En una rueda de prensa este lunes 11 de julio, el fiscal general de la República, Tarek William Saab, presentó la confesión de Maxiorisol «Mayi» Cumare, quien admitió durante las entrevistas del pasado fin de semana haber pagado para asesinar al profesor y sociólogo Carlos Lanz. 

El Fiscal mostró un video en que la propia Mayi Cumare narra que tres meses antes de la desaparición de Lanz, ella pidió a Castellanos la contratación de los sicarios para llevar a cabo el crimen. Luego de la confesión, Cumare admitió su disposición para enfrentar esta declaración ante el juzgado. 

Asimismo, mostró y leyó la transcripción de la audiencia en la que se imputó a Cumare en la que ella pidió autorización, apegándose a las leyes venezolanas, para presentarse en condición de delatora, y «aportar el conocimiento de los sucesos implicados a la desaparición de Carlos Lanz». 

La confesión de Cumare coincidió con lo que había ya dicho Glen Castellano, de quien se reveló este lunes pertenece a la banda criminal «Tren de Aragua». Castellanos, encargado de contratar a los sicarios, presuntamente habría recibido 3.000 dólares por parte de Cumare para ejecutar el plan de asesinato. 

Se revelan otros detalles del caso 

Se conoció anteriormente que Castellanos había estado preso dos veces: una en Tocorón (en el estado Aragua) y otra en Puente Ayala (Anzoátegui), y además sostenía una relación extramarital de larga data con Cumare, según sus propias palabras y la delación de Maryuri Acevedo, doméstica de la familia por 20 años. 

Acevedo además relató a la Fiscalía que la relación entre Lanz y su esposa era hostil. En particular, aseguró que la mujer acostumbraba a maltratarlo y vejarlo sin que aparentemente él hiciera nada para defenderse, puesto que producto de la edad, padecía varios problemas de salud y se encontraba en una condición física disminuida. 

Del mismo modo, la extrabajadora doméstica relató que el dirigente sufría de insomnio y solía levantarse sobre las 5:30 de la mañana y que su esposa no solía prepararle el desayuno. Esto, combinado con las experticias telefónicas el día del crimen y la advertencia de los psiquiatras forenses sobre las mentiras que contenía su testimonio, terminaron de echar por borda la versión que Mayi Cumare ofreciera a las autoridades sobre lo que ambos habían hecho el 8 de agosto de 2020, día que se vio a Lanz por última vez. 

En todas las entrevistas realizadas antes de principios de julio, Cumare sostuvo que abandonó la vivienda común a las 8:30 am mientras Lanz dormía y después de haberle preparado un desayuno –arepa rellena con huevos y un café–, pero las pesquisas mostraron que ella había salido del sitio una hora después y había apagado su teléfono celular en el momento en el que se produjo la desaparición. 

La investigación también arrojó que Cumare mintió al atribuir a la directiva del Inces la orden de ejecutar un operativo de limpieza ese día. Luego de la confesión de Glen Castellano –ratificada ante un tribunal y respaldada por la evidencia–, se determinó que había sido la coartada que ambos habían planeado para cubrirse las espaldas, de cara a la investigación que ya sabrían que vendría. 

Castellano acudió al Inces de Maracay con el pretexto de entregarle a Cumare un ejemplar de «El zambo Andresote», escrito por Marcial Rodríguez, que supuestamente ella le habría pedido con «urgencia». 

Saab precisó que, si bien ambos repitieron con precisión el nombre y el título de la obra, Cumare no solo ocultó su relación sentimental con Castellano, sino que intentó hacerlo pasar por un bibliotecario, profesión que no se correspondía con su historial delictivo ni con sus modos de expresión. 

Él, por su lado, fue incapaz de ofrecer detalles acerca del contenido de la obra a los fiscales, al tiempo que Cumare pretendió presentarla como una pieza escrita por un tío de Castellano, cuya edición estuvo al cuidado de una imprenta de su familia, lo que se comprobó que era falso. 

Otro aspecto de la investigación que sigue en marcha son los presuntos actos de corrupción cometidos por Cumare y su entorno, y que habrían sido el móvil para el secuestro, asesinato y desaparición del profesor Carlos Lanz. 

Según las declaraciones de Castellano –corroboradas con la evidencia y referidas por el fiscal general–, él y Tito Viloria eran proveedores del Inces Maracay y pagaban una comisión de 20 % a Mayi Cumare por cada contrato. 

Asimismo, Viloria, a quien se sindica de haber sacado a Lanz de su residencia como parte del plan para su asesinato, de prestar una propiedad en el estado Cojedes para el sicariato y de ser el testaferro de Cumare, la habría acompañado por años como lugarteniente en distintos cargos que ejerció en la administración pública. 

Las pesquisas además apuntan a que Tito Viloria habría ayudado a tramar el crimen y las acciones posteriores emprendidas por el grupo para desviar la atención de las autoridades y de la opinión pública hacia otras hipótesis, que incluyeron el secuestro político y la desaparición forzada por parte del Estado venezolano. 

Darwin Zambrano, expareja de Alyeska Gil, hija mayor de Cumare, aseveró que las propiedades de Viloria que mencionó Castellano en su delación y cuya existencia ya fue establecida por el Ministerio Público, en realidad pertenecen a su antigua suegra. 

De otro lado, al ser inquirido por la prensa sobre la implicación en el crimen de Gil y su hermana menor, Abyayala Lanz Cumare, el funcionario aseguró que, aunque permanecen preventivamente detenidas, de momento, no hay nada que las relacione con el terrible hecho. 

La línea de tiempo del crimen

De acuerdo a la reconstrucción del Ministerio Público con base en los testimonios de los implicados y la evidencia forense, el profesor Lanz salió de su casa el 8 de agosto de 2020 cerca de las 8:30 am para encontrarse con Tito Viloria, quien lo habría contactado para pedirle que acudieran a una reunión en Mariara (Carabobo) con las milicias, porque había una conspiración para derrocar al Gobierno Bolivariano. 

Glen Castellano refirió que él siguió de cerca el automóvil en el que viajaba Lanz junto a Viloria hasta que el militante revolucionario fue asaltado, maniatado y obligado a abordar un tercer vehículo, en el que se desplazaban los sicarios que había contratado tras la petición que le hiciera Mayi Cumare, tres meses atrás. 

En su decir, Cumare le manifestó que estaba harta de que su esposo fuera una traba para sus negocios de corrupción y que había llegado el momento de desaparecerlo. Él habría cumplido con la instrucción, contactando a un pran de la cárcel de Tocorón para que le facilitara los sicarios. La operación habría costado 8.000 dólares, de los cuales 5.000 se habrían entregado a los perpetradores materiales.  

Una vez concretada esta fase del plan, Castellano regresó a Maracay y se encontró con Cumare en la sede del Inces, donde se les vio hasta el final de la tarde. Entretanto, Lanz era conducido a la finca La Fortaleza, propiedad de Viloria ubicada en el estado Cojedes y allí fue mantenido cautivo hasta que él llegó, ya en horas de la noche. 

Según su versión, los sicarios condujeron al profesor al borde de una fosa que habían cavado el día anterior y le informaron al profesor que lo iban a matar. Le propinaron dos disparos en la cabeza a quemarropa y su cuerpo cayó inerme en el hueco. 

No obstante, Mayi Cumare habría dado instrucciones precisas para que desaparecieran en cadáver. Así las cosas, el capataz de La Fortaleza y los sicarios sacaron el cuerpo de la tumba, lo tasajaron y se lo dieron de comer a los animales. 

(LaIguana.TV)