Un nuevo foco de guerra podría estar a punto de abrirse en Europa del Este con el aumento del conflicto entre Serbia y Kosovo, otra las herencias de la violenta intervención que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hizo en la entonces Yugoslavia, a finales del siglo pasado. 

El tema también fue revisado por Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea. 

“Existe una preocupante escalada en Europa del Este, una zona donde, por lo demás, ya hay una guerra activa”, advirtió.  

Seguidamente, comentó que el año pasado, en esta fecha, se despidió del programa con el pronóstico de que en 2022 habría guerra en Ucrania y así fue. “Ojalá esto no se repita con este caso de Serbia y Kosovo”, dijo. 

La situación actual

En los últimos meses ha ido en ascenso la tensión nunca superada entre Serbia y Kosovo. La explicación del conflicto hunde sus raíces en la terrible desintegración yugoslava. 

Kosovo declaró unilateralmente su independencia en 2008 con el apoyo de la OTAN, pero Serbia lo sigue considerando parte de su territorio. El reconocimiento de Kosovo como Estado es parcial, pues solo una parte de los países han aceptado su independencia. 

La última escalada de este conflicto separatista se desató cuando las autoridades kosovares empezaron a imponer multas a los vehículos serbios que no tienen la matrícula del país, aunque vale decir que a mediados de noviembre, la Unión Europea consiguió que las partes pactaran un acuerdo de circulación.  

Sin embargo, en paralelo discurre una crisis política en el norte de Kosovo, donde representantes políticos de Serbia anunciaron su retiro de las administraciones municipales, los tribunales y la policía, lo que obligó a un anuncio de elecciones anticipadas fijadas inicialmente para el 18 de diciembre.  

Sin embargo, la presidenta kosovar, Vjosa Osmani, anunció que los comicios se pospondrán hasta una fecha no especificada de abril de 2023, debido a la creciente conflictividad.  

El detonante de los choques callejeros fue la detención de un expolicía serbiokosovar, en medio de denuncias de trato discriminatorio por parte de la mayoría albanokosovar y de amenazas de envío de fuerzas especiales para despejar las carreteras cerca de la frontera con Serbia.  

La chispa también llegó a Belgrado, la capital serbia. El presidente Aleksandr Vucic anunció que solicitará formalmente al comandante de la Misión de Mantenimiento de la Paz de la OTAN en Kosovo, el despliegue de fuerzas serbias en el norte de lo que cataloga como “provincia rebelde”, con base en la Resolución 1244 de la ONU. 

Vucic se adelantó a posibles críticas y acusó a Estados Unidos y a las autoridades kosovares de incumplir con lo estipulado en la referida resolución y les echó en cara el haber “creado un monstruo” durante las guerras yugoslavas, al que le dieron los toques finales hace 14 años con la promoción de la independencia de Kosovo.  

Acompañó estos señalamientos de una inquietante denuncia: según él, el gobierno kosovar estaría aprovechando la situación para ejecutar una limpieza étnica sobre la minoría serbia en ese país.  

Alemania, una de las voces cantantes de la Unión Europea y la OTAN, dijo a través de su ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, que “sugerir que se envíen fuerzas serbias a Kosovo es completamente inaceptable”, con lo que refrendó el apoyo de la OTAN a Pristina, la capital kosovar.  

Para empeorar la situación, Kosovo introdujo este miércoles su solicitud de ingreso a la Unión Europea –pese a que España, Eslovaquia, Chipre, Grecia y Rumania no han reconocido su independencia–, lo que ha sido interpretado como un acto de provocación que no ayudará en lo más mínimo a apaciguar los ánimos.  

En paralelo, Vucic se reunió con representantes de la Unión Europea y con el subsecretario de Estado de los Estados Unidos para los Balcanes, Gabriel Escobar, quienes antes habían sostenido encuentros idénticos con las autoridades kosovares. 

En posición adelantada, Escobar expresó que Pristina (la capital donde funciona el gobierno kosovar) contaba con “amplias garantías de seguridad” por parte de Washington y sus aliados, aunque manifestó que esperaba que la crisis pudiera destrabarse en el futuro cercano.  

En cierta manera, la postura del funcionario estadounidense fue el prólogo para lo que luego sucedió: las negociaciones no avanzaron y el tono subió, pues Belgrado acusó a la Casa Blanca de intervenir ilícitamente en el conflicto de Kosovo y de arrogarse el papel de las Naciones Unidas.

En concreto, las autoridades serbias denunciaron que Estados Unidos y sus aliados dejaron sin efecto lo contemplado en la resolución 1224 de la ONU, que habilita a Serbia para desplegar fuerzas militares en la frontera con Kosovo en caso de crisis.  

“La verdad, no es nada extraño porque la OTAN ni Estados Unidos han cumplido nunca las resoluciones de las Naciones Unidas ni a los tratados celebrados entre países”, comentó Pérez Pirela.  

Rusia apoya a Serbia 

Rusia, aliado histórico de Serbia y el otro actor implicado en este conflicto, advirtió el pasado lunes que ayudará al país eslavo a defender sus intereses nacionales, según manifestara la portavoz de la cancillería, María Zajárova.  

“Seguiremos ayudando a Belgrado a defender sus intereses nacionales legítimos con respecto a Kosovo, sobre la base de la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad, que sigue válida sin excepciones y ofrece una oportunidad real para elaborar una solución equilibrada y justa al problema de Kosovo, de conformidad con el derecho internacional”, expresó Zajárova en una conferencia de prensa.  

Sin embargo, el portavoz presidencial Dmitri Peskov, matizó estos dichos, al puntualizar que si bien Moscú sigue de cerca el desarrollo de los acontecimientos, aboga para que las partes alcancen una solución diplomática.   

Tras el fracaso de la reunión de Belgrado, el embajador ruso en Serbia, Alexánder Botsan-Járchenko, comparó las tácticas pseudojurídicas a las que han recurrido Washington y Bruselas en el caso de Kosovo con las aplicadas en Ucrania, cuyo objetivo, dijo, había sido armar al país para la confrontación militar con Rusia.  

La equiparación sugerida por el diplomático ruso enciende todas las alarmas, porque de un lado insinúa que la OTAN está intentando abrir otro enclave bélico en Europa y, de otro, sugiere que en el peor caso, la guerra proxy entre la Alianza Atlántica y Rusia puede extenderse más allá de Ucrania.  

“Estoy de acuerdo con este paralelismo y por eso puede que en 2023 tengamos otro foco de guerra en Europa, lo que sería gravísimo”, concluyó el presentador. 

(LaIguana.TV)