“La victoria del 6 de diciembre de 1998 fue el resultado de un período de acumulación de fuerzas populares que comenzó en 1994, luego de la salida de la cárcel del comandante Hugo Chávez”, expresó el dirigente socialista Elías Jaua.

 

“Es un período que debemos estudiar con mucha conciencia, más allá de lo anecdótico, porque encierra las claves de los grandes movimientos populares revolucionarios”, señaló Jaua, exvicepresidente de la república y extitular de varios despachos ministeriales.

 

A su juicio, en esa etapa previa a las elecciones de 1998 se produjo un fenómeno que no es habitual en el mundo: el de ver convertirse la esperanza de un pueblo en una fuerza política con vocación de poder.

 

“Esto fue posible gracias a la inmensa capacidad del comandante Chávez para dialogar con todos los sectores, y a su inflexible disciplina de trabajo. El grupo al que yo pertenecía se reunió con él en 1996 y de esa primera reunión de cuatro horas todos salimos con tareas definidas. Él no hacía reuniones solo para hablar o hacer análisis: siempre se terminaban con tareas asignadas. La nuestra fue formar nuevos núcleos  de esa fuerza popular en todo el país, y concretamente en Miranda”, dijo Jaua.

 

Mientras se acopiaba el apoyo a Chávez como líder surgió un intenso debate acerca de cuál debería ser la expresión de esa fuerza: una candidatura presidencial o un nuevo intento de sublevación popular y militar ante el sistema político imperante. Los adversarios de la vía electoral señalaban que era equivalente a darle legitimidad al modelo bipartidista y alegaban que la victoria no sería reconocida. En una asamblea para decidir sobre el tema, realizada en Valencia, se acordó ir a la medición en las urnas para lo cual se creó el Movimiento Quinta República, cuyas siglas MVR (por el cinco en número romano) evocaba al MBR-200 que había motorizado la insurrección militar de 1992.

 

“Desde que se aprobó esa vía, se produjo una especie de huracán en todo el país. De pequeñas asambleas en una plaza o en una cancha se pasó a calles y avenidas repletas. Las casas de familia se convirtieron en las primeras sedes del partido y las consignas ‘la esperanza está en la calle’ y ‘el pueblo al poder’ tomaron el país por asalto. Había ocurrido el fenómeno: Chávez encarnaba las esperanzas de toda la sociedad venezolana de los años 90, sus anhelos de paz, de justicia social, de igualdad, de democracia verdadera y de menos corrupción. Allí comenzó la crisis final del Pacto de Punto Fijo, que terminó con sus desesperados intentos por parar a Chávez con la candidatura única de (Henrique) Salas Römer”, resumió Jaua, en entrevista para LaIguana.TV.

 

El dirigente político, que también fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999, expresó que al haber transcurrido ya veinte años de estos acontecimientos, es un compromiso del sistema de formación del Psuv y del movimiento revolucionario en general el dar a conocer lo ocurrido en aquel tiempo, tomando en consideración que solo una parte de la población puede recordarlo de manera directa. “Debemos contar la anécdota porque nos habla de una mística, de una ética y  de una estética, pero más allá de lo emocional está la pedagogía política: podemos aprender que la esperanza de un pueblo requiere de un liderazgo que la encarne; necesita de un instrumento político electoral que la canalice, que en aquel caso fue el MVR; y de un programa mínimo que permita unificar los intereses de diversos sectores, como lo fue la Agenda Alternativa Bolivariana”.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)