Todos los países van a sufrir, de una u otra forma, las consecuencias del conflicto entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia, aunque las hostilidades terminaran ahora mismo, pues al menos en términos económicos, financieros y mediáticos, ya ha comenzado la Tercera Guerra Mundial. 

Esta es una de las reflexiones surgidas del análisis realizado por el equipo del programa Desde Donde Sea, que modera el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela, un trabajo periodístico que se torna cada vez más difícil debido al cerco informativo que los países occidentales han impuesto mediante la censura de cualquier medio de comunicación que pretenda presentar versiones balanceadas y contrastadas de los acontecimientos. 

“Continúan los enfrentamientos en territorio ucraniano, ya se está pintando la media luna que iría desde Bielorrusia hasta Odesa. El Ejército ruso apuesta a controlar los puertos principales sobre el mar Negro. Kiev está rodeada y continúan las negociaciones entre Rusia y Ucrania con miras a detener el conflicto. Parecen estar de acuerdo en cuatro de los seis puntos fundamentales en discusión”, esbozó el presentador en la parte inicial del programa.  

“Moscú llamó a capítulo al embajador de Estados Unidos porque el muy senil Joe Biden se ha pasado al calificar a Vladímir Putin como asesino y dictador –prosiguió el resumen-. Todo esto ha alimentado una crisis energética de escala mayor en varios países. Algunos voceros de estados miembros de la OTAN empiezan ya a decir que van a racionar los combustibles y Rusia ha advertido que si la sacan del mercado petrolero, el crudo llegaría a 300 dólares”.  

Añadió que sigue la guerra mediática con varias libertades cercenadas. “Un periodista amigo que se encuentra en Centroamérica, me comentaba asombrado por la narrativa rusofóbica que reina en muchos países. Se presenta la versión favorable a la OTAN sin contraste alguno porque quienes la podían contrastar están siendo cercenados. Nosotros estamos haciendo un despliegue para cubrir milimétricamente el conflicto, sin amarillismo porque este es un tema complejo”, enfatizó. 

Mostró El Iguanazo de Iván Lira, titulado Decadencia. “El imperialismo en decadencia ya no vence ni convence”, dice la paloma de la paz posada sobre el fusil de un soldado en esta caricatura. 

Los hechos más recientes

Han transcurrido más de tres semanas desde el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania. El saldo a la fecha, se transa en muertes y destrucción, pero también en la imposición de medidas coercitivas unilaterales sobre la economía rusa cuyo impacto global es un hecho, así como la escalada de tensiones por varios frentes.  

El conflicto, como han apuntado diversos analistas desde el principio, si bien tiene como teatro de operaciones a Ucrania, es en realidad entre Rusia y occidente y amenaza con agravarse y extenderse, pese a que Moscú y Kiev entablaron conversaciones prácticamente desde el inicio de las hostilidades.  

Sin embargo, a pesar de que ya se han concretado cinco encuentros entre las partes –tres presenciales y dos virtuales–, los avances han sido escasos y ni siquiera ha logrado concretarse completamente el establecimiento de corredores humanitarios para evacuar a la población civil.  

Según expresara este lunes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el gobierno ruso espera que las negociaciones con Ucrania fueran «más activas y sustanciales».  

Asimismo, Peskov calificó de «procedimiento interno» el referendo que propusiera el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para decidir cuál debe ser el formato que su país adoptará para los acuerdos con Rusia en relación con Crimea y el Donbás, si bien destacó que es prematuro hacer públicos los términos de las consultas porque ello «solo puede dañar el proceso de negociación». 

Para Zelenski, el objetivo prioritario es poner fin al conflicto armado y concretar garantías de seguridad para Ucrania, incluso antes de decidir qué sucederá con Crimea y la región del Donbás.  

La noche del pasado domingo, en una entrevista televisada, el mandatario sostuvo: «Esta es una historia muy difícil para todos. Tanto para Crimea como para Donbás, para todos. Y para encontrar una salida hay que dar este primer paso que dije: las garantías de seguridad, el fin de la guerra».  

Sin embargo, aseguró que está «dispuesto a plantear estos temas» en un eventual encuentro con su homólogo ruso, Vladímir Putin, si bien subrayó que la adopción de garantías de seguridad implica cambios en la Constitución y las leyes de su país, por lo que podría ser sometida a referendo.  

«Este proceso bastante largo será decidido tanto por la Rada –Parlamento– como por el pueblo de Ucrania. El formato de los compromisos con Rusia lo decidirá el pueblo. Le expliqué a todos los grupos de negociación: cuando se habla de todos estos cambios, que pueden ser históricos, no vamos a ningún lado, si antes no vamos a un referendo. El pueblo tendrá que decir y responder a ciertos formatos de compromisos», detalló. 

Por otra parte, desde el Kremlin apuntan que los delegados rusos entregaron los borradores del acuerdo a los representantes de Zelenski hace varios días, pero todavía no se ha producido ninguna reacción, lo que ha hecho que Moscú señale a su contraparte de retrasar innecesariamente el proceso.  

Según reportaje de teleSUR, el estatus de neutralidad de Ucrania y su no adhesión a la OTAN son los puntos de avance más significativos en las negociaciones. Se estudia un arreglo en el que Ucrania asuma el modelo austríaco o sueco, de estados desmilitarizados. Esta sería la fórmula para que Ucrania no sea usada como base de operaciones para ataques militares y económicos contra Rusia.  

Para el canciller ruso, Serguéi Lavrov, el conflicto podría terminar rápidamente, si Kiev accede a las demandas de seguridad rusas –a las que ha calificado de «mínimas»–, si deroga la legislación antirrusa vigente y si detiene a los grupos neonazis, que operan sin restricciones y con el consentimiento del gobierno en todo el territorio ucraniano. 

El diplomático acusó a los Estados Unidos de torpedear bajo cuerda las conversaciones. En su decir, Washington sería el responsable de que la delegación ucraniana no haya aceptado lo propuesto por el gobierno ruso para poner fin a las hostilidades.  

Lavrov, en una intervención televisada, dijo que en los arreglos para poner fin al conflicto deben incluirse las garantías para que la población de Ucrania pueda seguir empleando el idioma ruso, teniendo acceso a la educación en ruso y a los medios de comunicación rusos. También que se aprueben leyes para proscribir la nazificación del país, que ha cobrado auge. Según el canciller eslavo, EE.UU. es el factor que ha impedido que Ucrania acceda a estas demandas que resolverían la crisis.  

¿Es neutral Suiza?

Frente a este panorama, Suiza, país que goza de un estatus neutral desde 1815, se ofreció como mediador entre Moscú y Kiev, pese a que respaldó la batería de sanciones impuestas por occidente contra Rusia.  

Aunque es cierto que el concepto de neutralidad –no involucrarse en conflictos ni adscribirse a alianzas militares o geopolíticas– ha sufrido modificaciones en los dos siglos transcurridos desde entonces, la postura de Berna ha sido objeto de críticas, pues en los últimos años ha colaborado con la OTAN y presentó su postulación como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.  

Previamente, las autoridades rusas habían rechazado cualquier oferta de mediación procedente de países que se hubieran sumado a las medidas coercitivas unilaterales contra su país.   

Según expresó el canciller Lavrov, las naciones occidentales están demasiado involucradas en el conflicto como para ser garantes de un eventual acuerdo de paz entre las partes. Dijo que la diplomacia occidental ha tirado por la borda sus supuestos principios, como la presunción de inocencia, la sagrada propiedad privada y otros muchos pilares sobre los que se asientan los valores liberales. 

Asimismo, el alto funcionario aseguró que el Kremlin no pretende cortar las líneas de comunicación con sus pares de occidente, pero subrayó que no propiciará ningún acercamiento.  

Entretanto, Estados Unidos parece dispuesto a deteriorar todavía más su ya frágil relación con Rusia, pues la semana previa, el presidente Joe Biden calificó a su par ruso de «dictador asesino», «matón» y «criminal de guerra». 

El gobierno del presidente Vladímir Putin calificó como «inadmisible e inexcusable» lo expresado por Biden, a quien recordaron que esas palabras provenían del jefe de un Estado «cuyas bombas provocaron la muerte de cientos de miles de personas en todo el mundo».  

El asunto no acabó allí, pues este lunes la cancillería rusa convocó al embajador estadounidense en Moscú, John Sullivan, para entregarle una nota de protesta.  

«El 21 de marzo, el embajador de Estados Unidos, John Sullivan, fue convocado al ministerio de exteriores de Rusia y se le entregó una nota de protesta en relación con las recientes declaraciones inadmisibles del jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, sobre el presidente de Rusia», dijo el organismo en un comunicado. 

Para la diplomacia rusa, las expresiones de Biden fueron completamente impropias de su cargo. Pese a la tirantez, espera preservar las líneas diplomáticas abiertas, pero no descarta una ruptura total de relaciones. 

Por otro lado, en la misma jornada el Kremlin anunció que suspendía sus conversaciones con Japón en relación con la soberanía de las islas Kuriles, debido al respaldo de Tokio a las medidas coercitivas unilaterales impuestas por occidente. Dice Moscú que Japón desarrolla una política antirrusa, en lugar de seguir en la tónica de la cooperación. 

El archipiélago, ubicado al extremo oriente de Rusia, es objeto de disputa entre las dos naciones desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, con esta decisión, el tratado de paz en el que trabajaban desde hace varios años queda en suspenso.  

La postura de Ucrania

Desde el gobierno ucraniano, las posturas son contradictorias, toda vez que aunque el presidente Zelenski ha hablado de paz y ha subrayado la necesidad de poner fin a la guerra, sus acciones parecen dar cuenta de lo contrario.  

Así, el pasado 19 de marzo el mandatario condecoró como «Héroe de Ucrania» a Andriy Biletsky, líder del Batallón Azov, fracción de las fuerzas armadas ucranianas de ideología neonazi sindicada de ajusticiar a la población de etnia rusa residente en el Donbás y de usar a civiles como escudo humano en el conflicto actual. En una intervención pública glorificó a este grupo formado hace ocho años para aglutinar a paramilitares de extrema derecha que reprimieron el movimiento prorruso en el Donbás.  

Por este tipo de gestos, según Moscú, aunque Kiev diga que no apoya a los neonazis, los hechos lo contradicen. 

Por si ello no bastara, Zelenski no ha rechazado los múltiples discursos xenofóbicos contra los rusos proferidos por nacionalistas en los medios de comunicación, incluyendo los de un médico voluntario, quien aseguró que había ordenado al personal a su cargo que castrara a todos los rusos porque no eran humanos sino «cucarachas».  

Guennadi Druzenko, un médico ucraniano director y fundador de la ONG Pirogov First Volunteer Mobile Hospital (PFVMH) declaró en ante las cámaras de televisión de su país que había ordenado al personal a su cargo «castrar a todos los heridos porque ellos son cucarachas, no humanos», según consta en un video difundido a través de las redes sociales. 

Durzenko, de 50 años, es natural de Kiev, cuenta con un título en Derecho y está especializado en Derecho Comparado en la Unión Europea, si bien participa de la fundación como «médico voluntario» en el frente de batalla al Este de Ucrania. 

Según consta en su perfil público de la Wikipedia, en los años 2011 y 2012 «trabajó como coordinador de desarrollo regional para el proyecto inversión local y competitividad nacional (LINC)», financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo internacional (USAID, por sus siglas en inglés). 

En una nueva demostración de su escaso interés para poner fin rápidamente al conflicto, Zelenski anunció la ilegalización de diversos partidos de la oposición, en su mayoría de izquierda, amparándose en la Ley Marcial que rige en el país.  

Esta práctica, que empezó en 2015 con la ilegalización del Partido Comunista de Ucrania, promete exacerbar todavía más las confrontaciones en el seno de Ucrania, que contrariamente a lo que refiere la narrativa occidental, son bastante más complicadas y no se remiten exclusivamente al nacionalismo, aunque este haya tenido un papel preponderante en los últimos años.  

La “brújula” de la UE

Entre tanto, la Unión Europea aprobó este lunes una nueva estrategia defensiva común que, analizada en detalle, luce como una copia al calco de lo establecido en la Carta Fundacional de la OTAN.  

El documento, que fuera presentado en 2021 por el Alto Representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, se conoce con el nombre de Brújula Estratégica y ha sido modificado tras el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania. 

En su decir, el propósito fundamental sería «preparar mejor a la UE ante acontecimientos como una guerra en suelo europeo» y el «ambicioso plan de acción» tiene como horizonte el año 2030. 

Desde su punto de vista, esta aprobación supone «un punto de inflexión» que «llega en un momento muy importante», vista la necesidad del bloque para «incrementar sus capacidades en seguridad y defensa». 

En particular, se refirió a los 200.000 millones que la UE invierte en gasto militar, que es «casi cuatro veces más que Rusia (…) y tanto como China», si bien el monto no es en modo alguno comparable en términos de eficiencia. «Ciertamente, no es lo mismo 27 partes diferentes que una estructura militar integrada», alegó Borrell. 

Para el diplomático, la UE está redefiniendo su estrategia de seguridad sobre la base de que el continente «está en peligro» y por ello cifró sus esperanzas en que las modificaciones ayuden al bloque «a superar lagunas y evitar solapamientos para hacer más de forma conjunta, en coordinación con la OTAN y sus socios internacionales». 

Trascendió, asimismo, que «en la recta final de la negociación» se añadió al preámbulo de la Brújula Estratégica la frase: «la solidaridad entre los Estados miembros está reflejada en el artículo 42.7 del tratado de la UE», lo que supone que, en apego a la Carta Fundacional de la alianza atlántica, los Estados miembros tienen la disposición de «defenderse entre sí ante las amenazas». 

De momento, el bloque europeo anunció que desplegará 5.000 efectivos adicionales, si bien se destacó que es la OTAN la que sigue estando a cargo de la defensa regional.   

Además, este lunes, Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, reiteró que su país no enviará tropas a Ucrania, pero sí avanzó la posibilidad de que lo hiciera otro miembro de la OTAN.  

Frente a esta nueva amenaza, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, ratificó que su país responderá ante cualquier intento de injerencia extranjera en el desarrollo de su operación militar en Ucrania.  

La actitud de la ONU

Por su parte, al inicio de la jornada de este martes, la Organización de las Naciones Unidas advirtió a Rusia que tendría que negociar la paz con occidente, pues no hay manera de que obtenga una victoria militar en Ucrania.  

«Esta guerra no se puede ganar. Antes o después, tendrá que moverse del campo de batalla a la mesa de paz. Esto es inevitable», sostuvo el secretario general de la ONU, António Guterres.  

A este respecto, indicó que hay «progreso diplomático» en varios asuntos clave del conflicto, lo que debería ser «suficiente» para detener el fuego y avanzar en una negociación seria.  

Para inflamar todavía más la situación, el presidente estadounidense, Joe Biden, aseguró este lunes que el mundo se aproxima a un nuevo orden mundial y que es su país quien debe liderarlo.  

La larga sombra de las armas químicas y biológicas

Según las convenciones internacionales está prohibido el uso de armas químicas y biológicas en las guerras. De esto se agarraron el entonces presidente estadounidense George W. Bush y sus aliados de la OTAN para invadir Irak en 2003 y para bombardear Siria una década después.  

Aún antes del inicio de las hostilidades, Washington acusó a Moscú de planear ataques con armas químicas en una eventual operación militar en Ucrania, lo que fue categóricamente desmentido desde el Kremlin.  

«Permítanme recordarles que Estados Unidos sigue siendo el único país que aún no ha cumplido con sus obligaciones bajo la Convención sobre Armas Químicas (CAQ) y no ha eliminado sus arsenales nacionales», dijo a inicios de febrero el embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov.  

Esto fue recordado nuevamente este 21 de marzo por el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, en el contexto de unas relaciones bilaterales que, según el Kremlin, están al borde de la ruptura y estas dependen de las próximas acciones de la Casa Blanca para sostenerse.  

El Ministerio de Defensa de Rusia advirtió en días pasados que nacionalistas ucranianos podrían estar preparando una operación de bandera falsa con químicos para implicar a Rusia y justificar una intervención occidental.  

De acuerdo con el gobierno ruso, esta provocación se produjo la noche del pasado 20 de marzo en una planta química ubicada en la ciudad de Sumy, en el noreste del país, en la que se han sucedido enconados combates desde el inicio de las hostilidades.  

Lo que sí está fuera de toda cuestión es que Estados Unidos financió laboratorios de investigación biológica con agentes patógenos potencialmente peligrosos, como admitió la subsecretaria de estado Victoria Nuland, quien participó activamente en la promoción del golpe de Estado de 2014, con el que se depuso al presidente ucraniano Víktor Yanukovich y tras el cual se desató la guerra en el Donbás, que ha llevado al conflicto actual.  

En una interpelación ante el Congreso, Nuland confirmó la denuncia formulada por Rusia, manifestó abiertamente el interés de Washington para que las tropas rusas no se hicieran con la información y aseguró que su gobierno trabajaba con ucranianos para impedirlo.  

Tras el hallazgo, las autoridades rusas alertaron que esos laboratorios biológicos financiados por Estados Unidos en los que aparentemente se habría experimentado con agentes como el coronavirus de murciélagos y el ántrax para producir armas biológicas, también representaban una amenaza para Europa.  

En fecha posterior, se comunicó que el financiamiento estadounidense a estas actividades ascendió a los 32 millones de dólares y se acusó nuevamente a los países occidentales de avivar el conflicto, al aprobar el envío de más armas a Kiev.   

De manera similar, China ha exigido a Estados Unidos la realización de una investigación para determinar los hechos en torno a las denuncias de fabricación de armas biológicas financiadas por Washington en suelo ucraniano.  

Prolongación de la guerra a cualquier precio

Este convulso escenario, en el que la prolongación de la guerra a cualquier costo parece ser el signo predominante, ha hecho pensar que el objetivo real de occidente tras esta andanada de sanciones, es destruir a Rusia desde adentro.  

En opinión de Kiril Vyshinsky, director ejecutivo del grupo de medios Rossiya Segodnya y miembro del Consejo de Derechos Humanos bajo los auspicios del presidente de la Federación de Rusia, el propósito de las sanciones occidentales contra Rusia es sacudir la situación interna.  

«Es obvio y comprensible que el propósito de las sanciones actuales contra Rusia es sacudir la situación interna. En occidente, parten de la idea de que hay élites, y si les quitan sus yates, comenzarán a levantar una intifada interna», dijo Vyshinsky en entrevista con Sputnik.  

No obstante, el experto advierte que al contrario de lo que podría pensarse, la mayor parte de la gente se da cuenta de la jugada occidental y la rechaza.  

Más allá de estos aparentes errores de cálculo de Washington y Bruselas, analistas como el politólogo argentino Atilio Borón, opinan que el objetivo terminal de Estados Unidos y sus aliados europeos es balcanizar a Rusia en varias repúblicas más débiles, como en su día lo hicieran con la extinta Yugoslavia.  

Así las cosas, no cabe duda que si este es el escenario real que se esconde tras los inéditos paquetes de medidas coercitivas unilaterales impuestos y la extensión del conflicto bélico en Ucrania, una conmoción interna resulta altamente favorable para alcanzar la meta.  

Borón también destaca que las continuadas violaciones a las garantías de seguridad con las que occidente se comprometió, aún antes de la caída de la Unión Soviética, son la causa final de este lamentable conflicto.  

“Acá hay una guerra no declarada oficialmente, pero en plena marcha, entre EE.UU. y Rusia. El objetivo es lograr lo que hicieron en Yugoslavia, que la destruyeron y de ella sacaron siete países, luego de haber sido un modelo exitoso de multiculturalismo, un tema que agobia a tantos países. El mariscal (Josip Broz) Tito, después de la Segunda Guerra Mundial logró una fusión, una articulación entre diferentes etnias, nacionalidades y religiones, y eso funcionó, hasta que estos tipos destruyeron todo. Quieren hacer lo mismo con Rusia y ella reacciona ante esa agresión. Hay que recordar que James Baker, secretario de Estado de la época, le aseguró a Gorbachov que la OTAN no se movería una pulgada hacia el este. Lo mismo dijo Helmut Kohl, cuando aseguró que en la ex Alemania Oriental no habría bases de la OTAN. Mintieron escandalosamente estos politiqueros y avanzaron hasta cubrir casi toda la frontera, salvo Bielorrusia y Ucrania y por eso, en cierto momento, Putin y la dirigencia rusa no tuvieron otro remedio que decir: ‘Bueno, esta es la línea roja porque si establecen bases de misiles en Ucrania, estos pueden llegar a Moscú en un lapso de apenas entre 5 y 7 minutos y eso es para nosotros inaceptable’”, expresó Borón, durante la entrevista que sostuvo con Pérez Pirela en Desde Donde Sea, el jueves 10 de marzo. 

Desde una posición diametralmente opuesta al intelectual argentino, Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los Estados Unidos, tiene más de dos décadas advirtiendo de las consecuencias de expandir la OTAN hacia las fronteras rusas.  

En años recientes, a propósito del Euromaidán, el inicio de la guerra en el Donbás y el empeño occidental e incorporar a Ucrania a la alianza atlántica, el exfuncionario calificó la tentativa como «imprudente», pues ello resultaría simplemente inadmisible para Moscú.  

Esta opinión coincide con la expresada por el canciller ruso, Serguéi Lavrov, quien afirmó que la operación militar en Ucrania es «la culminación de la política de occidente» adelantada desde la década de 1990 y que ignoró sistemáticamente la visión del mundo de Rusia.  

¿Petróleo a 300 o 500 dólares?

La Unión Europea continúa a la zaga de Washington en sus pretensiones de alargar el conflicto, pues este lunes aprobó 500 millones de euros adicionales en armas para Ucrania y anunció que estudiará nuevas sanciones sobre el carbón y el petróleo rusos.  

Según detallara en rueda de prensa el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad, Josep Borrell, se trata de un «acuerdo político» que se aprobó en la reunión extraordinaria que celebraron los ministros de Asuntos Exteriores, cuya formalización aún no tiene fecha porque el consejo de la UE todavía no ha definido el procedimiento legal. 

«Las conclusiones fueron muy claras. Todos los estados miembros están extraordinariamente unidos en apoyo a Ucrania», sostuvo Borrell, quien aprovechó la ocasión para acusar a Moscú de perpetrar «crímenes de guerra» y «violaciones de la ley internacional» en suelo ucraniano. 

Al ser inquirido por la prensa acerca de la posibilidad de imponer nuevas medidas coercitivas unilaterales contra Rusia, Borrell comentó que «algunos estados miembros han planteado cuestiones relacionadas con la energía», pero advirtió que «se trata de conseguir una respuesta eficaz que no signifique un costo inasumible para los Estados miembros». 

De acuerdo con la agencia española de noticias EFE, en el grupo de los 27 varias naciones habrían aludido a la posibilidad de impedir la importación de petróleo o carbón rusos, si bien se descartó restringir el comercio de gas, pues «es una cuestión más delicada por la gran dependencia que tienen de ese carburante diferentes estados miembros». 

Frente a estas tentativas, el viceprimer ministro ruso, Alexandr Nóvak, advirtió nuevamente que si occidente opta por prescindir del gas ruso, el precio del petróleo podría alcanzar los 300 dólares por barril y en la peor circunstancia, incluso 500.  

 Como estaba previsto, las sanciones contra la economía de la Federación Rusa empiezan a sentirse en todo el orbe, pues los precios del combustible siguen en aumento –con el subsecuente incremento en los precios de todas las mercancías– a lo que se añade una creciente preocupación por la seguridad alimentaria en el mundo.  

En las últimas semanas, ciudadanos de diversos países se han volcado a las calles para exigir mejoras salariales frente a la escalada inflacionaria y ya comienzan a registrarse los primeros signos de escasez de alimentos básicos en algunas ciudades en las que tales situaciones no se han registrado hace décadas.  

Antes del inicio de la guerra en Ucrania, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió que los alimentos se encarecieron en relación con 2021, principalmente por causa de la disminución de la oferta de aceites vegetales.  

Sin embargo, de extenderse las hostilidades, la situación solamente empeorará, puesto que al efecto de las sanciones habría que sumar la potencial pérdida de las cosechas en Ucrania, uno de los principales productores de trigo y otras fuentes básicas para la elaboración de alimentos.    

Puntos para la reflexión

A lo largo del programa, Pérez Pirela expuso sus puntos de vista sobre el conflicto que está en marcha. Alguna de sus observaciones y puntos para la reflexión fueron los siguientes: 

Este conflicto está solo comenzando porque, aunque termine hoy -que no va a terminar-, los efectos en las cadenas alimenticias, energéticas, etcétera, ya están en marcha. El mundo pagará las consecuencias de esta crisis. 

Basta un ataque de un país de la OTAN a fuerzas rusas para que el conflicto escale a Tercera Guerra Mundial, ya no solamente financiera, económica y mediática, sino también militar. 

Las sanciones contra Rusia afectan a todo el orbe, en materia de seguridad alimentaria, lo cual es aún más grave porque venimos de una crisis económica y sanitaria derivada de la pandemia. 

Las conversaciones entre Rusia y Ucrania comenzaron muy temprano, pero no han logrado que cesen las hostilidades ni que se establezcan medidas humanitarias 

Zelenski ha asomado la posibilidad de someter los acuerdos a referendos y consultas, pero no parece que tenga margen de maniobra para eso, pues cada momento que pasa ocurren más muertes y se destruye la infraestructura del país. 

La mediática hegemónica habla en condicional de una posible respuesta atómica de Putin. La misma existe del lado de la OTAN, pero pocos hablan de los hechos del hallazgo de armas químicas y biológicas en territorio ucraniano, en laboratorio de EE.UU.  

Para los voceros de EE.UU., como Victoria Nuland, el problema no es que existieran los laboratorios, sino que los descubrieron.  

Se observa que, en materia de armas biológicas y químicas, en el mundo hay control internacional para otros países, pero no para el hegemón. 

El gobierno de Kiev ha acogido como parte del Ejército ucraniano a grupos paramilitares neonazi, escuadrones de la muerte. La actuación de los grupos neonazis bajo el amparo del gobierno de Zelenski es una verdad que los gobiernos occidentales y la maquinaria mediática hegemónica han pretendido ocultar. 

Si Suiza respalda las medidas coercitivas contra Rusia, tan neutral no es. Se vende como tal en términos de marketing, pero a la hora de la verdad no es tan cierto. 

Biden está jugando con fuego y perdiendo el control. El hijo del presidente de EE.UU. está metido hasta los tequeteques, como decimos en Venezuela. Se le oye senil, le cuesta articular. Es un títere del aparato de guerra de EE.UU.  

El mundo, contrario a lo que plantea Biden, no parece querer tener como líder absoluto a EE.UU. sino multipolar. 

Ahora pareciera que EE.UU. no hubiera roto nunca un plato. Con esto no quiero justificar guerras ni esta operación especial rusa, pero es demasiado descarado. Mientras tanto, la Europa bien pensante, que bombardea países y los saquea, ahora se rasga las vestiduras para condenar una invasión. 

No es extraño que la USAID financie a gente como el doctor ucraniano que promueve la castración de los prisioneros rusos. Nosotros tenemos mucha experiencia en torno al trabajo de la USAID en Venezuela. Es un brazo desestabilizador de EE.UU. Sobre esto, los medios hegemónicos no informan. 

En la Ucrania que se vende como non plus ultra de la democracia, se cercenan no solo medios, sino partidos políticos, todo en nombre la libertad, la paz y la democracia. 

No estoy seguro de que la OTAN permita a la UE organizarse en un frente militar porque eso, de alguna forma, lo independizaría de EE.UU. que es al fin y al cabo quien manda en la OTAN. 

El secretario general de la ONU, António Guterres habla como si fuera neutral, pero es parte del conflicto. 

Europa sigue siendo el patio trasero bélico de EE.UU. Lo fue en la Segunda Guerra Mundial y lo está siendo ahora. 

Todo parece indicar que hay colosos de la guerra que quieren alargar el conflicto para debilitar a Rusia desde adentro y generar un conflicto interno que derroque a Putin. 

Sobre el papel de los medios alternativos

“Una de las características de este conflicto es la guerra mediática. Cada día es más difícil obtener material audiovisual sin el riesgo de que bloqueen las cuentas en plataformas y redes sociales –puntualizó Pérez Pirela-. Estamos en tiempos de Tercera Guerra Mundial, al menos en el terreno económico, financiero y mediático. Hacemos un gran esfuerzo para llevar adelante este canal alternativo. Estamos trayendo de aquí y de allá los videos que están siendo censurados por los grandes medios y redes. Ayúdenos a desarrollar una comunicación equilibrada y contrastada”.  

Palabras y nombres clave 

Rusia, Ucrania, Estados Unidos, Europa, Unión Europea, OTAN, USAID, China, Moscú, Kiev, Washington, Bruselas, Kremlin, Casa Blanca, Vladímir Putin, Volodimir Zelenski, Josep Borrell, Dmitri Peskov, António Guterres, Alexandr Nóvak, Kiril Vyshinsky, Victoria Nuland, Anatoli Antonov, Serguéi Riabkov, Guennadi Druzenko. 

Fuentes utilizadas

LaIguana.TV / El Iguanazo de Iván Lira / RT (vía Odysee.com) / teleSUR / Nexo Latino / Sputnik / EFE.  

(LaIguana.TV)