Con base en los datos aportados por Sergio Camargo en su libro «El narcotraficante Nº 82 Álvaro Uribe Vélez, Presidente de Colombia», que es una suerte de autobiografía no autorizada del exmandatario colombiano, Miguel Ángel Pérez Pirela expuso en detalle el origen de los nexos del político con el narcotráfico, que datan de inicios de la década de 1980.

A este respecto, comentó que, de acuerdo con lo recogido por Camargo en su investigación y que fuera reflejado por la prensa del vecino país en aquél momento, en 1981, mientras ejercía el cargo de director del Departamento de Aeronáutica Civil, le «otorgó una licencia a Jaime Cardona, con el fin de que trabajara la ruta aérea Medellín-Turbo».

Cardona era entonces conocido en Antioquia –de donde es originario Uribe Vélez y donde operaba a sus anchas el Cártel de Medellín– por ser «un empresario vinculado estrechamente a la mafia», que «poco después fue condenado por el delito de narcotráfico y más tarde, murió en un accidente aéreo cuando su avión particular despegaba de la pista que había construido en su hacienda», se precisa en la investigación de Camargo.

Así, cuando el entonces gobernador antioqueño, Iván Duque Escobar conoció la noticia, estupefacto, indagó acerca del funcionario «que había cometido semejante despropósito» y sobre «sus méritos» para hacerse merecedor de la designación al frente de un «puesto tan estratégico», y recibió como respuesta que tenía 29 años y era hijo de Álvaro Uribe Sierra, un liberal de larga data, informaciones a las que restó importancia, pues según Camargo, a Duque Uribe lo que le interesaba realmente saber, era si el joven Uribe Vélez estaba al tanto de quién era Jaime Cardona.

Pérez Pirela destacó que el asunto llegó a las más altas esferas del poder en Bogotá, pues Duque Escobar fue recibido por el en ese momento presidente, Julio César Turbay y a partir de esa reunión, «comenzaron las investigaciones sobre cuáles otras medidas había tomado Álvaro Uribe Vélez, cuáles otros permisos había dado Álvaro Uribe Vélez, de 29 años en el mundo de Aerocivil. Supo entonces que este señor había otorgado licencias para la construcción de aeropuertos en los municipios de Frontino, Amalfí y Urrao y en la hacienda El 90, en Caucasia, propiedad, otra vez, del narcotraficante Jaime Cardona».

Empero, Álvaro Uribe Vélez logró zafarse de esa situación, pues si bien las licencias fueron derogadas, los archivos que le implicaban desaparecieron «misteriosamente» y  «siguió en su puesto hasta el 07 de agosto de 1982, cuando el presidente –Turbay– terminó su período».

Asimismo, en la biografía no autorizada escrita por Santiago Camargo, se indica que antes de ser llamado por Turbay en enero de 1980 para que ocupara el cargo de director del Departamento Administrativo de Aeronáutica Civil, Uribe había ejercido como alcalde y concejal de Medellín «durante varios períodos», unas actividades de las que no parecían estar al tanto en la capital, pues tras su designación se comentaba que no duraría mucho tiempo en el cargo. «O lo matan o se lo comen vivo», habrían dicho entonces.

Pero los hechos demostraron que quienes pensaron que el hoy expresidente correría el mismo destino de su antecesor, quien fuera asesinado apenas 20 días después de haber asumido el cargo, se equivocaban en redondo.

Sobre el asesinato de quien le precedió al frente de Aerocivil, «el medio de comunicación El Colombiano, el 26 de febrero, atribuyó el crimen a las mafias. En la página 11-A de la edición de ese día, sostuvo que la muerte de el que ocupaba hasta ese momento el cargo, obedeció a represalias del narcotráfico», reporta Camargo en su investigación.

Asimismo, en el pasaje compartido por Pérez Pirela, se recuerda que poco tiempo atrás, también había sido asesinado en Bogotá el Jefe de Operaciones de AeroCivil, el coronel Osiris D. J Maldonado.

En contraste, Álvaro Uribe Vélez, quien era entonces tenido como «un joven liberal del grupo Bernardo Zerpa», logró salir ileso de un cargo que había dejado una estela de sangre y muertos. 

«Uribe logró permanecer 28 meses –largos– en la dirección del Departamento de Aeronáutica, sin sufrir ni un rasguño. ¿Por qué? Porque desde el inicio, se entregó al narcotráfico, dando permisos para vuelos, pero también para pistas clandestinas», concluyó el experto.

(LaIguana.TV)