Este miércoles, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció la movilización parcial de efectivos militares hacia el frente de guerra en Ucrania, una medida que ha sido calificada en Occidente como prueba irrefutable del «desespero» del Kremlin por ganar una guerra que ya pierde.

Sin que los eslóganes occidentales puedan calificarse como ciertos, en las últimas semanas, la guerra subsidiaria entre Rusia y la OTAN ha salido del estancamiento tras la reconquista por parte de las Fuerzas Armadas ucranianas de zonas en el sureste del país que estaban en manos rusas desde principios del pasado marzo.

No obstante, estos movimientos merecen ser analizados con más detalle, pues se inscriben en una tensión creciente entre la Alianza Atlántica y Moscú que hacen suponer que es cuestión de tiempo antes de que se desate la guerra abierta entre los dos bloques.

Así las cosas, en esta edición de Desde Donde Sea, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela intentó responder a las preguntas: ¿se desató la guerra total en Ucrania? ¿Quién gana la guerra en este momento entre la OTAN (Ucrania) y Rusia? ¿Qué implica la movilización parcial que ahora decreta Putin? ¿Seguirán Estados Unidos y la Unión Europea armando hasta los dientes a Ucrania? ¿Se llegará a la guerra nuclear?

Editorial

El especialista comentó que aunque el conflicto bélico en el Este de Europa ha vuelto a la palestra informativa, siguen sucediéndose otros acontecimientos de interés dentro y fuera de América Latina.

En virtud de eso, antes de entrar en materia, presentó breves reseñas de algunos de ellos, comenzando por el hecho de que Caracas y Bogotá continúan estrechando lazos antes de la reapertura fronteriza programada para el venidero lunes 26 de septiembre, fecha en la que además tendría lugar el primer encuentro presencial entre los presidentes Nicolás Maduro y Gustavo Petro. De momento, se confirmó una reunión parlamentaria binacional.

A esto añadió que este lunes 19 de agosto se concretó la devolución de Monómeros al Estado venezolano, un asunto que en su opinión resultaba decisivo para dejar atrás cualquier atisbo de la política del expresidente Iván Duque hacia Venezuela, cuyas consecuencias, sin embargo, no se terminarán tan pronto.

Al llegar a Barranquilla, las autoridades venezolanas constataron el deplorable estado de la planta y el muelle de desembarco, precisó.

«Como venezolano levanto mi voz para denunciar este desastre, este sinsentido, esta maldad absoluta que este grupúsculo de Guaidó, Leopoldo López y Julio Borges hicieron de una empresa que es de todos los venezolanos», criticó.

Continuando con los impactantes hallazgos en Monómeros, refirió que el ministro de Petróleo, Tareck el Aissami, dijo que parecían un «cementerio» y advirtió que en tales condiciones es imposible conseguir plena operatividad de inmediato.

«Impresionante el estado catastrófico, que estos señores, con Duque, dejaron a esa compañía, afectando tanto al pueblo venezolano como al colombiano, porque allí se producía el 70 % de los fertilizantes. El resultado es que Colombia terminó importando fertilizantes al triple del precio», añadió.

Por si ello no bastara, indicó, el escandaloso intento de apropiación de la compañía venezolana y los manejos turbios a los que fue sometida desde 2019, derivó en acusaciones mutuas y distribución de culpas entre los principales implicados: Leopoldo López, Juan Guaidó, el pretendido gerente general, Guillermo Rodríguez Laprea y de refilón, al expresidente Iván Duque.

Las vergonzosas declaraciones fueron criticadas con sorna por el embajador colombiano en Caracas, Armando Benedetti, cuya participación fue clave para que se concretara la devolución de la productora de fertilizantes al Estado venezolano.

los acercamientos entre Colombia y Venezuela no han sido del agrado de Washington, que sin aludir directamente al tema, pasó de amenazar a Maduro con imponer más sanciones si no retoma las conversaciones con el ala de la oposición que cuenta con el respaldo de la Casa Blanca, a reflotar la matriz de opinión sobre la migración venezolana.

«Para tratar de sentar al gobierno venezolano con estos señores que dejaron a Monómeros en este estado, amenazaron con más sanciones, sacaron el ‘dossier’ de los migrantes y el ‘dossier’ de supuestas violaciones a los derechos humanos», acotó

En ese orden detalló que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur, por sus siglas), asegura que hay «6,8 millones de personas refugiadas y migrantes de Venezuela en todo el mundo», en nombre de los que se han aprobado recursos por el orden de los 1.700 millones de dólares.

«Acnur fue protagonista del intento de invasión por Cúcuta y ahora viene con esto», recordó.

A esto agregó que el boletín en español de The New York Times aparecido este 20 de septiembre, encabezó con el tránsito de venezolanos a través de la peligrosa selva del Darién para llegar a los Estados Unidos, así como sobre el uso político que han hecho de ellos gobernadores republicanos.

En concordancia con esta línea, puntualizó, el presidente Joe Biden aseguró que su gobierno no enviará de vuelta a venezolanos, cubanos y nicaragüenses en razón de la situación en sus países de origen, aunque su administración ha roto todos los récords de deportaciones.

El mandatario venezolano respondió a estas declaraciones exigiéndole a Biden que dejara de manipular el tema migratorio, al tiempo que recordó que buena parte de la población que había abandonado el país lo había hecho por el deterioro en las condiciones de vida derivados de las sanciones y bloqueos estadounidenses.

Mencionó asimismo que en paralelo, una «misión independiente de la ONU» –que no guarda relación directa con el organismo– acusó al presidente Nicolás Maduro y a otros altos personeros de ordenar directamente a los organismos de seguridad del Estado la ejecución de persecuciones y torturas contra disidentes.

El comunicador relató que en otras oportunidades, el gobierno venezolano ha rechazado el contenido de estos informes, ya que se fundamentan en denuncias formuladas en las redes sociales y no comprobadas en el terreno ni verificadas con las autoridades.

Pasando a otro tema refirió que esta semana inició el 77º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. Buena parte de los discursos ha estado marcado por los efectos económicos de la guerra en Ucrania y la crisis global, aunque no solo.

A su parecer, por América Latina destacaron los debuts de Gustavo Petro y Gabriel Boric en el foro. Sobre la intervención del primero destacó que esta se centró en denunciar el fracaso de la política antidrogas de Estados Unidos así como los efectos del modelo capitalista sobre la naturaleza.

Sobre lo dicho por Boric, criticó su estrategia de justificar la derrota de la propuesta constitucional como una demostración de respeto de la voluntad del pueblo chileno. Adicionalmente cuestionó que aprovechó el informe contra Venezuela para señalar nuevamente violaciones a los derechos humanos en ese país, sin mencionar la represión que su gobierno ha desatado contra el pueblo mapuche y estudiantes de secundaria.

Seguidamente señaló que este miércoles, los reflectores se posaron sobre Joe Biden, quien aprovechó su concurrencia en la ONU para acusar a Rusia y a su presidente, Vladímir Putin, de atentar contra la Carta de las Naciones Unidas, al que también responsabilizó de asuntos como la crisis alimentaria mundial, la inflación y el alza en los precios de la energía.

Biden además anunció el respaldo estadounidense a la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU y a la limitación del poder de veto de sus miembros. Por ahora, solo ha trascendido la eventual inclusión de Alemania, aunque el gobernante avanzó que habrá incorporaciones permanentes y temporales de los cinco continentes, resumió.

Previamente, rememoró, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, había abogado por la reforma del sistema de Naciones Unidas y por la eliminación de las prebendas de los miembros del Consejo de Seguridad, al tiempo que el canciller alemán, Olaf Scholz, reclamó para su país un asiento permanente en esa instancia.

La guerra en Ucrania entra en una nueva fase

Ya en el tema central, Pérez Pirela apuntó que la declaratoria de movilización parcial al frente de guerra en Ucrania anunciada este miércoles por el presidente Vladímir Putin, permite concluir sin esfuerzo que el conflicto ha escalado a una nueva fase, cuyos alcances e implicaciones todavía no están demasiado claros.

Al respecto indicó que en un mensaje a la nación, el mandatario ruso explicó que serán reclutados obligatoriamente quienes pertenezcan a la reserva, hayan servido en las Fuerzas Armadas o cuenten con competencias técnicas relevantes para la acción militar, así como con experiencia de combate.

A esto sumó que según Putin, antes de ser enviados al frente e independientemente de su bagaje anterior, los soldados recibirán una capacitación especial orientada por el aprendizaje que ha dejado el conflicto.

En su criterio, el presidente ruso justificó este nuevo despliegue –que puede interpretarse como una intensificación de las acciones bélicas– sobre la base de la ampliación de la línea de confrontación, hecho que atribuyó al envío de armas y mercenarios a Kiev por parte del «Occidente colectivo», así como el torpedeo a las negociaciones de paz que se desarrollaban en Estambul.

Además, Putin aseguró que quienes sean convocados disfrutarán en igualdad de condiciones de los beneficios económicos, institucionales y sociales de quienes prestan servicio por contrato en las Fuerzas Armadas rusas.

Para más precisiones, recuperó lo dicho por el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, quien detalló que el nuevo decreto de movilización parcial implicará el llamado a las filas de 300.00 personas, que en sus dichos equivale al 1 % de la población, hoy cifrada en unos 144 millones de personas.

En la misma línea descartó que el mecanismo de reclutamiento incluyera a estudiantes universitarios o a los ciudadanos que están cumpliendo el servicio militar.

Según el funcionario, continuó el especialista, desde que iniciaron las hostilidades, Rusia ha perdido 5.937 soldados mientras que unos 100.000 combatientes ucranianos –combinación entre su ejército regular y mercenarios– habrían caído en el campo de batalla, cerca de la mitad de toda su fuerza militar.

Para cerrar esta primera etapa del análisis destacó que Shoigú afirmó que el comando central de las operaciones ucranianas en Kiev está dirigido por funcionarios occidentales, aunque no precisó de qué nacionalidades y rangos serían estas personas.

Pérez Pirela enfatizó que este anuncio Vladímir Putin debe ser puesto en contexto por diversas razones. En primer lugar, destacó, debe recordarse que este martes, las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporizhia anunciaron que organizarán referéndums de anexión a la Federación de Rusia que se celebrarán entre el 23 y el 27 de septiembre.

Con el propósito de ahondar en las implicaciones de estos eventos recordó que tras esta noticia, la Duma (Cámara Baja del Parlamento) respaldó la iniciativa electoral en el sureste ucraniano y el propio Putin manifestó que los órganos del poder estatal ruso harían lo necesario para que, de ser positivo el resultado en las urnas, esos territorios se incorporen como sujetos de pleno derecho a la Federación, lo que quiere decir que el frente de batalla ya no se ubicaría, en Ucrania sino en suelo ruso.

Si bien es muy posible que la guerra haya mellado el respaldo local a Rusia, lo más probable es que como ya ocurrió en 2014 en la región de Crimea, la participación sea alta y el resultado sea favorable a la anexión, valoró el analista, para quien el dato no es simplemente electoral, sino que define un nuevo planteamiento político dentro y fuera del país eslavo: Ucrania, de nación agredida, pasaría a considerarse un país ocupante del territorio de Rusia y cualquier acción militar realizada con respaldo occidental escalaría al estatus de agresión directa.

A su juicio, solo así se entiende el viraje discursivo de Putin en su mensaje de este 21 de septiembre, en el que que la protección de los habitantes de etnia rusa en el Donbás de los ataques ucranianos figura como un objetivo subordinado a la defensa de la integridad territorial de Rusia frente a la creciente amenaza de la OTAN.

Observó, asimismo, que para argumentar este punto de vista, Vladímir Putin recordó que la OTAN y sus aliados han admitido sin rubor que contribuyeron a la caída de la Unión Soviética en 1991 y denunció que existen planes para balcanizar el país en pequeñas repúblicas enemistadas entre sí.

Siempre siguiendo lo expresado por Putin, Pérez Pirela comentó que allí radicaría el interés de lo que denomina «el Occidente global» para azuzar las tensiones rusoucranianas y utilizar a Ucrania como punta de lanza para desmembrar a Rusia, especialmente desde el golpe de Estado de 2014, bautizado en los medios como Euromaidán.

Para redondear en el análisis del discurso de Putin precisó que el nuevo orden discursivo expuesto por Rusia este miércoles presenta por tanto, dos cambios destacables: la «operación militar especial» ya no es tanto una acción de desmilitarización y desnazificación en el Donbás como una de protección existencial de su propio Estado y en función de esto último, Rusia alega todo recurso es válido, incluyendo el uso de armamento nuclear.

A este respecto recordó que el mandatario denunció que el territorio ruso ha sido atacado desde posiciones ucranianas con armas proporcionadas por Occidente, lo que en su decir obedece a presiones de la OTAN sobre el gobierno de Ucrania, al tiempo que la Alianza ha desplegado todos sus equipos en las fronteras rusas para hacer monitoreo del conflicto en caliente.

En su opinión, conviene apuntar que aunque en numerosas ocasiones tanto el Kremlin como la Casa Blanca han descartado la posibilidad de una guerra atómica, en data reciente se han acusado mutuamente de emplear este asunto como mecanismo de presión y hasta de chantaje.

A este último término recurrió Putin para referirse al uso de ojivas en el marco de la guerra en Ucrania, recordó. Más precisamente, el gobernante afirmó que su país posee armas de destrucción masiva superiores a las de la OTAN, enfatizó que no bromeaba sobre el tema y avanzó que estaría dispuesto a dispararlas para defenderse, refirió.

«Ya el tono ha cambiado, se vienen estos referéndums en estas cuatro regiones, Ucrania está avanzando, Putin ha llamado a 300.000 reservistas y dijo estar dispuesto a usar armas nucleares para defender el territorio ruso», no es una bravuconada, subrayó.

Huelga decir también que hace varias jornadas, voceros rusos advirtieron que si Occidente envía armas al frente de batalla capaces de atacar directamente el territorio de Rusia, Moscú interpretaría los actos como un ataque directo de Estados Unidos.

El pasado 14 de septiembre, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antónov aseguró que Estados Unidos será arrastrado a un conflicto militar con Moscú si Ucrania recibe misiles de largo alcance y estos impactan en territorio ruso.

El diplomático dijo a la agencia Sputnik que su gobierno estaba preocupado por las demandas sostenidas de Ucrania para recibir «misiles tácticos ATACMS, diseñados para dar en objetivos a una distancia de hasta 300 kilómetros» por parte de los países de la OTAN.

A continuación se permitió citar lo advertido por Antónov: «Si Kiev obtiene esas armas, grandes ciudades rusas, así como instalaciones industriales e infraestructura de transporte, estarán dentro de las áreas de posible destrucción» y «ese escenario significaría un involucramiento directo de Estados Unidos en una confrontación militar con Rusia».

Vistas en la distancia, estas declaraciones dan cuenta de un progresivo cambio en la concepción del conflicto por parte de Moscú, no limitadas al alcance de los micrófonos aunque inicialmente pudiera interpretárselas así, añadió.

Antes bien, en su opinión esto parece indicar que desde el punto de vista de Rusia se pasará de una «operación militar especial» a una «guerra total» porque las hostilidades no se detendrán, particularmente porque Estados Unidos no desea que así sea.

Como demostración de que el tono está subiendo, mencionó que el canciller Serguéi Lavrov aprovechó su intervención de este jueves en el Consejo de Seguridad de la ONU para subrayar que el enfrentamiento de Rusia no es solo contra «el régimen de Kiev» sino contra la maquinaria bélica occidental.

Así, desde la perspectiva de Moscú, «Occidente» es una parte activa en el conflicto y tiene el interés de avivarlo todo cuanto sea posible, pues su objetivo no es defender a Ucrania sino derribar a Rusia.

El avance ucraniano

Para Miguel Ángel Pérez Pirela, la respuesta rusa obliga a posar la mirada al otro lado del tablero, donde resulta evidente que desde finales de agosto, Ucrania ha retomado posiciones –algunas de ellas estratégicas– en zonas que Rusia controló con relativa rapidez tras el inicio de las hostilidades, a finales de febrero.

Por ello, en su opinión, no resulta inapropiado pensar que el envío permanente de armas, instructores de campo, asesores militares y dinero a manos llenas han sido extremadamente importantes para esos fines.

El analista observó que si se hila más fino, se aprecia que muy por sobre todo, los avances en el sureste ucraniano le han dado al gobierno de Volodímir Zelenski una bocanada de oxígeno para exigir cada vez más y vender exitosamente la especie del fracaso de las fuerzas rusas ante un ejército aparentemente más débil y desprovisto.

Informes de la prensa occidental apuntaron reiteradamente que las fuerzas ucranianas apenas encontraron resistencia e incluso se mencionó abiertamente la posibilidad de un retroceso para evitar enfrentamientos que podrían traducirse en derrotas humillantes para Rusia.

Desde Moscú, contrastó, estos mismos eventos fueron presentados como un repliegue táctico. Aún no ha sido explicado por qué se abandonaron posiciones que se consideraron estratégicas para abastecer las líneas en el sureste o por qué estas estaban pobremente defendidas.

De nuevo hace falta poner el foco en los detalles para ofrecer una interpretación convincente, observó.

Si bien es cierto que el repliegue ruso se calificó casi unánimemente como fracaso militar y se computó como victoria para Ucrania, no han abundado las imágenes de capturas o rendiciones masivas que respalden la cacareada superioridad ucraniana en el terreno.

De otra parte, aunque resulta imposible establecer si es cierto que Rusia se replegó tácticamente, los anuncios de referéndums en las regiones en disputa así como la escalada militar anunciada este miércoles, otorgan alguna credibilidad a la existencia de un plan estructurado.

Si se da por válida esta conjetura, la otra consecuencia es que al mismo tiempo se debilitan las narrativas asociadas a la derrota militar, al supuesto descuido ruso de su línea de combate y otros sucedáneos que han prevalecido en los reportes del conflicto durante las últimas semanas.

Algunos efectos internos de los anuncios de Putin

Pasando otro punto relativo a la política interior rusa, el comunicador señaló que es escasamente creíble que el reclutamiento para la guerra suscite entusiasmos masivos en ninguna sociedad y la rusa no parece ser la excepción, inclusive a pesar del innegable respaldo popular a Putin y del bien conocido patriotismo ruso.

En medios occidentales y redes sociales circulan imágenes de manifestaciones en las principales ciudades. La agencia EFE reporta que más de 1.000 personas fueron detenidas por la Policía en distintos eventos, la mayoría en Moscú y San Petersburgo.

Siempre en apego a esta versión, las autoridades habrían advertido que quienes participen en acciones calificadas como ilegales por el gobierno –no se especificaron cuáles– podrían enfrentar penas de cárcel de hasta 15 años.

«Los medios occidentales están presentando, casi en cadena, las protestas, y las quiere hacer parecer como masivas y extendidas. No es verdad», acotó, antes de mostrar un informe de EFE que desde su óptica constituye una muestra de las operaciones propagandísticas desplegadas tras el mensaje de Putin.

Continuó reseñando informes occidentales, presentó despacho de la agencia italiana ANSA elaborado a partir de RIA Novosti –agencia oficial rusa– en el que se comunicaba que este martes la Duma aprobó una serie de enmiendas al código penal que suponen el agravamiento de las penas en caso de «movilización», «ley marcial», «tiempo de guerra» y «conflicto armado».

En particular destacó que en ese trabajo se asegura que quienes se nieguen a presentarse para la guerra serán encarcelados por 10 años, dato que alertó acerca de la inminencia de un decreto para aumentar la presencia militar en la zona de conflicto, algo que acabó por confirmarse la mañana de este miércoles, hora local.

En un tercer informe seleccionado para la edición elaborado por EFE, se asegura que la boletería para abandonar Rusia hacia destinos que no exigen visa como Mongolia, Turquía, Azerbaiyán, Armenia o Kazajistán, se agotaron apenas minutos después del anuncio presidencial.

A manera de contraste refirió que Zarina Dogúzova, jefa de la Agencia Federal de Turismo, dijo que aún no se han establecido excepciones para abandonar el país relacionadas con la entrada en vigor de la movilización parcial, pero matizó que aún se esperan aclaratorias oficiales al respecto.

Entretanto, en algunas ciudades rusas se documentaron largas filas de vehículos. Aparentemente, miles de personas estarían intentando abandonar el país para no involucrarse en el conflicto.

Seguidamente ofreció datos que abonan al debate sobre la migración rusa hacia Europa, pues muestran que Bruselas no está dispuesta a respaldar a los ciudadanos rusos que se oponen a la guerra.

A estos fines recordó que los destinos de la Europa Schengen están restringidos para los rusos que se oponen a la guerra, gracias a los esfuerzos de políticos como la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas y su homóloga finlandesa, Sanna Marin, que han exigido sufrimientos para el pueblo ruso y presentado la emigración hacia Europa como un privilegio.

A finales de agosto Lituania, Letonia, Estonia y Polonia –además de Ucrania– abogaron por una suspensión total, los ministros de exteriores de la Unión Europea aprobaron una restricción de los acuerdos preferenciales que regían desde hace más de una década, pero la decisión no satisfizo a los Estados bálticos, que el 7 de septiembre acordaron «restringir al máximo» el ingreso de nacionales rusos y bielorrusos a su territorio, aun cuando dispongan de visado Schengen, señaló para dar por cerrado el punto.

La previsible respuesta Occidental

Como cabía esperar, la OTAN, Ucrania y sus aliados reaccionaron tanto a la perspectiva de realización de los referéndums en el Donbás, Zaporizhia y Jersón, como a la ampliación de la presencia militar de Rusia en esos territorios y por ello, Pérez Pirela presentó fragmentos de las intervenciones de líderes occidentales, pronunciadas en su mayoría desde las Naciones Unidas.

El recuento comenzó con la intervención del presidente francés, Emmanuel Macron, quien sostuvo que Rusia es la encarnación del retorno a los tiempos del imperialismo y el colonialismo, aunque luego aseguró que París está comprometido con mantener el diálogo con Moscú.

En abierta contradicción, Macron dijo también que su país continuará «prestando apoyo económico y militar a Ucrania» para conseguir la paz, que en su opinión, solo podrá conseguirse si Kiev puede ejercer su derecho a la defensa y preservar su libertad.

Del mismo modo, el gobernante galo acusó directamente a Rusia de cometer crímenes de guerra en territorio ucraniano y advirtió que la justicia internacional debía «determinar los hechos» y sancionar a los responsables.

«¿Dónde está la justicia internacional contra Francia, el primer país que bombardeó Libia?», fustigó.

Con respecto a los referéndums que en fecha próxima se realizarán en el sureste ucraniano, recuperó las declaraciones del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken que tachó de «falsos» los venideros eventos electorales, porque, según él, el Kremlin instaló «representantes títeres» en esas zonas con el fin de anexionárselas irregularmente.

Blinken afirmó que «si esos referéndums se hacen y Rusia pretende anexionar territorio ucraniano, Estados Unidos nunca los reconocerá. Nunca» y sostuvo que Washington tenía informes de que Putin pretendía aumentar la movilización en el frente, lo que secundó de acusaciones de irrespeto a la Carta de las Naciones Unidas por parte de Moscú.

El analista puntualizó que esta línea discursiva anunciaba el tono que tendría la intervención del presidente estadounidense, Joe Biden, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas este 21 de agosto, quien dedicó la mayor parte de su discurso a culpar a Putin de la casi totalidad de crisis presentes en el mundo, al tiempo que aseguró que el deber de países como el suyo era «proteger» a las naciones pequeñas y «defender la democracia» de los avances del «autoritarismo».

Biden también acusó a su par ruso de irrespetar reiteradamente el «orden internacional basado en reglas» y en particular, lo consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

Para Pérez Pirela es claro que Estados Unidos carece de moral para señalar a cualquier otro país por incumplimiento de lo establecido en el Derecho Internacional y que ahora mismo su ejército continúa ocupando países y causando devastaciones, pero lo dicho por su presidente en la ONU debe interpretarse como la postura de la OTAN y sus aliados.

En resumidas cuentas, indicó, el plan anunciado por Joe Biden, cabeza política del Occidente global, es enjuiciar a Vladímir Putin por crímenes de guerra y lesa humanidad, en razón de la ocupación militar de parte del territorio ucraniano, con lo que, según él, pretendería «anular» el derecho de Ucrania a existir como Estado.

Mientras esto se sucedía, comentó, la Unión Europea anunció reuniones para discutir nuevas sanciones contra Moscú y más respaldo a Ucrania –más armas y más dinero para financiar la guerra–, modos genéricos con los que el bloque asegura que responderá a Putin.

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, utilizó los bombardeos a la central nuclear de Zaporizhia –que Rusia y Ucrania se atribuyen mutuamente– y las declaraciones del mandatario ruso relativas al uso de armas nucleares, para justificar las nuevas acciones, visto que en su criterio, sobre Europa se cierne el riesgo nuclear.

«Veo en Borrell una cierta satisfacción, una cierta alegría, cuando anuncia más sanciones contra Rusia. Ese es el jefe de la diplomacia europea», observó.

A su parecer, la relativa falta de estridencia en las declaraciones del diplomático puede atribuirse al creciente descontento en los países del bloque. Desde hace semanas, los ciudadanos se han volcado a las calles para protestar contra el alza de los alimentos y la energía, así como para pedir el fin de la guerra.

En ese orden refirió que hace pocas jornadas, el propio Borrell reconoció que «la tentación de abandonar [el apoyo a Ucrania] está en parte de la sociedad europea. Quieren acabar con la guerra porque no se pueden soportar las consecuencias, los precios», si bien luego dijo que Bruselas tenía que «acabar con esa mentalidad».

El comunicador subrayó que a pesar de su posición dentro de la estructura de la Unión Europea, este funcionario ha sido un apologista de la tesis de derrotar a Rusia en el campo de batalla y de cerrar la puerta a cualquier solución negociada, aunque ello implique el sufrimiento del pueblo ucraniano, cuyos intereses dice defender.

«Voy a ver qué van a hacer Borrell y la señora Von der Leyen, cuando la gente salga a la calle a protestar en el invierno», advirtió.

Para cerrar este punto destacó que en la misma línea se expresó la primera ministra británica, Liz Truss, en su discurso en la Asamblea General de la ONU. Según Truss, Ucrania no solo lucha por su soberanía, sino por la defensa de los valores occidentales.

Sobre esta base, la premier británica prometió que el Reino Unido mantendría o aumentaría su «ayuda militar a Ucrania mientras sea necesario», pues el objetivo es que Kiev «venza» y enfatizó que mientras ella pronunciaba su discurso, llegaba al frente más armamento, incluyendo «cohetes MLRS».

Las conversaciones de paz que no llegan

En un escenario de escalada en el conflicto, Pérez Pirela considera que no es posible dejar de lado que los avances en el sureste de Ucrania sirvieron para que a mediados de agosto, Zelenski reiterara su negativa a negociar la paz con Rusia, una postura que ha sido impulsada en primera instancia desde Washington, Londres y Bruselas.

Esta postura intransigente, apuntó, ha sido ampliamente cuestionada por diversos voceros, que van desde el papa Francisco hasta el líder izquierdista brasileño Luiz Inácio «Lula» da Silva y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

Sobre esto comentó que a pesar de criticar duramente al Kremlin por haber incursionado militarmente en Ucrania, López Obrador –como la mayoría de líderes latinoamericanos– ha rechazado la política de sanciones contra Moscú y ha insistido en la necesidad de negociar urgentemente la paz.

Así, el pasado 16 de septiembre, en el marco de los actos conmemorativos de la Independencia, propuso la conformación de un Comité de Diálogo y Paz para establecer un alto al fuego duradero mientras avanzan las conversaciones, refirió el experto.

Mencionó, asimismo, que los cuestionamientos del líder azteca se extendieron a las así llamadas potencias, a las que acusó de azuzar el conflicto para sus propios intereses y también contra la ONU, a la que señaló por ser ineficaz frente a la dramática situación.

Con la negativa a negociar por parte de Ucrania como norte, apuntó que lo expresado públicamente por AMLO no contenía ninguna directriz concreta, pero eso no detuvo a portavoces del gobierno ucraniano y al propio Zelenski de acusar al mexicano de prorruso y de sindicarle de usar el conflicto en favor de sus propias «relaciones públicas».

López Obrador no se quedó callado ante la respuesta de Kiev y defendió su iniciativa con el argumento de que imperaba salvar vidas y aliviar el sufrimiento de los ciudadanos de los dos países, así como frenar los efectos de la guerra en el resto del mundo.

Empero, el analista subrayó que pese a los desplantes del gobierno ucraniano, AMLO ha sido persistente y no parece estar solo en esta batalla, para la que ya empezó a conseguir apoyos relevantes, como es el caso de Colombia, única nación del continente que es socio de la Alianza Atlántica.

A este respecto indicó que este miércoles, el presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció desde Nueva York, donde se desarrolla la Asamblea General de la ONU, que México y Bogotá trabajan en una declaración conjunta –aunque dijo que aspiraba que América Latina en pleno la respaldara– para poner fin al conflicto en Ucrania.

En concreto, Petro opinó en un foro organizado por el diario El País y la Cámara de Comercio España-Estados Unidos que imperaba establecer las conversaciones de paz, especialmente en el contexto de escalada actual, al tiempo que invitó a la Unión Europea a «hablar de paz» y no de cómo se aviva el conflicto.

Ahondando en lo dicho por el presidente colombiano, destacó que en correspondencia con la posición de las autoridades mexicanas, el mandatario se negó a condenar tajantemente a Rusia, aunque criticó sus acciones militares en Ucrania, a las que comparó con las invasiones estadounidenses en Irak, Siria y Libia.

Del mismo modo, Petro manifestó que en un debate con la OTAN propuso la inclusión de las invasiones en la lista de delitos internacionales, lo que haría posible que los países que agredan bélicamente a otros sean juzgados en la Corte Penal Internacional y, en su decir, esta garantía jurídica matizaría los efectos de los respaldos políticos emanados desde el Consejo de Seguridad de la ONU a ciertas intervenciones armadas –como ha sucedido a lo largo de la historia– y que en la práctica se traducen en un doble rasero para juzgar un asunto que siempre es negativo.

De continuidad con las iniciativas de América Latina informó que este jueves, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, presentó en el Consejo de Seguridad la propuesta de paz con la que se pretende ampliar el margen de mediación del secretario general de la ONU y crear nuevos espacios de interlocución orientados a detener los enfrentamientos.

Ebrard avanzó que entre los nombres sugeridos para integrar el Comité para el Diálogo y la Paz en Ucrania propuesto por México figuran el papa Francisco y el primer ministro de India, Nerenda Modi.

Prevenido contra posibles rechazos de Kiev, cuyo canciller participó del encuentro, el diplomático acotó que la constitución de esta instancia no pretende dejar de lado ninguna investigación sobre los crímenes de guerra cometidos en el frente que adelante la Corte Penal Internacional.

Con respecto al riesgo nuclear en Europa, comentó que su gobierno respalda las recomendaciones de los expertos del Organismo Internacional de Energía, que suponen la creación de una zona de seguridad en torno a la central nuclear de Zaporizhia, aspecto que en criterio de Pérez Pirela constituye uno de los puntos más álgidos entre las partes.

Fuera de América Latina, Turquía, país miembro de la OTAN, se ha perfilado como uno de los promotores de las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania, al punto de alojar encuentros entre las dos delegaciones entre finales de marzo y principios de abril.

A pesar de que las partes confirmaron que se habían producido importantes avances, la propuesta común que se marchó a Kiev no recibió el visto bueno de Zelenski, aunque previamente había insistido en la necesidad del diálogo con Moscú y en repetidas oportunidades solicitó una reunión presencial con Putin.

Como se recordará, Pérez Pirela enfatizó que este cambio de tornas coincidió con la imposición de nuevas sanciones a Rusia y con la aprobación de ingentes recursos por parte de la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos, cuyo evidente objetivo era prolongar la guerra.

«Se viene una escalada de la guerra, Ucrania no puede ganar esta guerra en el campo de batalla y Moscú no va a dar ninguna tregua para favorecer el rearme de Ucrania. La única salida es una negociación en el que las partes cedan algo, aunque Zelenski no va a aceptar negociaciones porque a Estados Unidos no le conviene», alertó.

Continuando con la postura de Turquía, resaltó que el oscuro panorama no desanimó a Erdogan, quien además de mantenerse firme en su negativa a sancionar a Rusia, fue una pieza fundamental en la elaboración de los acuerdos que permitieron la salida de buques con granos desde los puertos ucranianos rumbo a Occidente.

Para resumir, indicó que en su discurso ante la Asamblea general de la ONU, el presidente turco advirtió que la guerra en Ucrania no tendría vencedores, frente a lo cual la única alternativa era apoyarse en la diplomacia para desarrollar un proceso de paz justo, no obstante, más adelante en su discurso, Erdogan se manifestó a favor de la defensa de la soberanía y de la integridad territorial de Ucrania, postura que difícilmente será bien recibida en Moscú, especialmente después de los anuncios de referéndums y de la intensificación de la presencia militar rusa en los territorios en disputa.

Al margen de esta intervención, el mandatario dijo a una cadena estadounidense que de una reciente conversación con Putin, dedujo que el líder ruso era partidario de poner fin a la guerra lo más pronto posible.

«En Uzbekistán me reuní con el presidente Putin y tuve una discusión muy a fondo con él, y me di cuenta de que en realidad ellos están intentando terminarlo lo antes posible», refirió Erdogan.

En el intercambio también aludió a un intercambio de prisioneros y al progreso en las exportaciones agrícolas tras la mediación de Ankara. «Son buenos avances. Ahora bien, Ucrania debe tener el mismo entendimiento con Rusia, y debemos estar resueltos a parar este conflicto», agregó.

Una vez expuestas las propuestas de paz que circulan, Pérez Pirela interpretó que pesar de los visibles esfuerzos de algunos gobiernos para concretar unas negociaciones de paz, lo dicho por Biden en la Asamblea General de las Naciones Unidas deja claro al menos dos cosas: que Ucrania carece de voz propia en este asunto y que será Washington el que tenga la última palabra.

Tanto es así, puntualizó, que el mandatario estadounidense fue tan lejos como para abogar por negociaciones en Yemen –arrasado por bombardeos saudíes desde 2014– o defender el derecho de Palestina a tener un Estado propio, pero descartar de plano cualquier negociación con el Kremlin, aunque dijo que él como todo el mundo, quería que la guerra acabara pronto.

En esta misma línea comentó que Volodímir Zelenski descartó la viabilidad de cualquier acuerdo de paz basado en demandas distintas a las propuestas por Ucrania, a saber: castigo a Rusia por agresión, protección de la vida, restauración de la seguridad e integridad territorial de Ucrania, garantías de seguridad y determinación para ejercer su derecho a la defensa.

«Es un títere que dice o repite lo que Washington quiere», criticó.

En resumidas cuentas, dijo para finalizar, esto implica que Zelenski no está dispuesto en hacer de su país un Estado neutral –una de las alternativas que se plantearon en los Acuerdos de Minsk para otorgar seguridad a Rusia– y tampoco pareciera que los referéndums anunciados permitan forzar una negociación, antes bien, su discurso apunta hacia una prolongación indefinida del conflicto y de los respaldos occidentales –monetarios y militares–, así como al mantenimiento de las exigencias de ingreso a la OTAN, pese a que esto último ha sido descartado por la propia Alianza.

«Todo esto vislumbra un horizonte, por decir lo menos oscuro, que vislumbra el escalamiento de una guerra que con la avanzada ucraniana, con los referéndums en estas cuatro regiones que pasarían a ser territorio ruso, con la movilización de 300.000 soldados, nos encontramos no ante una operación especial sino ante una guerra total con riesgo nuclear», concluyó.

(LaIguana.TV)