El mercado energético fue uno de los protagonistas de 2022 debido a que el incremento de precios de energéticos en el mercado global fue una de las principales causas de los altos niveles de inflación que se han registrado a lo largo del 2022 en todo el planeta.

Los precios de insumos como el petróleo y el gas se mantienen inestables desde la pandemia de COVID-19 en 2020, pero se agravaron a principios de este año cuando se impusieron sanciones económicas a Rusia, uno de los principales productores y exportadores del mundo, tras el inicio de la operación militar especial en Ucrania, el 24 de febrero.

Las sanciones afectaron aún más a las cadenas de suministros del mundo, mismas que apenas comenzaban a regularizarse tras la crisis sanitaria. Lo anterior, se tradujo en una inflación anual global promedio de 7,9%, según datos del Banco Alemán, lo que afectó principalmente el desarrollo de la industria y el comercio.

En Sputnik te explicamos cómo el mercado energético afectó la economía global durante 2022 y cuáles son algunos de los pronósticos que se esperan para 2023.

Una crisis extendida

Parte de la inestabilidad del mercado energético de 2022 es consecuencia de las afectaciones que enfrentó el comercio mundial durante la pandemia de COVID-19. La suspensión de viajes y de la mayoría de las actividades por el confinamiento presionaron a los productores de petróleo, que tuvieron que sortear, entre otras cosas, el almacenamiento de los excesos de energéticos que no se vendían.

Para abril de 2020, por primera vez en la historia, el precio de los futuros del West Texas Intermediate (WTI) se cotizaron en cifras negativas: -37,63 dólares por barril.

Lo anterior obligó a los productores internacionales de crudo a reducir su producción, lo que tuvo incidencia en la inflación y afectó aún más las cadenas de suministros. La poca adaptabilidad a estos factores provocó que, pese a la reactivación de la mayoría de las actividades económicas en el planeta, los precios de los combustibles se mantuvieran altos.

A esto se suma otro fenómeno: la decisión de varios países del mundo de reducir su inversión en energías no renovables como una forma de concretar la transición energética a energías limpias.

En 2021, la banca europea redujo la inversión petrolera en 27,6%, mientras que instituciones como Barclays y HSCB reportaron una reducción de 30,1% y 26,87%, respectivamente, lo que se traduce en una reducción de más de 37,6 millones de dólares, de acuerdo con datos de S&P Global.

La reducción en la producción e inversión en el mercado petrolero elevaron los precios de energéticos de referencia como el Brent, el cual, durante 2021, tuvo un incremento de precio del 60% hasta alcanzar un valor promedio de 86,70 dólares el barril durante el último trimestre del año anterior.

Debido a estos incrementos, la inflación en EEUU, la Unión Europea y el Reino Unido tuvo un aumento promedio de 2% para principios de octubre de 2021. Según datos del Índice de Precios del Consumidor de EEUU, su inflación anual fue de 6,2%, mientras que en la Eurozona y el Reino Unido el porcentaje promedio fue de 4%.

En este contexto, la Administración Biden liberó 50 millones de barriles de petróleo de su reserva estratégica, lo cual no tuvo una incidencia real en la inflación: para enero de 2022, EEUU llegaba a su nivel más alto en 40 años, con un porcentaje de 7,5%, cifra que se mantendría a lo largo del año, incluso con la liberación de más barriles de su reserva estratégica.

Las sanciones, el golpe final

El golpe, que terminaría de concretar un año turbulento para el mercado energético, se daría poco después del inicio de la operación militar en Ucrania y las subsecuentes sanciones económicas de potencias occidentales, principalmente contra el comercio de energéticos rusos.

Rusia se mantiene como el tercer productor y el segundo exportador de petróleo del mundo, con una participación en el mercado europeo de más del 60%.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) estimó en ese momento que para mayo de 2022, cuando el G7 y sus aliados ya habían pactado la suspensión de compras de gas y petróleo rusos, podrían retirarse del mercado mundial más de tres millones de barriles diarios de petróleo ruso, lo que representa cerca del 3% de la producción global.

Esto provocó que, tras el inicio del conflicto en Ucrania, se dispararan los precios del crudo. Para el 8 de marzo, el barril de Brent llegó a valer 128 dólares, mientras que el WTI subió 3,6% su valor hasta los 123 dólares.

En tanto, pese a las advertencias sobre la necesidad de los energéticos rusos, EEUU y la Unión Europea impulsaron también sanciones contra el gas proveniente de Moscú, llegando incluso a cancelar la puesta en marcha del gaseoducto Nord Stream 2, el cual facilitaría la distribución de este energético a Europa e incluso permitiría a países como Alemania vender este producto.

Las exportaciones de gas y petróleo de EEUU a Europa y los planes para reducir la inflación (registrada principalmente en el mercado alimentario) no evitaron que Occidente enfrentara nuevamente altos niveles de inflación y una crisis energética en el territorio europeo.

De acuerdo con datos del Banco Alemán, esto se tradujo en una inflación anual promedio de 7,9%, más del doble del 3% del 2021, con países como EEUU con niveles de 8,6%, Alemania con 7,9%, Países Bajos con 8,8%, y un promedio del 20 en los países Bálticos.

En junio, se asestaría otro golpe al mercado energético: una propuesta del G7 para poner límites al precio del crudo ruso, como una forma de regular la inflación. Pese a la aceptación de países occidentales, el rechazo a esta medida por parte de Rusia y sus aliados en la OPEP provocaron una ligera mejora en los precios que podría acabar a principios de 2023.

Pronósticos para el 2023

El doctor Gal Luft, codirector del Instituto de Análisis de Seguridad Global y consejero principal del Consejo de Seguridad Energética de EEUU, explicó a Sputnik que, si bien en noviembre el precio del Brent y el WTI bajó hasta 83 y 77 dólares el barril, respectivamente, este fenómeno depende de muchos factores inciertos.

El primero de ellos es la duda de si China levantará las restricciones de COVID-19 por completo, lo que reactivaría su economía y, por tanto, el consumo de energéticos. Segundo, porque, para este invierno, varios países cuentan con buenas reservas de petróleo y gas, pero no las suficientes para enfrentar solos todo el 2023.

Por ello, el especialista advierte que los precios de los barriles de petróleo podrían volver a subir por arriba de los 100 dólares, si Rusia decide disminuir su producción petrolera.

Hasta el momento, la OPEP+ mantiene una reducción generalizada de su producción diaria de dos millones de barriles diarios, sin planes para modificar esta medida en el corto plazo.

(Sputnik)