El 9 de julio de 2011 el cantautor argentino Facundo Cabral fue asesinado en Guatemala tras un atentado dirigido contra el empresario Henry Fariñas.

 

Tres días después del trágico hecho, Enrique Vargas Hernández y Wilfred Allan Stokes, los autores materiales del asesinato, fueron detenidos. El costarricense Alejandro Jiménez, alias «El Palidejo», de 38 años, fue apresado meses después luego de ser señalado como el autor intelectual del crimen. Jiménez era examigo de Fariñas y estaba ligado al lavado de capitales y al narcotráfico.

 

En 2014 Fariñas, testigo de la muerte de Cabral, fue declarado culpable de narcotráfico, lavado de dinero y crimen organizado. Su pena fue reducida de 30 a 18 años de cárcel.

 

“Gracias por la amistad de tantos años. Sepan que fueron una parte importante de mi felicidad. Sepan que los voy a llevar en mi corazón hasta el momento final”, así se despidió Cabral dos días antes en su último recital ofrecido en el Teatro Roma de Xela de Guatemala.

 

Semblanza de un trovador

 

Cabral nació en La Plata, Buenos Aires, el 22 de mayo de 1937. Se destacó como poeta, escritor y filósofo. En su obra abundaron la ironía, el humor y la sátira.

 

El cantautor argentino se vio influenciado por Jorge Luis Borges, Walt Whitman, Atahualpa Yupanqui, Jiddu Krishnamurti, y la Madre Teresa de Calcuta.

 

En 1996 fue nombrado Mensajero Mundial de la Paz por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés).

 

Facundo Cabral destacaba por su espiritualidad. Predicó el misticismo, la conciencia humana y el trabajo para erradicar la desigualdad y el ego de los hombres. Sus composiciones se inspiraron en anécdotas personales, una amplia crítica social, parábolas y la voz de protesta para animar el despertar de la conciencia y la reflexión espiritual.
Escribió más de 20 libros, entre los que destacan: Paraíso a la deriva, Conversaciones con Facundo Cabral, Mi abuela y yo, Salmos, Borges y yo, Cuaderno de Facundo, Los papeles de Cabral, La magia de Cabral.

 

El mensajero de la paz, la vida y la esperanza

 

Cabral le cantaba al amor, a la esperanza y a la paz. Aunque su vida estuvo marcada por la tragedia y el abandono, Facundo siempre predicó el amor a la existencia. Consideraba, además, que el mayor desafío de los seres humanos era constatar que no estaban solos sino que compartían un universo.

 

“Nos encontramos en la más preciosa aventura jamás vivida: la suerte inmensa de reunirnos, festejar, reír y materializar, desde nuestra individualidad, un universo de colaboración entre sus seres, quienes, gobernados desde nuestro universo interior, vivimos el sueño de ser amor universal”, manifestaba.

 

Para el cantautor el mayor capital de los seres humanos era el tiempo. “Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante”.

 

Facundo Cabral se caracterizó por levantar la bandera de la esperanza. Constantemente recordaba que siempre se puede empezar de nuevo. “Este es un nuevo día” es la canción que mejor lo ejemplifica.

 

Cabral también pregonaba la sencillez como la mejor forma de acceder a la felicidad. “Me gusta la gente simple… que se da por entero y no tiene intermediarios”.

 

Caminante incansable, siempre recordaba que no era de aquí ni de allá, sino de todas partes. “Soy un caminante que por irse siempre, siempre regresa, porque todo es circular y eso el sol lo sabe como nadie”.

 

“Vuele bajo” es otra de las canciones que nos deja como legado. Es una invitación a revivir al niño interno. «No crezca mi niño, no crezca jamás, los grandes al mundo, le hacen mucho mal».

 

La voz del Mensajero de la Paz, que irónicamente falleció a manos de la violencia, sigue vigente, porque «el que murió simplemente, se nos adelantó, porque para allá vamos todos».

 

(teleSUR)