El tono que ha alcanzado el debate, que ya es una pelea abierta, entre las grandes potencias occidentales (Estados Unidos junto a sus socios de la OTAN) y Rusia parece el prólogo de un conflicto de magnitud global. 

Tal fue la conclusión fundamental de la investigación presentada por Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea. 

“Es una situación muy dura la que se plante en este inicio de año. Se vislumbran escaramuzas en esta región y también en los mares de Asia. Nunca como ahora se habían parecido tanto estos tiempos a los de la Guerra Fría. Pero esta es una guerra fría muy caliente, pues se están moviendo muchas piezas en el ajedrez geoestratégico”, dijo el moderador. 

Temas tratados 

-Confrontación entre EE.UU. y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con Rusia, centrada por los momentos en Ucrania. 

-Alianza de Rusia con China en el contexto de otros escenarios de tensión, como el relacionado con Taiwán y el control del Indopacífico. 

Contexto geopolítico

Ha transcurrido más de un mes desde que los presidentes Vladimir Putin (Rusia) y Joe Biden (Estados Unidos) se reunieran por última vez, el pasado 7 de diciembre. Entonces, el tema central del encuentro fue la situación en Ucrania, país fronterizo con Rusia y aliado de occidente. 

Desde Moscú se señala a Kiev de incumplir con lo pactado en los Acuerdos de Minsk, con los que se estableció una estrategia para dotar de mayor autonomía a la región del Donbás, fronteriza con Rusia, y poner fin a la guerra civil que azota al país desde 2014.  

Para más, la reunión bilateral entre Rusia y Estados Unidos, lejos de aminorar las tensiones, parece haberlas reavivado, pues las relaciones entre los dos países están en su punto más bajo desde la caída de la Unión Soviética, hace tres décadas.  

Las partes acordaron reunirse a inicios de enero para discutir una estrategia de seguridad integral para Europa, que para el Kremlin, pasa necesariamente por establecer límites jurídicos al despliegue de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el este del continente.  

Al otro lado del cuadrilátero, la Alianza Atlántica, liderada por estados unidos, ha manifestado su respaldo total al gobierno de Volodymyr Zelensky, ha criticado el movimiento de tropas rusas (aunque se ha dado dentro del territorio de la Federación Rusa) y ha amenazado con imponer severas sanciones económicas, si Rusia se atreviera a atacar a su vecino y se «anexionara» su zona este.  

Los temores occidentales ante la concreción de una secesión en el este de Ucrania tienen, con todo, algún fundamento, pues cerca de la cuarta parte de la población de esa nación es de origen ruso y permanece una fuerte influencia cultural rusa, heredada de la era soviética.  

En la región del Donbás, fronteriza con Rusia, se encuentran las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, controladas por grupos separatistas prorrusos y habitadas mayoritariamente por población de origen ruso, que en los últimos años ha padecido la hostilidad del nacionalismo ucraniano.  

Además, en 2014, la región de Crimea se incorporó nuevamente a la Federación Rusa, después de celebrarse un histórico y contundente referéndum con el que se revirtió por voluntad popular la cesión de territorio de Rusia a Ucrania decretada en 1954, cuando ambas repúblicas formaban parte de la Unión Soviética.  

Este último evento condujo al deterioro acelerado de las relaciones entre la Unión Europea (UE) y Moscú, pues siguiendo la pauta marcada por Washington, Bruselas cuestionó la legitimidad del referéndum y acusó a la nación eslava de sacar provecho de la crisis ucraniana para apoderarse de una porción de su territorio.  

Desde entonces, el gobierno del presidente Vladimir Putin ha tratado a la UE como un actor de segundo orden en el concierto internacional, cuya política exterior está supeditada a la Casa Blanca, Downey Street y la OTAN.  

Antecedentes recientes 

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, a propósito de las declaraciones del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, sobre las supuestas intenciones de Rusia en Ucrania, se encargó de recordarle a la UE su subordinación en temas de seguridad regional.    

Lavrov lamentó que la UE, hace ya siete años, haya destruido los mecanismos diplomáticos que garantizaban la seguridad. Por eso ahora prefieren negociar con EE.UU. y la OTAN, pues al menos existen instancias para la discusión.  

Bruselas devolvió el golpe, amenazando con excluir a Moscú del sistema de pagos internacional Swift, una medida que ha sido valorada por especialistas como «inviable» porque no solamente perjudicaría a Rusia, sino que arrastraría consigo a la economía europea.  

En todo caso, tras el encuentro entre Putin y Biden las conversaciones se pautaron la segunda semana de enero. Contemplaron una reunión de cancilleres de la OTAN, otra entre representantes de la OTAN y la subsecretaria de Estado de EE.UU., Victoria Nuland y el encuentro entre Rusia y el Consejo de la OTAN. 

«El viernes 7 de enero se celebrará una reunión virtual extraordinaria de los ministros de exteriores de la OTAN, en la que debatirán la expansión militar rusa en Ucrania y sus alrededores, así como las cuestiones más amplias de la seguridad europea», anunció, en su momento, Oana Lungescu, vocera del bloque militar en Twitter.   

A modo de preparación, Moscú presentó a mediados de diciembre sus propuestas para la seguridad regional a la OTAN. Entre los puntos exigidos por el Kremlin destacan el compromiso formal de no incorporar a exrepúblicas soviéticas a la alianza, particularmente a Ucrania y Georgia.  

Además de esa solicitud fundamental, Rusia plantea una serie de regulaciones a los movimientos militares para frenar la escalada del conflicto. 

El período inmediatamente anterior a la ronda de encuentros estuvo signado por un aumento en las provocaciones del lado occidental, que insistió en que Rusia preparaba una invasión a Ucrania a inicios de 2022.  

Ante esto, en su conferencia anual ante la prensa, ofrecida poco antes de Navidad, el presidente Vladimir Putin cuestionó el doble rasero de Estados Unidos al evaluar las actividades militares de su país, cuando ha sido precisamente esa nación la que instaló sistemas de ataque a las puertas de Rusia.  

Putin se preguntó qué diría EE.UU. si Rusia colocara misiles cerca de sus fronteras. Y en ese contexto fue que surgió, luego, en boca del vicecanciller ruso, Serguéi Raibkov, el tema de las bases militares rusas en Venezuela o Cuba. El mandatario ahondó en el caso de México, tomando en cuenta que ha tenido disputas fronterizas históricas con EE.UU. que terminaron con la pérdida de extensos territorios como los estados de California y Texas. 

Por su parte, el canciller Lavrov sostuvo que a pesar de las exigencias de su país y de los «engaños» que ha sufrido por parte de la OTAN, el gobierno ruso está dispuesto a cooperar con la alianza para definir una estrategia de seguridad regional efectiva.  

Con este clima enrarecido, el pasado 10 de enero, representantes de Rusia y Estados Unidos se vieron las caras en Ginebra.  

La reunión fue calificada por el viceministro Raibkov como «detallada», pero insistió en que si se quería avanzar, la OTAN tendría que comprometerse jurídicamente para que Ucrania “nunca” se incorporara a esa alianza militar.  

Estados Unidos, por su parte, sostuvo que las discusiones habían sido «directas y francas», pero en respuesta a la demanda del Kremlin, presentó como «línea roja» el que Rusia pretenda determinar qué países formarán parte de la OTAN.  

Asimismo, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, aseguró que su gobierno aboga por una desescalada militar en la frontera rusoucraniana, para lo cual Washington estima que Moscú debe retirar sus tropas de la zona inmediatamente.  

Esta postura fue ratificada por Ned Price, vocero del Departamento de Estado en una rueda de prensa, en la que un periodista local le cuestionó vivamente la tentativa estadounidense de pretender ordenar a otro país hacia dónde mover sus fuerzas castrenses. 

En el video de esta rueda de prensa se observa como el periodista, con un dejo irónico, le pregunta adónde le gustaría al gobierno de EE.UU. que Rusia moviera las tropas que desplazó hacia la frontera con Ucrania. 

Price trató de salir al paso a los señalamientos alegando que Washington evaluó como «inusual, masivo y preocupante» el despliegue de unos 100.000 efectivos rusos en su frontera con Ucrania y que esa era la razón tras la exigencia.   

Como cabía esperar, Moscú rechazó las pretensiones de Washington y además aseveró que no retiraría sus tropas de la frontera con Ucrania, debido a la tensión en la zona. 

«Hay tropas rusas en el territorio de la Federación Rusa junto a las fronteras ucranianas. Y nos parece necesario mantener esas tropas allí ante la situación tan tensa y el ambiente tan poco amistoso», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.  

El alto funcionario, que tachó a la OTAN de ser «un arma de confrontación», justificó la decisión con el argumento de que la alianza militar continúa realizando ejercicios militares y desplazando armamento en las proximidades de las fronteras de Rusia.  

El gobierno ucraniano, por su parte, además de recibir el espaldarazo de la administración Biden y del gobierno del Reino Unido, solicitó a Alemania las «armas necesarias» para defenderse de Rusia.  

El pasado lunes, el embajador de Ucrania en Berlín, Andrei Melnik, hizo un llamado al gobierno alemán, y en particular a la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, para que ayudara «urgentemente» a su país «con las armas defensivas necesarias», invocando «un imperativo moral y humano».  

Sin embargo, la coalición gobernante en Alemania tiene en vigencia una restrictiva política de exportación de armas, que excluye el envío de pertrechos a zonas en crisis, por lo que es poco probable que la demanda ucraniana se materialice.   

El martes, Estados Unidos echó más leña al fuego y prometió el envío de más armamento a Ucrania, lo que fue rechazado por Moscú, al considerar que se trata de una demostración de la falta de compromiso de Washington con una solución diplomática.  

El anuncio se hizo en el marco de una visita a Kiev que realiza Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., para disminuir la tensión en la zona, que se achaca al despliegue de fuerzas rusas en la frontera común.  

Asimismo, trascendió que Blinken y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se vean las caras este viernes en Ginebra, en un nuevo intento por alcanzar algunos acuerdos mínimos, tras el fracaso de los encuentros previos.  

La semana pasada, el gobierno de Volodymyr Zelensky solicitó una cumbre virtual tripartita con Estados Unidos y Rusia, pero la tentativa fracasó, pues Blinken se reunirá por separado con representantes de Kiev y de Moscú.  

A pesar de los reiterados desmentidos del Kremlin, en Washington se insiste en que la situación es «extremadamente delicada», en tanto podría producirse una invasión rusa a Ucrania «en cualquier momento».  

El intento por reanudar las conversaciones bilaterales entre el consejo de la OTAN y Rusia celebrado el pasado 12 de enero, tras dos años de silencio, tampoco arrojó un saldo positivo.  

Aunque los representantes estadounidenses proclamaron que les interesaba arribar a una solución diplomática, su negativa a comprometerse de lleno con un acuerdo de seguridad en el este de Europa jurídicamente respaldado, signó el tono de la reunión.  

La delegación rusa, en vocería del canciller Lavrov, puso los puntos sobre las íes y acusó directamente a occidente –es decir, a Estados Unidos y a sus socios– de socavar el sistema internacional y de pretender imponer un nuevo orden mundial.  

Aunque Rusia aspiraba que la propuesta de seguridad que presentó en diciembre recibiera una respuesta formal, pero Washington y Bruselas alegaron que aún necesitaban tiempo para discutirla y manifestarse. 

Serguéi Raibkov, viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia y vocero del país en los intercambios con la OTAN, señaló a occidente de presentar «acusaciones infundadas» sobre lo que sucede «en Ucrania y sus alrededores», así como de «reelaborar» a conveniencia los documentos consignados por el gobierno de Vladimir Putin sobre el tema.  

La actuación de la maquinaria mediática

En concordancia con la denuncia de Raibkov, grandes medios internacionales alineados con Estados Unidos, se han encargado de difundir una oleada de informaciones falsas sobre los supuestos movimientos rusos en la frontera rusoucraniana y en la propia Ucrania.  

The New York Times llegó tan lejos como para asegurar que Rusia había evacuado a su personal diplomático en Ucrania antes de que empezaran las fallidas negociaciones de la semana pasada, una especie que fue categóricamente desmentida por la vocera oficial de la cancillería rusa, María Zajárova.  

«Ahora entendemos que todo lo que se ha hecho, es decir, estas fuentes del Consejo de Seguridad de Ucrania, el periódico estadounidense que no contacta a sus corresponsales en Moscú para verificar la información, y la Casa Blanca son de la misma cuerda. Lo más importante es que esto muestra su implicación en todos los aspectos, incluida la preparación de provocaciones», cuestionó Zajárova. 

El canciller de Rusia, Serguéi Lavrov, señaló nuevamente a Estados Unidos y sus aliados de imponer un doble rasero a Rusia, pues mientras que a Moscú se le exige que retroceda dentro de sus propias fronteras, diversos países están reforzando a Ucrania con tropas y armamento.  

Por otro lado, los líderes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, en la región del Donbás, aseguran que el ejército ucraniano ha intensificado los disparos en la zona de conflicto, como parte de las provocaciones a Rusia y que la situación podría empeorar.  

«Puedo afirmar con certeza que está en curso una escalada deliberada de la situación. Kiev ordenó abrir fuego como provocación contra el territorio de Donbás, en particular contra la República Popular de Lugansk», dijo a medios rusos Andréi Marochko, un miliciano de Lugansk, quien sostiene que «absolutamente todas las órdenes proceden de la Casa Blanca».  

Denís Pushilin, líder de la república popular de Donetsk, sostuvo en una entrevista a una radio de Crimea que Kiev estaría barajando la opción de usar armas químicas en su propio territorio para luego culpar a Rusia, una tesis que también fue expresada públicamente por el ministro de defensa ruso, Serguéi Shoigú.  

Tema vinculado: el frente común de Rusia y China 

Mientras la conflictividad en la frontera rusoucraniana está en un punto álgido y las relaciones entre Rusia y la OTAN atraviesan su peor momento, Moscú y Beijing han optado por hacer frente común, puesto que evalúan estas tentativas occidentales como un intento por frenar la influencia de las dos potencias en Europa y en la región del Indopacífico, respectivamente. 

Para frenar el avance de China, Estados Unidos apostó por la creación de la alianza militar Aukus, conformada en sociedad con el Reino Unido y Australia, al tiempo que ha sido un actor fundamental para reavivar el separatismo taiwanés, un conflicto de larga data que inició en 1949, con la proclamación de la República Popular China. 

Entonces, Estados Unidos apoyó al gobierno de Chiang Kai-Shek, que huyó a Taiwán al ser derrotado por el ejército comunista liderado por Mao Zedong. Si bien Beijing y Washington restablecieron relaciones en la década de 1970, los gobernantes estadounidenses han continuado respaldando soterradamente a los sucesivos gobernantes taiwaneses en sus pretensiones independentistas.  

Con excepción de la esfera diplomática, las partes mantienen un vivo intercambio comercial, cultural y migratorio, por lo que China asegura que, tarde o temprano, su provincia rebelde volverá al redil y ha sugerido que muy posiblemente lo hará con un esquema de autonomía limitada como del que gozan Hong Kong o Macao.  

Pese a ello, desde septiembre las tensiones entre China y la isla están en cotas no vistas desde hace al menos cuatro décadas, tras una sucesión de acciones injerencistas estadounidenses.  

Entre estas se cuentan la presencia de buques de guerra en aguas territoriales chinas; presencia de militares estadounidenses en Taiwán; y la invitación de Biden la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-Wen, a su cumbre de la democracia, celebrada virtualmente a inicios de diciembre.  

En octubre, el presidente Xi Jinping tachó de «peligro» a quienes promueven el separatismo taiwanés y lo calificó como «la mayor amenaza» para alcanzar la anhelada reunificación. Asimismo, resaltó que este conflicto es de orden interno, por lo que terceros países deben abstenerse de intervenir.  

Pero mientras Biden daba un espaldarazo a Taiwán invitando a su presidenta a una cumbre que careció de impacto, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping se reunieron virtualmente a mediados de diciembre para reforzar los lazos entre las dos naciones.  

En el encuentro, no faltó la discusión sobre las amenazas de la OTAN y la escalada en Ucrania, pero también se aludió a un encuentro presencial, que tendría lugar en el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022.    

Tras el encuentro, Putin calificó las relaciones bilaterales como «un verdadero modelo de cooperación ente estados en el siglo XXI, sustentado en el respeto de los intereses comunes y a la no injerencia en los asuntos internos. 

Xi aseguró que, gracias a su homólogo, los intercambios entre las dos naciones habían logrado superar los obstáculos con los que se intentó «abrir una brecha» entre los dos países. 

En Washington, el creciente acercamiento entre Moscú y Beijing no fue acogido con buenos ojos. Tras la reunión virtual, la Casa Blanca anunció nuevas sanciones económicas a China, bajo el argumento de presuntas violaciones a los derechos humanos hacia la minoría uigur.  

Pese a estas amenazas, el gobierno chino replicó que está dispuesto a tomar medidas para defender sus intereses, ante lo que interpreta como un claro intento por frenar su desarrollo económico.  

Sobre este tema, en su rueda de prensa anual, el presidente ruso advirtió que los intentos de Estados Unidos por detener el avance de China son inútiles, porque en un breve lapso, la nación asiática será la mayor economía del mundo. 

De su parte, ante la creciente amenaza de conflicto en los límites entre Asia y Europa, el presidente chino alertó este martes, en la apertura del Foro de Davos, que una confrontación global traería «consecuencias catastróficas». 

La confrontación de Occidente con China se sucede en todos los espacios, incluyendo los deportivos, pues con la excusa de la violación a los derechos humanos de los uigures, Estados Unidos ha pretendido boicotear los venideros Juegos Olímpicos de Invierno.  

Para el Kremlin, se trata de una campaña de descrédito diseñada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a la que se han sumado países como Canadá, Gran Bretaña, Países Bajos o Australia, que han aconsejado a sus deportistas que no lleven teléfonos celulares o computadoras portátiles al evento, porque podrían ser hackeados por el gobierno chino.  

El triángulo Moscú-Teherán-Beijing

Para responder a las acciones de piratería marítima, Rusia, China e Irán realizarán maniobras conjuntas en el golfo Pérsico, informó este 18 de enero el servicio de prensa de la flota rusa en el Pacífico.  

Se conoció que el lunes, el crucero lanzamisiles Variag, el buque antisubmarino Admiral Tributs y el buque cisterna Boris Butoma anclaron en el puerto de Chabahar, localizado al sur de Irán.  

Mientras esto se sucede, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, se encuentra en visita oficial de dos días en Rusia. La agenda contempla una reunión con el presidente Vladimir Putin, una intervención en la Cámara Baja del Parlamento, así como encuentros con empresarios. 

Se estima que Raisi y Putin conversarán sobre cooperación comercial y aborden la agenda política internacional.  

Palabras clave

Ucrania / Rusia / Estados Unidos / OTAN / Unión Europea / Donbás / Crimea / China / Irán / Donetsk / Lugansk / Vladimir Putin / Joe Biden / Volodymyr Zelensky / Xi Jinping / Ebrahim Raisi / Tsai Ing-Wen / Serguéi Lavrov / Josep Borrell / Serguéi Raibkov / María Zajárova / Antony Blinken / 

Análisis del discurso

Durante el desarrollo de los temas del programa, Pérez Pirela expuso sus puntos de vista y visiones analíticas: 

Vinculando estos temas con los tratados el día anterior, de las supuestas bases militares rusas en Venezuela y Cuba, expresó que “los países de Unión Europea y EE.UU. salen a denunciar la supuesta presencia rusa en naciones latinoamericanas cuando se trata de lo contrario: la presencia de la OTAN en países fronterizos con Rusia”. 

Enfatizó que “las tropas rusas están en territorio ruso, no han traspasado las fronteras. En cambio, en Ucrania hay tropas, armas y asesores de la OTAN y de EE.UU. No es lo mismo ni se escribe igual”. 

Comentó que Putin ha colocado varias veces el dedo en la llaga al señalar que la tensión nace de la pretensión de la OTAN de rodear con armamento ofensivo a Rusia, avanzando en países fronterizos como Ucrania. 

Aseguró que la OTAN se ha negado a comprometerse jurídicamente en lo que respecta a no incorporar nunca a Ucrania y Georgia a su lista de miembros. 

“El tono del debate (por no hablar de pelea) parece el prólogo de un conflicto de gran magnitud. Ucrania pide armas a Alemania como si la historia no le hubiese enseñado nada a nadie. Esta solicitud, por sí misma, es una demostración de la alta intensidad que ha alcanzado el conflicto”, aseveró. 

Agregó que la no aceptación de la propuesta ucraniana de la cumbre tripartita Ucrania-Rusia-EE.UU. demuestra que Ucrania no tiene ni voz ni voto en esa diatriba de la que es epicentro, “porque no se manda sola, es la cabeza de playa de las potencias occidentales en la frontera rusa. Es la misma situación de Colombia, que no se manda a sí misma, sino que es un peón para desestabilizar la región y más específicamente a la República Bolivariana de Venezuela”. 

Sobre la fake new referida a la evacuación de la embajada rusa en Ucrania, subrayó que “los señores del New York Times quedaron en ridículo”. 

Advirtió que “de ser ciertas las acusaciones sobre planes de usar armas químicas en Ucrania y culpar a Rusia estaríamos hablando de crímenes de guerra”. 

Recomendó salir del ámbito específico del conflicto Rusia-Ucrania y emplear una visión satelital del contexto para incluir la respuesta a preguntas como qué papel juega China, y si habrá un frente común con Rusia ante la OTAN. 

“Las sanciones con las que la Unión Europea amenaza a Rusia son muy parecidas a las de EE.UU, pues juegan con el sistema financiero internacional -dijo -. Las sanciones gringas son patadas de ahogados, castigos simbólicos, demostraciones de frustración ante el modelo de relaciones entre las potencias emergentes. Las operaciones conjuntas Rusia-China-Irán le tienen los pelos de punta a EE.UU.”. 

En su concepto, la advertencia a los deportistas sobre la posibilidad de que los teléfonos celulares y computadores sean hackeados “es una gran estupidez”. 

“Lo que comenzó como una triquiñuela mediática, la de las bases militares rusas en América Latina, solo pretendió ocultar el problema de fondo, que es la situación de Ucrania como cabeza de playa de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia –concluyó, al englobar los temas de los dos primeros programas del año-. La alianza de Rusia es de gran alcance, mientras la respuesta de EE.UU. es magra, como seguir insistiendo con sanciones ridículas o potes de humo mediático como el de New York Times. Lo que buscan es detener el avance económico de China o la ascendencia geoestratégica y multipolar de Rusia e Irán”. 

Intervenciones destacadas

Durante el programa, Pérez Pirela, a nombre del equipo de La Iguana. TV, agradeció la contribución monetaria de la consecuente usuaria Caza de Brujas, desde México 

Fuentes citadas

Ilustración de Iván Lira / Notas diversas de La Iguana.TV / Programa Entre Líneas, de Nailé Manjarrés / videos de RT/ Videos de Nexo Latino / Video de Telesur/ CNN. 

(LaIguana.TV)