A poco menos de dos meses para que finalice un 2022 marcado por una guerra que involucra a todo el mundo (la librada en territorio ucraniano). Un año en el que se han visto todas las provocaciones inimaginables a potencias militares y nucleares como Rusia y China. China, aun siendo protagonista, no muerde anzuelos.

En tiempos de liderazgos y vocerías decadentes en Occidente, el mundo se ha podido deleitar al ver a los representantes chinos hablar con una seriedad y serenidad implacables, que acompaña a la sátira de la vocería rusa encarada en María Zajárova, pero que a diferencia de esta decide responder solo cuando es pertinente y en extremo necesario hacerlo, no por fingir indiferencia sino porque realmente están ocupados del otro lado de la esfera, trabajando en su Ruta de la Seda, ocupándose de su orden interno, desarrollándose, siempre, con eso que caracteriza su cultura y le distingue de las modas de occidente: la vastedad, lo sostenible en el tiempo, lo milenario y trascendente.

En una nueva entrega de Entre Líneas, la comunicadora e investigadora Naile Manjarrés aborda en qué anda el gigante asiático y cómo se la ingenian los medios de comunicación occidentales para intentar negar, opacar, maquillar o tergiversar lo que ocurre en un país que ha tenido la habilidad los últimos años de pasar de ser el epicentro de la pandemia de covid-19, sin dejar de sostenerse como uno de los ejes de las transformaciones globales a largo plazo.

Los últimos movimientos

China sigue afianzando relaciones comerciales con diversos países bajo criterios de respeto de las decisiones y convicciones políticas de sus aliados, por muy diferentes que sean, sin iniciar guerras que perjudiquen a quienes dicen proteger y apoyar, como, por ejemplo, lo hace Estados Unidos con la Unión Europea.

Mientras tanto, los funcionarios públicos, los políticos, intelectuales y medios de comunicación occidentales no escatiman en excusas para entrometerse en asuntos que principalmente no comprenden y, en segundo lugar, que necesitan minimizar porque los deja en evidencia como sujetos impotentes: por ejemplo, que la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, no estuvo ni seis meses en el cargo, que del presidente de EE.UU, Joe Biden, solo se sabe cada vez que se viraliza un video que demuestra su delicado estado de salud mental, mientras el presidente chino Xi Jinping no ha cedido ni un ápice a las provocaciones occidentales e ingresa a su tercer mandato.

Hace dos semanas concluyó el Congreso del Partido Comunista chino y más de 2 mil delegados concluyeron reformar de manera integral de los estatutos del partido para suprimir y frenar con determinación (sin negar el empleo de las armas) las fuerzas separatistas que abogan por la “independencia” de Taiwán y llevar a cabo y con firmeza la construcción política del ejército, fortalecerlo mediante reformas, logros científicos y tecnológicos y sumar personal altamente profesional, es decir, seguir priorizando lo que ocurre en su territorio, en sus verdaderos dominios.

(LaIguana.TV)