En su programa Desde Donde Sea, Miguel Ángel Pérez Pirela analizó los resultados de las elecciones de medio término que se celebraron el pasado martes 8 de noviembre en EEUU, pues sorprendieron a propios y extraños.

Se pensaba que los republicanos «iban a arrasar contra los demócratas, es decir, con Joe Biden, pero no fue del todo así. Es más, no se concretó el escenario estimado como más probable: que el Partido Republicano, con Donald Trump a la cabeza, arrasaría en la Cámara de Representantes y tendría la mayoría en el Senado, relató.

«Eso no pasó. Yo fui uno de los que pensó que eso iba a pasar, en honor a la verdad», reconoció.

Acotó que si bien todavía no se han anunciado resultados oficiales de la contienda, la tradición en el país norteamericano es que distintos medios de comunicación publiquen sus proyecciones, que en general, suelen parecerse bastante a las adjudicaciones comunicadas una vez concluya el conteo de votos.

En alusión al funcionamiento del sistema electoral estadounidense, Pérez Pirela puntualizó que «es un conteo lento, que en algunos lugares puede durar días, pero nadie critica la democracia de los Estados Unidos».

«Aquí en Venezuela, por ejemplo, si a las 11:00 pm del mismo día de las elecciones no han llegado los resultados, se forma un revuelo y dicen que no es una democracia. En los Estados Unidos hay estados donde se tardan, tres, cuatro días y hasta una o dos semanas en llegar los resultados y nadie dice nada», comparó.

De regreso al tema central de su disertación refirió que desde la misma madrugada de este miércoles, estaba claro que el Partido Republicano lograría la mayoría en la Cámara Baja, pero no por el amplio margen que habían pronosticado casi todas las encuestas y opinadores especializados.

Para profundizar sobre este asunto, sintetizó lo reseñado en el artículo «Republicanos recuperan la Cámara de Representantes (+Mapa)», publicado en el portal de LaIguana.TV.

A ese respecto puntualizó que con las estimaciones de CNN correspondientes a la mañana de este 10 de noviembre, los republicanos obtuvieron 209 escaños en la Cámara Baja y los demócratas 191, al tiempo que 35 asientos siguen en disputa, pero con tendencia a inclinarse hacia el lado republicano.

No obstante, observó, en la Cámara Alta la historia es diferente, puesto que el gobernante Partido Demócrata disponía de una muy estrecha mayoría, garantizada por el voto de la vicepresidenta Kamala Harris y hasta el momento, los republicanos han cosechado 49 plazas y les bastarían dos más para hacer mayoría, al tiempo que los demócratas vencieron en otras 48, lo que implica que el partido nominalmente vencedor contará con una mayoría muy frágil, que puede quebrarse en cualquier momento.

Las proyecciones de CNN indican que habrá segunda vuelta en el estado de Georgia (ningún candidato consiguió más del 50 % de los apoyos) y no se han anunciado pronósticos en Arizona y Nevada, pues la estrechez de los resultados lo impide, destacó.

En su opinión, aunque es cierto que las elecciones de medio término suelen favorecer a la oposición, en esta oportunidad se esperaba una «ola roja» –es decir, supremacía republicana en gobernaciones, gobiernos locales y el Congreso– en razón del descontento con la gestión de Biden, pero eso no sucedió sino que se agudizó la polarización existente.

«Aquí no cabe el dicho: ‘más vale bueno conocido que malo por conocer’, porque el ‘malo conocido’ fue Trump y la gente le está escapando a Trump», apreció.

Pérez Pirela explicó que en esta clase de comicios, los votantes suelen priorizar la agenda interna y el 8 de noviembre parecieran haber apostado a un gobierno de consensos que les garantice soluciones para sus demandas y problemas concretos, muchos de ellos de larga data.

Empero, a su juicio, si se hila más fino, esta interpretación se queda corta, toda vez que muchos creyeron que Donald Trump, que abandonó la Casa Blanca en enero de 2021 con un capital político superior al que tuvo al inicio de su mandato, funcionaría como portaaviones de los conservadores y no fue así.

Del mismo modo, se vaticinó que el exmandatario utilizaría esta campaña electoral como plataforma para anunciar su candidatura para las elecciones presidenciales de 2024, en las que hasta el martes figuraba como un muy posible vencedor.

«Dijo hace poco que la semana que viene daría un gran anuncio», recordó, antes de comentar que contra todo pronóstico, Trump devino en una especie de plomo en el ala para los candidatos a los que respaldó, lo que dejó al descubierto que la herida política que sufrió al perder la reelección en 2020 y su tentativa por desconocer los resultados, le pasaron una factura mucho mayor a la esperada.

Para contraponer el inesperado fracaso de Trump en las urnas, indicó que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ganó un segundo período con un muy amplio margen, afianzando al estado –que suele ser decisivo para definir contiendas presidenciales– como un bastión republicano y erigiéndose de facto como el líder más legitimado de la tolda.

«DeSantis, como se dice en Venezuela, le va a comer la arepa a Donald Trump. Y ahora se viene una guerra a muerte entre Trump y DeSantis. Ya Donald Trump comenzó a propinar insultos. De Santis tiene 44 años y es del ala más conservadora dentro de los republicanos. Cuidado y no termina con quitarle la candidatura presidencial a Donald Trump», advirtió.

Sobre este asunto detalló que el emergente liderazgo de DeSantis no parece haber tomado por sorpresa a Trump, porque en medio de la campaña por las elecciones de mitad de período, advirtió al político que si presentaba su nombre para las presidenciales de 2024, estaría «cometiendo un error».

Entonces, el comentario pasó como otro más dentro de las habituales agresiones verbales del expresidente, pero el éxito de Ron DeSantis en las urnas –ampliamente explotado en los medios– devela que es un rival que podría entorpecer los planes de Donald Trump para volver a la Casa Blanca.

Sobre las fortalezas de DeSantis frente a Trump mencionó que es relativamente joven –tiene 44 años–, su familia es muy adecuada para las fotos de la prensa –una esposa periodista de un medio local y tres hijos pequeños– y se ha mostrado eficaz en capitalizar el discurso ultraconservador.

En particular refirió que sus actuaciones ante asuntos polémicos como el aborto, el racismo, la diversidad sexual o la migración han sido consideradas «firmes» por sus partidarios, que defienden que esta es la base de su popularidad y no los escándalos reseñados en los tabloides.

El comunicador ofreció otra posible lectura de los resultados, según la cual, aún perdiendo, el Partido Demócrata es ganador. Desde su punto de vista, eso es parcialmente así, aunque debe acotarse que ello sucedió muy a pesar de Joe Biden y su equipo de gobierno, quienes están mal valorados ante la opinión pública.

Acerca de los efectos de este rechazo a la administración Biden destacó que con su pobre desempeño, «elevaron a republicanos como DeSantis incluso al nivel de presidenciables».

No obstante, para captar adeptos, los demócratas dejaron al actual presidente en un costado y desempolvaron al carismático Barack Hussein Obama para que pidiera votos en los actos proselitistas.

El cambio de vocero vino aparejado de una estrategia hábil: priorizar la defensa de derechos como el aborto, el matrimonio entre personas de la comunidad LGBTIQ+ o el acceso a los subsidios por encima de promesas de gestión concretas, así como presentar los comicios como un combate entre «la democracia» y el autoritarismo.

Aunque la apuesta fue ampliamente criticada por no estar en sintonía con las necesidades más sentidas de la población fue mucho más exitosa que lo que habían pronosticado sus detractores.

Para finalizar subrayó que sin embargo, las cosas tampoco pintan bien para el Partido Demócrata en la carrera presidencial, puesto que ocho de cada 10 votantes demócratas rechaza la postulación de Biden a un segundo mandato y a diferencia de lo que ocurre en el Partido Republicano, no se vislumbra quién podría ser su próximo abanderado. 

«Todo indica que, a esta altura del partido todavía es muy difícil prever cuáles serán los dos posibles candidatos –demócrata y republicano– para las elecciones de 2024.

La cosa está que arde dentro del Partido Republicano. La guerra entre Trump y DeSantis va a ser a muerte; Biden no está en condiciones de un segundo mandato seguido (…) porque está sufriendo los efectos de la vejez: cada vez está más disperso y desconcentrado, no solamente de la realidad política sino del entorno cotidiano», concluyó.

(LaIguana.TV)