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Carmelo fue un pintor venezolano nacido en Guama, estado Yaracuy, el 30 de junio de 1809 y que murió en Caracas el 9 de febrero de 1887. Protegido por su tío, el héroe independentista José Antonio Páez, fue enviado a estudiar a Caracas. Allí asistió al taller de pintura del capitán francés Lessabe. En 1823 pasó a Nueva York y Washington para continuar su preparación con Marino Velázquez de la Cadena. En esa misma institución recibió clases del dibujante italiano Pinistré.

 

Carmelo Fernández pasó cuatro años en Estados Unidos; tras su vuelta a Venezuela, en 1827, decidió seguir la carrera militar. Al año siguiente, respondiendo a una llamada del libertador Simón Bolívar, se ofreció como voluntario para ir a combatir contra Perú al sur de Colombia. La campaña duró dos años, en los que se dedicó al dibujo topográfico; al mismo tiempo fue comisionado por el general O’Leary para levantar una carta geográfica del territorio colombiano.

 

En 1830 se reincorporó al ejército en Cartagena, y tras diversas peripecias volvió a aparecer en Valencia (Venezuela) en 1833. Ese año se incorporó a la cátedra de dibujo de la Academia Militar de Matemáticas de Caracas. Es el momento en que conoció al naturalista y geógrafo italiano Agustín Codazzi, persona que influyó decididamente en su vida artística.

 

Desde 1833 hasta 1840, Fernández trabajó en el Atlas Físico y Político de la República de Venezuela, obra encomendada al geógrafo italiano y publicada en París. Esta actividad le supuso el reconocimiento como artista dedicado a la cartografía. También realizó algunos de los dibujos que ilustran el Resumen de la Historia de Venezuela, obra escrita por Rafael María Baralt y Ramón Díaz.

 

En 1841 viajó a París, donde cursó estudios de litografía. Esta técnica había adquirido gran popularidad; de hecho había desplazado al grabado tradicional en el ámbito de la ilustración bibliográfica por sus menores costos y posibilidades coloristas.

 

Se convirtió en uno de los artistas venezolanos que mejor la dominaría, por lo que colaboró frecuentemente en diarios como El Promotor y El Venezolano.

 

En 1852 el artista volvió a Venezuela, donde se ganó la vida como profesor de idiomas y dibujo. En 1870 residió en Maracaibo; sus actividades públicas se redujeron notablemente. Dos años después expuso su cuadro Exposición del Ávila, junto a obras de artistas de la talla de Ramón Bolet, José Manuel Mauco, Navarro y Cañizales, Manuel Otero, Ramón de la Plaza, Tovar y Tovar y el ornitólogo alemán Antón Goering. Tras una corta estancia en Europa, fue nombrado Ingeniero Científico y asignado al servicio del Ministerio de Obras Públicas. Al año siguiente fundó la Academia de Dibujo, perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes, del que fue nombrado director. Siete años antes de su muerte, ocurrida en 1887, escribió sus memorias, publicadas en 1940 por la Academia de la Historia.

 

Fernández formó parte del grupo de artistas que pusieron su talento al servicio del avance científico. En este sentido, su trabajo traspasa las fronteras de lo propiamente artístico para proyectarse como una actividad divulgadora del saber natural y geográfico tanto en Venezuela como en la Gran Colombia.

 

(Panorama)