Los índices hiperinflacionarios en Venezuela tuvieron su tope más alto durante el año 2018 con una estruendosa y monumental variación de precios de 130.060,2%.

La gravísima cifra, que no deja de guardar relación con el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y de la Unión Europea contra Venezuela, el secuestro y robo de sus recursos en el extranjero, así como también el saboteo continuado a la industria petrolera, llegó a su punto máximo luego que comenzara a incrementarse de forma sostenida y exponencial desde el año 2013, año que coincidió con la muerte del presidente Hugo Chávez.

En el año 2012, año en el que obtuvo su última victoria presidencial el líder revolucionario Hugo Chávez, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) había bajado con respecto al año 2011 de 27,6% a 20,1%.

Pero al año siguiente, tras su muerte y el aumento en el sabotaje a la economía venezolana para intentar derrocar al nuevo gobierno de Nicolás Maduro, el INPC -que es tomado en cuenta para referirse a la inflación del país- aumentó, según datos oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV) que se encuentran en su sitio web, a 56,2%.

De ahí en adelante el INPC creció de forma sostenida y exponencial hasta el año 2018 cuando recibió el pico anteriormente mencionado.

En 2014 el INPC subió a 68,5%; en 2015 a 180,9%; en 2016 a 274%; y en 2017 a 862,6%, para luego saltar en 2018 al astronómico 130.060,2%.

Desde entonces, la hiperinflación en el país ha caído significativamente, aunque el indicador en la vida cotidiana no represente una mejoría en la calidad de vida de los venezolanos.

En 2019, el bajón de este indicador cayó desde 130.060,2% a 9.585,5%; y para este 2020 la cifra se disminuyó tres veces más con respecto al año anterior, para ubicarse en 2.959,8%.

Sin embargo, la retórica de la mediática que hace oposición al gobierno venezolano, incluyendo la internacional, se han dedicado a viralizar que el indicador inflacionario de Venezuela es de casi 3.000%, una narrativa que contada de esa manera, más que ver la realidad del comportamiento hiperinflacionario en el país durante la última década, pareciera buscar generar más alarma e incertidumbre en una población bastante atacada por la pérdida de su calidad de vida y envuelta en una guerra económica que ha trastocado su poder adquisitivo, sobre todo para bienes esenciales como alimentos, medicinas, calzado, ropa, entre otros.

(LaIguana.TV)