En una entrevista concedida a la revista estadounidense Vice, el cuarto hijo de Osama bin Laden, Omar bin Laden, de 39 años, explica que encontró refugio en la francesa Normandía, donde vive con su esposa y se dedica a pintar.

Omar bin Laden, el cuarto hijo de Osama bin Laden, vive en Francia con su esposa que conoció en 2006, y entre caballos. Allí, en Normandía, una región conocida por sus paisajes de campos y playas, logró rehacer su vida gracias a su pasión por la pintura, cuenta a la revista estadounidense Vice en un artículo publicado el pasado 1 de marzo.

El Lejano Oeste

«Algunos miembros de la familia de mi madre son muy artísticos. A mi madre le encanta pintar, al igual que a una de mis hermanas. Mi tío también era un buen artista. Así que la necesidad de dibujar y pintar está en mi sangre», aclara el hijo del exjefe de Al Qaeda.

En 2020, aprovechando el confinamiento debido a la pandemia de la covid-19, y gracias a la impulsión de su esposa Zaina que también se apasiona por el arte, Omar realizó una decena de pinturas. En un cuadro, recreó las montañas de Tora Bora, donde su padre se escondió tras el 11 de septiembre de 2001.

Pinta principalmente paisajes, desde el desierto del Nilo hasta el Lejano Oeste estadounidense, con sus árboles muertos y cráneos de ganado, lo que resulta irónico dada la hostilidad de Osama bin Laden hacia ese país. Omar nunca estuvo en Estados Unidos, sin embargo, dice, «me gustan las viejas películas del Oeste. Respeto a los vaqueros. Me encanta la dignidad del vaquero».

«Echo de menos la paz de la infancia»

Todos sus cuadros tienen una simplicidad infantil, precisa Vice, subrayando que al hablar con él, uno tiene la impresión de que con la pintura, vuelve a la tranquilidad perdida de su lejana juventud, antes de tanta violencia.

«Echo de menos los tiempos de diversión que tuve, los tiempos en que era demasiado joven para saber y demasiado inocente para ver el mundo que me rodeaba. Echo de menos las vastas extensiones de dunas del desierto y los mares ondulantes. Echo de menos la paz de la infancia», recalca Omar.

Tras sufrir un trastorno bipolar y las cicatrices psicológicas de su educación, dice que ahora ha conseguido «una especie de paz interior», gracias en gran parte a la pintura. «Quiero que el mundo se entere de que he crecido, de que me siento cómodo conmigo mismo por primera vez en mi vida, de que el pasado es el pasado y de que hay que aprender a vivir con lo que ha pasado», enfatiza.

Su padre, un patriarca austero

Omar bin Laden también habla de su relación con su padre, del que nunca estuvo especialmente cerca. Osama era un patriarca austero que privaba a sus hijos de juguetes, les pegaba y más tarde intentó convencerles de que se ofrecieran para misiones suicidas.

Omar tenía 15 años cuando fue llevado a los campos de entrenamiento de Al Qaeda cerca de Tora Bora, y 16 años cuando fue llevado a las líneas del frente de la guerra civil afgana. Con 18 años, decidió finalmente dejar la misión de Al Qaeda para viajar con su madre a Siria.

La última vez que vio a su padre fue en su complejo en Afganistán en 2001, unos meses antes de los atentados del 11 de septiembre. Omar condenó en los pasados años repetidas veces estos atentados, distanciándose de su legado paternal y denunciando a Al Qaeda por la matanza gratuita de civiles inocentes.

(Agencias)

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