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Los avances en materia de diálogo han surtido un efecto sincerador (si es que es válida esta palabra) en los diversos factores políticos nacionales. Al plantearse como una realidad la opción de sentarse a debatir, cada uno ha puesto de manifiesto su esencia. El gobierno se ha mostrado, en general, muy dispuesto, con algunos obligados cambios de tono. El chavismo radical rechaza la sola idea de negociar nada. El ala moderada-taimada de la oposición ha accedido a sentarse a la mesa a regañadientes, alegando que “se los pidió el Vaticano”. El ala pirómana se puso más loca que de costumbre y quiere liquidar ya cualquier tentativa de entendimiento.

 

Pero es importante analizar la conducta de un factor fundamental de la contrarrevolución: el ala mediática. No es una sorpresa comprobar que su posición es solidaria con el ala pirómana, pues estuvieron, están y seguirán estando en contra de cualquier acercamiento. La paz, para ese componente de la oposición, no es alternativa, no es noticia y no es negocio.

 

Si usted lee alguno de los periódicos o portales digitales del antichavismo rabioso (nacionales o internacionales) verá un torpedo tras otro dirigidos en contra de la expectativa de conciliación entre parcialidades políticas en pugna. Su consigna parece ser “disparen a matar” contra el diálogo.

 

Las acciones antidiálogo  de la canalla mediática se ejecutan de diversas maneras. Una de ellas es atacando a los representantes opositores. De la manera más descarada, a estos individuos se les chantajea públicamente. El mensaje (ni siquiera puede llamársele metamensaje, porque es directo, no necesita interpretación) es que quienes participen en las deliberaciones serán execrados política y, sobre todo, mediáticamente, a menos, claro, que cierren su performance dándole una patada a la mesa alrededor de la que se han sentado. Esto, desde luego, produce terror en los líderes de la derecha, pues ya sabemos que su liderazgo depende en buena medida del respaldo de la maquinaria comunicacional. Con semejante pistola en la sien, los dirigentes de la MUD que han recibido el encargo de dialogar se sienten obligados a asumir posiciones ambiguas, de “sí, pero no”, y de allí que algunos salgan, con aires de perdonavidas, a fijar plazos y a dar ultimátum que, por cierto, no tienen mucho fundamento real. Es la manera de salvarse de la “pela” de la prensa ultraescuálida.

 

Una segunda forma de disparar misiles contra una eventual solución pacífica de las controversias internas es darle los principales titulares (en medios impresos y digitales) o gran despliegue de tiempo (en medios audiovisuales) a cualquiera que se declare opuesto al diálogo. No importa que sea una figura sumamente desprestigiada o un total desconocido, si habla pestes del diálogo tendrá sus quince minutos de celebridad.

 

Para boicotear las reuniones conciliatorias, el ala mediática infla las matrices de opinión lanzadas por los sectores más radicales de la oposición. Su propósito es mostrar una supuesta realidad que desentona del esfuerzo político del diálogo. Un ejemplo clarísimo fue el intento de escandalizar y revolver los ánimos protagonizado por la esposa y la madre de Leopoldo López, quienes exigían una “fe de vida”, dando a entender que el dirigente ultraderechista que purga condena en Ramo Verde podría haber sido asesinado. Los medios nacionales e internacionales intentaron hasta los límites del ridículo, montar una tragedia griega con las dos mujeres llorosas y vestidas de luto, haciendo vigilia a las puertas de la prisión. La obra teatral, aparte de abonar a la tesis de la dictadura que tortura a sus presos de conciencia, tenía la finalidad de hacer inviable el diálogo… ¿Cómo dialogar si no se sabe si el principal mártir opositor está vivo o muerto?

 

Magnificar las expresiones de protesta de pequeños grupos disidentes es otra forma de alimentar la postura contraria al diálogo y tratar de hacerla mayoritaria en la opinión del público. Lo vimos muy palmariamente con la manifestación de estudiantes de Voluntad Popular, en la que participaron apenas unas decenas de jóvenes, pero que fue presentada en algunos medios como una relevante expresión de rebeldía ante el gobierno y ante la línea adoptada por la cúpula de la MUD de reunirse con el adversario político.

 

Otra estrategia mediática para socavar los cimientos de un posible acuerdo político es restarle importancia al tema y, a la vez, colocar el foco en otros asuntos, generadores de descontento e indignación. Es por ello que la maquinaria mediática reactivó en los últimos días todos sus flancos de ataque sobre ruina económica, deuda externa, problemas de Pdvsa, dólar paralelo, violencia criminal y epidemias. También refuerzan el estado de crispación mediante opiniones radicalizadas de personalidades del mundo de la farándula. La idea es crear un ambiente en el que el diálogo luzca absurdo y fuera de lugar dentro de un país sumido en el caos.

 

Como siempre, los propietarios de estos medios de comunicación y los periodistas y opinadores influyentes que se mueven en sus órbitas actúan de un modo irresponsable. Si la posibilidad de diálogo naufraga, culparán al gobierno y aprovecharán para linchar comunicacionalmente a algunos dirigentes opositores que se hayan mostrado particularmente reacios a asumir su línea destructiva. Ninguno de ellos asumirá su parte de culpa de lo que ocurra si nuevamente se cierran los caminos de la reconciliación. Nunca lo han hecho y esta no tiene por qué ser la primera vez.

 

(Por: Clodovaldo Hernández / [email protected])