Brasil no solo se debate entre la resiliencia para hacer frente a la pandemia por COVID-19, producto de las políticas negligentes de la gestión del presidente Jair Bolsonaro para atender a millones de brasileños que claman por vacunas, asistencia médica y mejores controles de bioseguridad, sino también en un nuevo escenario electoral que pudiera dar un giro de 180 grados a los planes de reelección de Bolsonaro, y esto estriba en la recuperación de los derechos políticos del líder sindical y expresidente del gigante amazónico, Luiz Inázio Lula Da Silva, el pasado 8 de marzo.

La decisión del Supremo Ministro Federal, Edson Fachin, de anular las sentencias de la operación Lava Jato, el controversial esfuerzo anticorrupción liderado por Sérgio Moro contra Lula, devino en que estudios de opinión pública otorguen la preferencia electoral del líder sindical para 2022.  Según analistas, los señalamientos contra Lava Jato han matizado la polarización, aunque  liderazgos más al centro del espectro político brasilero también han entendido que no hay espacio para personalismos y que se necesita una candidatura única para tener oportunidades reales de ganar.

Lawfare, un término que describe un método de guerra no convencional, ideado en 2001, por el entonces general de la fuerza aérea estadounidense Charles Dunlap Jr., tiene su asidero en el empleo de la ley  como un medio para conseguir un objetivo militar, pero que en esta oportunidad es orquestado desde las entrañas del Poder Judicial, y más en concreto torpedear la vuelta de Lula a tomar las riendas del progresismo en Brasil.

Esta trama tuvo un revés cuando se dio a conocer en junio de  2019 por parte del portal noticioso The Intercept, la filtración de mensajes que señalaban que el juez brasileño Sérgio Moro, hizo consultas y asesoró a procuradores federales sobre la estrategia para las investigaciones de varias figuras políticas destacadas, lo que despertó dudas sobre la integridad de la investigación de corrupción que sacudió al poder político y empresarial del país.

Aunque el capítulo de este método de guerra en ámbitos legales, no ha cerrado del todo, la posibilidad de Lula de entrar nuevamente en el terreno electoral de Brasil, pudiera darle una especie de luz al final del túnel a una nación que otrora solía ser un modelo de vacunación masiva, pero que ahora se estanca en sus esfuerzos de inmunización e intenta sobrevivir a una segunda oleada de las variaciones de la COVID-19, una tasa de desempleo atrozmente alta y una crisis política que Bolsonaro, ni por interés político o electoral, intenta evitar.

(LaIguana.TV)