La victoria de Gustavo Petro y Francia Márquez en Colombia sigue dando de qué hablar y por ello, el periodista Clodovaldo Hernández conversó en la más reciente edición de su programa Cara a Cara con el diputado a la Asamblea Nacional Juan Eduardo Romero, politólogo e historiador de profesión adscrito a la Universidad del Zulia y conocedor de las dinámicas colombovenezolanas. 

Abrir la frontera es una necesidad política

Tras destacar que el triunfo del Pacto Histórico el pasado 19 de junio es un factor de unificación de las izquierdas de la región porque «interrumpe una historia de dominación y de control –en términos marxistas, de lucha de clases– en Colombia» y «genera el camino de una esperanza», en términos de la realidad concreta de la relación colombovenezolana, un punto de coincidencia entre Caracas y Bogotá se refiere a la apertura de la extensa frontera común para reanudar el comercio binacional, que se remonta a tiempos coloniales. 

«Llegó un momento en el que ese intercambio formal, real, legal –y lo resalto– llegó a los 13.000 millones de dólares», apuntó. A esto añadió que a raíz de los gobiernos uribistas, la relación entre las dos naciones se vio ensombrecida por «la perspectiva conservadora de la sociedad política colombiana», lo que permitió que se ejecutaran «un conjunto de operaciones» que en su juicio se inscriben dentro del país que asumió el papel de sede de una guerra subsidiaria contra Venezuela. 

En sus dichos, estas acciones incluyen ataques en «lo económico, lo militar, la inteligencia, el tráfico de drogas, el tráfico de armas, operaciones encubiertas, etcétera», que ha dado lugar a «un macromercado» de operaciones ilícitas que asciende a los 30.000 millones de dólares, según estimaciones del Centro de Investigación de Estudios Políticos y Estratégicos de la Universidad del Zulia, y que se usaría para financiar a grupos paramilitares, la parapolítica y diversas modalidades de desestabilización, particularmente en la zona fronteriza. 

«En términos más reales –y comprendiendo lo cuidadoso que hay que ser, por las dificultades internas que va a tener Petro–; sin embargo, nosotros tenemos profundas esperanzas de que ese punto de coincidencia nos permita reabrir el intercambio fronterizo, porque la frontera está abierta con limitaciones. Y la frontera está totalmente abierta en la actividad ilegal a través de las trochas», indicó. 

De acuerdo con las cifras derivadas de sus investigaciones, se han identificado unos 2.500 pasos irregulares a lo largo de los 2.219 kilómetros de la extensa frontera común, que se concentran principalmente en el recorrido entre los estados Táchira y Zulia, del lado venezolano, y en parte del estado Apure. 

Esta situación, detalló «exige del Estado venezolano un constante patrullaje», pero es imposible de erradicar «si del lado de Colombia no hay una colaboración», aún cuando Venezuela destinara a todos sus efectivos castrenses a labores de vigilancia fronteriza. 

Sobre estas bases y a partir de los anuncios realizados por el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, el parlamentario argumentó que la administración que sucederá a Iván Duque en el Palacio de Nariño comprende la situación, lo que hace factible que se normalicen las relaciones entre Caracas y Bogotá. 

Petro ganó el gobierno pero no ostenta el poder

Romero fue enfático cuando aseguró, que «Petro tiene el gobierno» pero «no tiene el poder», una situación que a sus ojos es semejante a la que vivió el expresidente Hugo Chávez entre su elección de 1998 y las elecciones de relegitimación de poderes del año 2000, que siguieron a la Asamblea Nacional Constituyente y a la aprobación de una nueva Carta Magna. 

«Petro tiene el gobierno de la República de Colombia pero no tiene el poder, cosa que se manifiesta en: uno, no tiene mayoría ni en la Cámara de Representantes ni en el Senado; dos, no tiene mayoría en las alcaldías ni en las gobernaciones», puntualizó, a lo que añadió que «los grupos económicos que potencian la narcopolítica en Colombia no están cercanos a Petro», tampoco lo está el poder mediático y recibe la herencia de que Colombia sea socio global de la OTAN. 

A su parecer, estas dificultades quedaron de manifiesto en el primer discurso que dio el líder tras su victoria en las urnas el domingo, en el que aseguró que apostaría por el capitalismo, no realizaría expropiaciones, en un intento por evitar cualquier comparación con el modelo venezolano. 

«Luego, la segunda parte de su discurso es el tema que le agrega Francia Márquez, que es el de ‘vivir sabroso’, una sociedad de paz en donde no haya muertos, donde el Estado no desaparezca. Es un tema delicado, pero es un tema que convoca», señaló. 

Así, mientras la primera parte del discurso iba orientada a bajar «la presión de los inversionistas, pensando Petro en el riesgo país, pensando en las dificultades que va a tener porque ha anunciado su interés en transformar a Colombia en una economía verde; en un país (…) en el que el tema petrolero-minero-extractivo realmente es muy fuerte».

Empero, el politólogo advierte en este programa una contradicción que no parece tener rápida solución, pues en la campaña electoral «se comprometió a la gratuidad de la enseñanza, a un programa de derechos humanos a un programa de reducción de la pobreza» y para ello requerirá de «ingresos fiscales», que dependen de manera importante del extractivismo y atentan contra su pretensión de desarrollar una «economía verde». 

«Surge la pregunta, ¿de dónde va a sacar el financiamiento para los programas sociales? Tiene que hacer un reajuste tributario y eso lo hace el Congreso. En el Congreso no tiene mayoría», enfatizó. 

Pese a las limitaciones, Petro sí podría dejar algunos saldos positivos 

Aunque resulta evidente que Gustavo Petro tendrá que hacer frente a importantes limitaciones, el diputado venezolano considera que aún dispone de un cierto margen de maniobra que le permita articular legitimidad y convocar al pueblo colombiano en torno a temas centrales, sin las ventajas que le daría la convocatoria a un proceso constituyente. 

«Tiene que hacer algo que convoque. ¿Qué puede unir a todos los colombianos? El tema del Estado de Derecho, el tema del cumplimiento de los acuerdos de paz, el tema de la distribución de la tierra, el tema que acá le decimos ‘ecosocialista’ y allá llaman ‘la economía verde’. Son temas que pueden servirle para congregar», evaluó.

No obstante, aún no está claro cuál será la prioridad del gobierno del Pacto Histórico, pero ya hay algunas muestras de que figuras de la política tradicional participarán de la gestión, al menos en una primera etapa. 

De nuevo, el experto comparó esta situación con los primeros gabinetes del expresidente Chávez, de los que formaron parte agentes conservadores y miembros de administraciones previas «para no generar una ruptura» en el marco de un proceso más grande de transición insuflado por la Constituyente. 

De este modo, en su opinión, aunque Petro no tiene cómo jugarse esta baza, se ha tenido noticia de sus conversaciones con los expresidentes César Gaviria y Ernesto Samper, figuras destacadas del Partido Liberal colombiano y de adversarios políticos como Sergio Fajardo y Federico «Fico» Gutiérrez.  

Así, en general, valora que el recién electo mandatario apostó a «un discurso no confrontacional, porque entiende la limitación de su período, que no tiene el poder y tiene que tranquilizar las aguas, porque ha generado un revuelo». 

La relación estratégica entre Colombia y EEUU no cambiará

El diputado Juan Eduardo Romero asegura que no es factible esperar cambios sustanciales en la relación entre Colombia y los Estados Unidos, una vez Gustavo Petro asuma la presidencia, pues de ello dan cuenta sus propias declaraciones, en las que aludió a dos llamadas «importantes»: la del presidente estadounidense, Joe Biden, y la de su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, así como su abordaje del tema en el transcurso de la campaña electoral.

En ese orden recordó que en la carrera por la presidencia, «evitó hablar de las bases» porque se trata de un tema espinoso, que hunde sus raíces en el propio inicio de la vida republicana colombiana. 

«Colombia, desde su historia republicana hasta la actualidad, ha sido una pieza importante en la doctrina de seguridad y defensa de los Estados Unidos, desde la formulación de la Doctrina Monroe hasta la actualidad», detalló, a lo que sumó que «las Fuerzas Armadas son un elemento de gobernabilidad en cualquier país y en Colombia, más».

Así las cosas, argumentó que «plantear un cambio en esa relación es bajar al siguiente nivel, es plantear un cambio en la seguridad y la defensa de las Fuerzas Armadas de Colombia» en términos de entrenamientos, desplazamientos y organización. 

No obstante, a su parecer esto no debe interpretarse como que las cosas se mantendrán iguales que durante las administraciones uribistas, pues es posible que Petro «difumine» o «suavice» el tema, con lo que también podría esperarse una disminución de las «operaciones encubiertas» realizadas por el Ejército colombiano con el respaldo de la inteligencia estadounidense y que han implicado desde intentos de desestabilización y magnicidio en Venezuela hasta el asesinato de excomandantes de las FARC en el límite de la frontera. 

«Con Petro pudiéramos ver una reducción de eso, para no entrar en un punto de conflicto con el presidente constitucional y con la República Bolivariana de Venezuela, pero eso no significa que la relación estratégico-militar vaya a cambiar», reiteró. 

Confrontación con terratenientes y regreso de desplazados

Desde el punto de vista de la política que Gustavo Petro implementará para atacar de raíz el negocio del narcotráfico, el historiador y diputado venezolano sostiene que es esperable «un esfuerzo mayor en la reducción de los cultivos», que lo conducirá a una «confrontación directa con la estructura latifundista», visto el alto porcentaje de tierras concentrado en pocas manos que hay en Colombia. 

«Es decir, la burguesía y los grandes grupos económicos colombianos que sí están dedicados a la actividad agrícola y a la actividad ganadera, también se dedican al cultivo de hojas de coca y esos implicaría una política de confrontación», detalló.

De este modo, como la política esperable es que intente controlar la producción de drogas, se topará inevitablemente con la terrofagia, un obstáculo para cumplir con la promesa de reivindicar a los campesinos y víctimas del desplazamiento forzado bajo un enfoque de derechos humanos. 

«Es decir, las reivindicaciones de los sectores campesinos, la vuelta a su terruño va a ser una política de atención a los desplazados forzados –eso sí, porque lo va a congregar– y va a manejar con mucho cuidado, en mi criterio, el tema de la entrega de la tierra que está concentrada en pocas manos». 

Esta difícil situación a la que tendrá que enfrentarse Petro, le hace pensar al venezolano en que al mandatario electo le tocará ejercer el papel de «un malabarista en la cuerda floja» durante sus cuatro años de gestión. 

La carta de Petro para manejar la relación con las FF.AA.

En criterio del parlamentario venezolano, la relación de Gustavo Petro con las Fuerzas Armadas –cuyos mandos tienen un historial elitista– es, a no dudarlo, «otra línea de conflicto» con la que tendrá que lidiar durante los próximos cuatro años, pero dilatada experiencia en las arenas políticas le da una ventaja que no tuvo ni siquiera alguien como Chávez, que pese a provenir de las filas castrenses, no pudo evitar que se concretara un golpe de Estado en su contra. 

Así Romero sostiene que Petro es un «tipo curtido», al punto que su más acérrimo adversario, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha dicho públicamente que «es más peligroso que Chávez, porque es más inteligente». 

Dejando de lado el intento de Uribe «por desvirtuar la inteligencia» del líder bolivariano, el diputado apunta que el presidente electo de Colombia «tiene la propia actitud del colombiano andino (…): comedido, inteligente, mide muy bien sus palabras, las calcula», lo que «le da una ventaja para abordar temas tan escabrosos como el tema de la relación entre el poder civil y el poder militar en Colombia, como el tema de la violación a los derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas colombianas, como el tema de los desplazamientos y los falsos positivos, en los cuales está inmiscuido el Ejército». 

En cualquier caso, vaticina que es muy posible que tome «algunos casos que sean emblemáticos, inocultables, e intente que la justicia colombiana actúe», pero sin inmiscuirse en el curso de los acontecimientos, porque su proceder se guía sobre la tesis de «la separación de poderes». 

Puntos de contacto para la relación con Venezuela

De regreso a la relación binacional entre Venezuela y Colombia, el politólogo proyecta que la nueva administración en la Casa de Nariño buscará relacionarse con Venezuela a partir de lo que los teóricos de la negociación llaman «zona de acuerdo posible» y dejará por fuera aquellos temas más controversiales sobre los cuales no hay acuerdo a la vista o claramente representan un foco de conflicto. 

«¿Dónde coincidimos? En la apertura de la frontera para la restitución de las actividades comerciales, que beneficia a ambos. Posiblemente, después pueda haber un escalamiento. ¿Otro tema? Derechos humanos en la frontera. Es decir, cómo generamos políticas binacionales, donde el Estado colombiano haga aportes, donde el Estado venezolano haga aportes, para atender los problemas de salud, de pandemia, de educación», ilustró.

En la misma línea argumentativa indicó, que es muy posible que también resurja la idea de restablecer las comisiones binacionales, que tradicionalmente se ocupan de diseñar e implementar políticas comunes en salud, transporte, ambiente e intercambio comercial en las zonas de frontera.

Desde su punto de vista, para Petro y su gobierno podría ser atractivo incorporarse a la Zona Económica Especial de La Guajira contemplada en un instrumento jurídico que ya está para segunda discusión en el Parlamento, sobre la base del Acuerdo de Libre Navegación firmado en 1941 y que permite la circulación de embarcaciones a través de los ríos compartidos. 

Para Colombia resulta vital retomar este acuerdo, toda vez que las materias primas que se extraen en el oriente colombiano –carbón y productos del campo, incluyendo pasta de coca– requieren 21 o más horas de carretera antes de arribar a algún puerto del Pacífico o el Caribe, un lapso que se reduce a apenas siete u ocho horas si se usan los puertos del Sur del Lago de Maracaibo, explicó.

Francia Márquez será el epicentro de la popularidad de Petro

Para finalizar el debate con Clodovaldo Hernández, al ser inquirido por el papel de Francia Márquez en el gobierno del Pacto Histórico, Juan Eduardo Romero afirmó que ella será «el epicentro de lo que puede significar que, efectivamente, Petro mantenga su popularidad o no», antes que un simple complemento o figura de segundo orden, porque ha puesto en el centro de la discusión política colombiana temas otrora acallados como el racismo y la violencia patriarcal, a los que sumó el concepto «Vivir sabroso». 

«Vivir sabroso es un concepto muy interesante, que si bien no tiene la fuerza del ‘Buen vivir’, sí tiene la fuerza común de la resistencia. Es la sociedad afrocolombiana diciendo que vivir sabroso es vivir en paz; vivir sabroso es tener estabilidad económica; vivir sabroso es asegurar mis fuentes de empleo; vivir sabroso es vivir en relación con el medio ambiente», comentó.

Así las cosas, en su opinión, el discurso de Francia Márquez «es una agenda de acción pública que puede mover, que puede convocar, que puede reunir y que, si bien es conflictiva, es mucho menos conflictiva que salirse de la condición de socio global de la OTAN, es menos conflictiva que enfrentar los problemas del latifundio, es menos conflictiva que enfrentarse a los grandes grupos de la narcopolítica, es menos conflictiva que restarle papel a la sociedad militar colombiana».

Por estas razones, la vicepresidenta electa estará en «el epicentro de la ruta política» y ayudará a Petro «a compensar» sus deficiencias y limitaciones, porque además está dotada de gran paciencia y aplomo.  

«Creo que Francia Márquez va a ser esa estrella polar para Petro y para la sociedad colombiana. Y va a permitir, en mi criterio, avizorarse como la continuidad del ciclo progresista en Colombia», concluyó. 

(LaIguana.TV)