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La justa distribución de la riqueza es uno de los pilares fundamentales de todo sistema de caracter socialista, más aún del socialismo del siglo XXI que busca su consolidación en Venezuela, pese a los enormes retos económicos y sociales que afronta la nación en la actualidad. La inversión social en los últimos 17 años ha superado exponencialmente al llamado gasto público que realizaban los gobiernos del pasado.

 

Sin querer caal sl en la eterna discusión comparativa entre la 5ta República y 4ta República, traemos esta reflexión a colación para dejar sentado que el socialismo no significa generar igualdad de condiciones -todos para abajo, como decía demagógicamente María Machado en sus campañas anticomunistas del 2010-, sino que cada ciudadano tenga igualdad de oportunidades para lograr la mejor condición de vida posible. En este sentido, el Gobierno Bolivariano de Venezuela ha implementado una gran cantidad de políticas sociales para que llegue a manos del pueblo lo que éste nunca soñó tener; por ejemplo: un vehículo cero kilómetros para mayor comidad familiar.

 

Comprar un carro, por allá en los años 90 era un lujo, un milagro. Luego de los años de bonanza que vivió Venezuela gracias a la obras impulsadas por el Líder de la Revolución, Hugo Chávez, distribuyendo la riqueza que ingresó por concepto de la renta petrolera, muchos fueron quienes optaron a la compra de un carrito iraní o chino, nuevo de paquete.

 

¿Qué ha pasado en los últimos años?

 

Recordarán ustedes a Henrique Capriles Radonski usando el término «enchufados» para referirse despectivamente a los trabajadores de la administración pública, afectos al proceso bolivariano: en pocas palabras los (nos) llamó parásitos con bozal de arepa. Decía este personaje que los «chavistas» buscaban cargos medios de gestión para hacerse de los beneficios sociales que el Gobierno Bolivariano garantizaba, cuando la realidad -y se trata de un secreto a voces- es que la enorme mayoría de enchufados son personas con muy poco afecto al proceso, por no decir «escuálidos», término que parece hacerles sentir mal.

 

Durante los últimos años, un grupo importante de revolucionarios comprometidos e incondicionales han visto mermadas sus posibilidades de adquirir un carrito Chery, por ejemplo, ya que en las listas que corren por ahí para adquirirlos suelen estar de primero los más vivos, desvergonzados y corruptos; esos a los que no les importa perder la dignidad pagando a las mafias que malgestionan lo que debe llegar a las manos del pueblo al que Chávez otorgó su vida y al que el Presidente Nicolás Maduro le entrega la suya. Decía Berltolt Bretch, en su poema «¿Y en su país?», que en la Alemania del siglo XX, el honesto debía correr con suerte para sobrevivir en la sociedad, cosa que parece prevalecer en nuestra Venezuela, pese a los enormes esfuerzos del proceso para refundar los valores.

Mientras un camarada se parte el lomo trabajando para sostener el proceso, al mismo tiempo que un político fascista de derecha lo llama «enchufado», un opositor furibundo se ampara en la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras que tanto critica para expoliar al Estado, al mismo tiempo que lo fustiga con el voto en las elecciones y se burla, desde el volante de un Orinoco, del revolucionario sacrificado que regresa a pie a su hogar, por allá en el cerro.

 

Es indudable que muchos ciudadanos del barrio y de sectores populares han podido comprar carro gracias a nuestro sistema de justicia social, pero no es menos cierto que éste corre el riesgo de devenir menos justo y de terminar satisfaciendo los caprichos de la sociedad más egoista y desclasada. Para decirlo más claro: no puede ser que uno coloque la palabra «Chery» en Google y nos encontremos con vehículos ensamblados en Venezuela, gracias al socialismo, emperifollados con logos de la MUD y el supuesto «cambio».

 

Esto, señores y señoras, genera frustración y se ve reflejado en la intención de voto, como observamos el 6 de diciembre de 2015. El Ché decía, «al enemigo, ni tantito así» y parece que a veces le bajamos la luna y las estrellar.

 

El Chery en el video de Chino y Nacho

 

Llego al trabajo y hay un escándalo entre un grupo de amigos (todos estamos bien resteados). Me preguntan «¿Viste el nuevo video de Chino y Nacho con Daddy Yankee?». Resulta que en el minuto 02:24 aparece, sin su respectivo logo, el único carro que un reggaetonero recalcitrantemente opositor, que acaba de arremeter discursivamente contra el gobierno en la AN, utilizaría en su video musical: UN CHERY.

 

Puede que lo hayan comprado en Brasil o en Estados Unidos, pues la Chery no sólo está establecida en Venezuela. Lo cierto es que sus asesores de marketing lo tienen clarito: Poner un Chery en un video que tendrá amplio alcance a nivel nacional para mandarle un mensaje indirecto a los chavistas sin carro, buscando que se molesten al verse a pie a diario, mientras «Chino y Nacho usan un Orinoco de utilería en su nuevo clip promocional». Esa frase que cito, fue la que le escuché a mis camaradas, quienes por cierto jamás cambiarán la Patria por un auto cero kilómetro, pero quienes tampoco están dispuestos a soportar humillaciones de este tipo.

No permitamos que injusticias como esta sucedan. No dejemos que los verdaderos enchufados, como lo son Chino y Nacho, se burlen en nuestra cara de aquellos que sí creemos fielemente en el proyecto histórico que protagonizamos.

 

Por cierto, yo tengo carro, pero mis vecinos opositores también y no me hablan. 

 

(mensajedirecto.com.ve)

 

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