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Es considerado como uno de los mayores divulgadores de la ciencia en el siglo pasado. Carl Sagan fue un astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico estadounidense, quien publicó numerosos artículos científicos y fue coautor o autor de más de una veintena de libros.

 

Carl Edward Sagan nació en Brooklyn, Nueva York, el 9 de noviembre de 1934, en el seno de una familia de judíos ucranianos. El autor señaló en varias entrevistas que sus padres, Sam Sagan y Rachel Molly Gruber, fueron fundamentales en su vida y su carrera, ya que le enseñaron a ser escéptico y a hacerse preguntas, modos de pensamiento fundamentales para la ciencia.

 

Asimismo, desde muy joven Carl Sagan comenzó a sentir una gran curiosidad por la naturaleza, por lo cual visitaba la biblioteca pública y museos constantemente. Se graduó de la Universidad de Chicago, primero en artes, luego en ciencias, para después obtener un Máster en Física, en 1956, y cuatro años después un doctorado en Astronomía y Astrofísica.

 

Cabe mencionar que el también investigador colaboró con la NASA en diversos proyectos como consultor, aunque fue más popular por sus escritos sobre la posibilidad de vida extraterrestre. En 1994 se hizo acreedor a la Medalla de Bienestar Público, que es la mayor condecoración otorgada por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, esto por sus destacadas contribuciones a la aplicación de la ciencia al bienestar público.

 

El científico fue consultor de manera breve en la obra maestra de Stanley Kubrick, 2001: Una odisea del espacio (1968). Después de dos años de haber sido diagnosticado con mielodisplasia, el autor falleció de neumonía a los 62 años de edad el 20 de diciembre de 1996.

 

Siendo el aniversario del natalicio de una de las mentes más brillantes del siglo pasado, Grupo Sexenio Comunicaciones presenta seis frases para reflexionar de Carl Sagan.

 

-La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos, se corrige a sí misma, está siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herramienta conquistamos lo imposible.

 

– Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología.

 

-A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa.

 

-La ciencia no solo es compatible con la espiritualidad, es una profunda fuente de espiritualidad.

 

-Cada esfuerzo por clarificar lo que es ciencia y generar entusiasmo popular sobre ella es un beneficio para nuestra civilización global. Del mismo modo, demostrar la superficialidad de la superstición, la pseudociencia, el pensamiento new age y el fundamentalismo religioso, es un servicio a la civilización.

 

– Nuestra lealtad es para las especies y el planeta. Nuestra obligación de sobrevivir no es sólo para nosotros mismos sino también para ese cosmos, antiguo y vasto, del cual derivamos.

 

(sexenio.com.mx)