpista y radical”.

“Esto es clave –enfatizó, por su parte el moderador-: si cambia la posición de EEUU y la oposición extremista debe llamar a votar, ¿cómo lo hará si hasta hace tres meses votar era un pecado mortal?”.

Como conclusión, Pérez Pirela aseveró que la única solución que tiene la oposición venezolana es electoral, jugárselas con el voto y con un pueblo al que le temen mucho porque carecen de conexiones con este.

“Sigo con mi hipótesis de que detrás de la aparente línea dura de Biden, se negocia un llamado a elecciones. Y en ese caso se le presentarán a la oposición unos nuevos retos porque está dividida y subdividida, sin una organización que la estructure, mientras el chavismo tiene una maquinaria bien aceitada”, manifestó.

(LaIguana.TV)