Solo con la voz Pedro Alonso ya te traslada su papel de villano. Cuando llega al fondo del discurso, la percepción cambia. Entre Berlín, su personaje en La Casa de Papel, que hoy estrena sus últimos cinco episodios en Netflix, y este gallego no media más que el tono y la presencia física. «Cuando quieras», lanza con esa cadencia grave. Que empiece el atraco.

PREGUANTA: ¿La casa de papel es una serie política?

PEDRO ALONSO: Decididamente no, es puro mainstream, pero es que Álex Pina y Javi Gómez Santander, que la han escrito, salen del periodismo político y pulsan muy bien la realidad. Entonces juegan al entretenimiento, porque son insaciables, pero por ejemplo le meten la insatisfacción del ciudadano frente a la opresión de la bota del capitalismo sobre nuestras cabezas. De hecho, de primeras se llamaba Los desahuciados porque era un proyecto social de salida y eso se ha mantenido. Y digo esto para no regalarnos lo de serie política porque esa palabra está desgastada.

PREGUNTA: ¿Puede el mainstream colocar el mensaje político con más facilidad?

PEDRO ALONSO: Cada vez veo más claro que el relato panfletario y moralista se carga el mensaje y a veces donde menos lo esperas, un dato o una información lo cuela. Si con mi personaje te pones moralista con la nuevas sensibilidades, es impresentable, pero es que en el roce puedes encarar ciertos temas, de una forma cuestionable o no. Pero a nosotros no nos pagan por escribir catecismo y nos pagan por mover energía. Y si esa energía toca la realidad y pone a la gente a cuestionarse cosas es una maravilla.

PREGUNTA: ¿La Casa de Papel nos ha quitado complejos a la industria audiovisual española?

PEDRO ALONSO: Recuerdo cuando nos premiaron en el Festival de Montecarlo, que aún no dimensionábamos el eco de que el director del festival me cogió y me dijo que se alegraba del triunfo de los latinos, que estaba cansado de que todo fuera para los americanos y los italianos, con quien mi generación estaba acostumbrado a pegarse en los mundiales, decían que lo íbamos a petar y hablaban como parte nuestra. Ahora esos americanos sólo preguntan cómo hemos hecho esto con este dinero y con unos tarados desequilibrados de sangre caliente que generaban una afinidad en toda la gente aunque no fueran su referencia cultural de las últimas décadas.

PREGUNTA: Y hemos entrado en el terreno del cine de acción.

PEDRO ALONSO: Y a tope de potencia, incluso antes de llegar Netflix, en términos de puesta en escena, en el diseño original ya estaba eso con Miguel Amoedo [director de fotografía] y Jesús Colmenar [director], ya estábamos jugando a ser Spielberg. Al principio era un aparato tan potente que me generó inquietud, tenía miedo de no darle alma y corazón, pero a los cuatro o cinco capítulos vimos que algo se movía y la máquina estaba engrasada.

(elmundo.es)