“Estamos frente a una crisis mundial heredada de 2022 y que ahora enfrenta una escalada en la guerra por la incursión de los tanques alemanes Leopard y estadounidenses Abrams en Ucrania”, sostuvo el filósofo y comunicador político Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea. 

Destacó que a poco menos de un año de su inicio, la guerra subsidiaria entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se libra en Ucrania, amenaza con recrudecerse y, en el peor caso, con transformarse en una guerra abierta, ello en razón de los recientes anuncios de envíos masivos de tanques alemanes y estadounidenses al frente.  

Planteó una pregunta generadora: Después del envío de los tanques, ¿se enfrentarán directamente la OTAN y Rusia?  

Para intentar una respuesta indicó que tras meses de exigencias continuas por parte del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el así llamado Occidente colectivo –la OTAN, en rigor– acordó enviar tanques de guerra al campo de batalla, una medida que se había abstenido de adoptar por sus implicaciones geopolíticas. “Con esto, la guerra cambia y todo cambia”, advirtió Pérez Pirela. 

Los hechos 

En concreto, entre marzo y abril estarán llegando a Ucrania casi un centenar de tanques Leopard 02, un sofisticado carro de combate de fabricación alemana considerado de los más avanzados en su tipo, así como una treintena de Abrams, de factura estadounidense, calificados incluso como los mejores jamás fabricados.  

Mostró una infografía de Sputnik en la que se indican los países de Europa que enviarán Leopard 02 a Ucrania. Aparecen las cifras de los carros de combate por cada país. “Con esto recuerdo las palabras de voceros de la Unión Europea, como Josep Borrell, quien, a pesar de ser el más alto diplomático de la alianza, ha afirmado que la guerra debe terminar en el campo de batalla y no con negociaciones. ¿Pero, de verdad pueden pensar que una potencia nuclear como Rusia va a permitirse perder una guerra así?”, reflexionó. 

Según los propios voceros occidentales, su negativa se sostenía en la posibilidad de que la presencia de armamento ofensivo de última generación del arsenal de la OTAN podría conducir rápidamente a la escalada del conflicto y derivar en la implicación directa de la Alianza Atlántica en las acciones.

Por eso, a pesar de su respaldo irrestricto a Kiev, Washington y Berlín, voces cantantes dentro de la alianza militar, enfatizaron desde el primer día de la guerra que no entrarían en una confrontación directa con Rusia, entendiendo por esto el envío de tropas al frente. 

“En mi opinión, con este envío de tanques, la OTAN está de lleno en la guerra. Basta nada para que sea declarada directamente”, aseguró. 

No obstante, la combinación los avances rusos de las últimas semanas en el Donbás (aunque no hayan sido espectaculares), así como la especulación de una eventual ofensiva rusa en la primavera boreal tras un cambio de mandos militares en Moscú y los rumores de escasez de municiones y soldados, parecen haber decantado la situación a favor de una implicación más directa. “Es una muy triste e infeliz noticia que, además, no significará que Ucrania va a ganar la guerra”, estimó Pérez Pirela. 

Del lado estadounidense, fue el propio presidente Joe Biden quien se encargó de informar que su país facilitará a Ucrania 31 tanques Abrams –un batallón– para asegurarse de que pueden defender «su soberanía e integridad territorial», expresión que, en interpretación de algunos, incluye la península de Crimea, devuelta al territorio ruso tras un referéndum popular celebrado en 2014.  

Biden también mencionó que Estados Unidos se encargará de instruir al ejército ucraniano en el manejo y mantenimiento de los tanques, operaciones que no serán inmediatas, sino que tomarán «algún tiempo».  

Los especialistas estiman que será necesario entre cuatro y cinco semanas poner estos tanques operativos con tripulantes ucranianos. 

La respuesta rusa

Como cabía esperar, la respuesta rusa no demoró y fue claramente dura. El titular de LaIguana.TV al respecto fue: EEUU confirma envío de tanques Abrams M1 a Ucrania: Así respondió Rusia (+Crimea) 

La nota señala que el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que el envío de vehículos de combate a Ucrania equivale a una implicación directa de Occidente en el conflicto. 

«Hay constantes declaraciones de las capitales europeas y de Washington de que el envío de varios sistemas de armas, incluidos tanques, a Ucrania no significa en modo alguno que estos países o la alianza estén implicados en las hostilidades que están teniendo lugar en Ucrania –señaló el funcionario-. Estamos categóricamente en desacuerdo con esto. Todo lo que hacen tanto la alianza que he mencionado como la capital, es decir, Kiev, se percibe como una implicación directa en el conflicto, lo vemos crecer», dijo Peskov. 

El vocero enfatizó que se trata de «un plan destinado al fracaso», pues, a su juicio, estos carros de combate pesados están «sobreestimados» y no darán a las fuerzas ucranianas la ventaja deseada por Occidente. 

Por su parte, el embajador ruso en los Estados Unidos, Anatoli Antónov, aseguró que la entrega de tanques estadounidenses a Kiev «no tiene justificación» y se trata de una «burda provocación contra Rusia».  

«Es evidente que Washington está tratando deliberadamente de infligirnos una derrota estratégica y con ello dar luz verde al uso de la ayuda estadounidense para atacar Crimea», se lee en un comunicado suscrito por Antónov referido por la agencia EFE. 

A pesar de las declaraciones de Peskov, en las que claramente se trata de rebajar la importancia que desempeñarían los carros de combate occidentales en la guerra, medios rusos reportaron que el presidente Vladímir Putin se reuniría con líderes militares para discutir sobre el envío de este material bélico a Ucrania.   

No se han hecho públicos ni el contenido ni el resultado del encuentro, pero es claro que Rusia no va a sentarse a esperar mientras la OTAN se implica cada vez más directamente en el conflicto y crecen las amenazas sobre sus propias fronteras.  

A este respecto señalamos que aunque Donetsk, Lugansk, Zaporizhia y Jersón se incorporaron formalmente a la Federación Rusa y Moscú había advertido que cualquier ataque perpetrado en esas regiones sería interpretado como una agresión directa, en la práctica son zonas en disputa bélica, en las que el gigante euroasiático no es capaz de ejercer control pleno del territorio. 

La situación con Crimea es radicalmente distinta. Rusia le cedió la península a Ucrania durante el gobierno de Nikita Jrushchov, cuando ambos países formaban parte de la Unión Soviética, como un gesto de amistad entre naciones largamente hermanadas. Entonces, apenas mereció algún comentario.  

Sin embargo, esto cambió cuando la potencia soviética se desplomó y millones de rusos quedaron arropados bajo la administración ucraniana en un contexto de creciente nacionalismo.  

El golpe de Estado de 2014 y el inicio de la guerra en el Donbás explican claramente por qué la población de origen ruso optó por adherirse nuevamente Rusia, cuando se presentó la oportunidad de votar en un referéndum organizado en tiempo récord. 

A contrapelo de esta realidad, el así llamado Occidente colectivo se negó de plano a reconocer los resultados alegando supuestas irregularidades y coerciones, aunque después del evento comicial no se registraron disturbios ni protestas de ciudadanos interesados en seguir bajo el mando de Kiev. 

Dicho de otra manera: Crimea es territorio efectivo –y no solo nominal– de Rusia y cualquier ataque en esa zona que persiga su reincorporación a Ucrania, será interpretado –no solo en los micrófonos– como una declaración de guerra a Rusia desde el seno de la OTAN.

Si se toman por buenas las recientes declaraciones del canciller ruso, Serguéi Lavrov, pareciera que el Kremlin se está preparando para una guerra abierta con la Alianza Atlántica, aunque esa postura no sea la que necesariamente prevalece en las declaraciones oficiales, que hasta ahora han apuntado hacia evitar el conflicto directo.  

“La OTAN está ya enviando tanques de guerra y dentro de poco enviará aviones de caza por lo que parece inevitable el conflicto directo”, insistió el moderador del programa. 

Sin embargo, el pasado lunes, Lavrov aseguró en una rueda de prensa desde Sudáfrica, que Occidente ha preparado una guerra abierta contra su país, cuya expresión más evidente ha sido la proscripción de la cultura rusa y la permisividad hacia el discurso neonazi en toda Europa.  

Advirtió asimismo que la escalada, hasta ahora híbrida, estaba próxima a convertirse en una «real», en razón de las apetencias económicas occidentales.  

¿Ganará la guerra Ucrania con estos tanques? 

Diversos especialistas consultados por agencias occidentales sostienen que este envío de vehículos Leopard 02 y Abrams a la guerra que se libra en Ucrania puede inclinar la balanza en favor de Kiev, opinión que sustentan en el refinamiento del ejército ucraniano tras haber sido entrenado por la OTAN para otorgarle un nivel comparable al de cualquier miembro del bloque.  

Además, apuntan que la guerra podría cambiar de rumbo definitivamente si la Alianza accede a enviar aviones de combate –F16, particularmente– como hace largo demanda Zelenski.   

“Pero hay que recordar cómo salieron Estados Unidos y Europa de tantos lugares donde han ido con sus armas más avanzadas, como Afganistán, Siria, Irak, Vietnam y otros países. Salieron humillados, a pesar de sus tanques de guerra y equipos de alta tecnología –refutó Pérez Pirela-. Esto de los tanques es propaganda de guerra, no es verdad que ese factor pueda cambiar el balance el conflicto”. 

La interpretación de estos expertos parte del principio de que Rusia no tiene cómo contrarrestar el nuevo escenario, lo cual luce poco probable, no solo por lo que han expresado sus portavoces sino porque, de hecho, no ha desplegado todavía su armamento más sofisticado en los campos de batalla.  

A esto sumamos que, al menos por ahora, la OTAN ha remachado que no mandará a sus tropas al combate contra el ejército ruso, teóricamente comparable en apresto y capacidad de combate al de los pesos más pesados de la Alianza, es decir, Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

De todo esto también se desprende que las vías diplomáticas están prácticamente cerradas, por lo que cabe esperar tanto la extensión del conflicto como la postergación de las negociaciones de paz, que sin duda tendrán lugar en algún momento.  

El componente económico 

Por detrás están jugando también los asuntos económicos. Un balance preliminar le otorga el mayor saldo a Washington, que ha logrado sacar ventaja de las sanciones impuestas a Moscú para engordar sus arcas, principalmente por la venta de hidrocarburos y material bélico.  

De su lado, el Kremlin encajó el golpe económico en 2022 con mucha más fortaleza de la que habían previsto los propios expertos del gobierno de Vladímir Putin, lo que demuestra que este escenario desfavorable no los tomó desprevenidos y que contaban con mecanismos para impedir que su economía retrocediera a la dura época que siguió a la caída de la Unión Soviética.  

Sin embargo, Rusia sigue dependiendo de colocar sus mercancías estratégicas en los mercados asiáticos –particularmente en China e India–, más proclives a la desdolarización y a la disminución de la dependencia con Occidente, así como del fortalecimiento de otras instancias de multipolaridad como los BRICS.  

“Muchos más países están pidiendo a gritos incorporarse a los BRICS, lo que demuestra el calor de ir a un escenario multipolar”, comentó el moderador. 

Dicho de otra manera: la estabilidad económica de Rusia está atada a su capacidad de jugar a largo plazo en el tablero geopolítico. Hasta ahora ha demostrado gran habilidad en ese terreno y es posible que este año se estreche todavía más su relación con China, siempre que no se vea obligada a excederse en el gasto militar, evidente desaguadero de sus ingresos.  

Finalmente está Europa como generalidad y los países de la Unión Europea como particularidad. Desde el inicio del conflicto, el bloque comunitario ha acusado importantes pérdidas y su economía, impulsada en buena medida por Alemania, muestra signos negativos.  

“Europa está retrocediendo económicamente y Estados Unidos los está utilizando para venderle armas y gas y para endeudarla y reconquistarla como su mercado, tal como lo hizo con el Plan Marshall, luego de la Segunda Guerra Mundial”, puntualizó Pérez Pirela. 

Pese a esto, se han seguido aprobando importantes cantidades destinadas a «ayudar» a Ucrania y agencias europeas han diseñado instrumentos jurídicos inéditos para apropiarse ilegalmente de las riquezas del Estado ruso depositadas en los países de la Unión, en un intento por compensar sus propios saldos rojos.  

Como una de las conclusiones del análisis, subrayó que existen dudas razonables en relación con el tiempo que la UE podrá resistir la presión económica y fiscal, pues varias de sus economías exhibieron en 2022 peores desempeños que la rusa, a pesar de que sobre esta pesan más de 13.000 sanciones y el panorama no es más auspicioso para el año que recién inicia. 

(LaIguana.TV)