Enrique Ochoa Antich escribió una carta abierta al diputado Juan Guaidó titulada “La Renuncia de Guaidó”, en la que expone punto por punto el rotundo fracaso que ha tenido en su «gobierno paralelo», respaldado por naciones extranjeras que encabeza Estados Unidos.

 

En la misiva invita al presidente de la Asamblea Nacional a renunciar a su “gobierno” que en menos de 10 meses ha incurrido en “delicados señalamientos en temas de corrupción y de relacionamiento con grupos irregulares vinculados con el narcoparamilitarismo colombiano”.

 

Antich le critica a Guaidó el fallido golpe de estado del 30 de Abril, las reiteradas veces que ha incitado a una invasión militar para tumbar al presidente Nicolás Maduro, y sus solicitudes de bloqueo, sanciones y más sanciones contra el pueblo venezolano.

 

A continuación la candente carta abierta completa.

 

No quiero abundar en mis desacuerdos de fondo con las políticas que usted ha adelantado desde la presidencia de la AN. Seguramente usted sabe que, con muchos otros venezolanos de honor, he objetado:

 

• Su escogencia en enero de una vía confrontacionista y no de diálogo (como varias veces le propusimos) para esta nueva legislatura.

 

• La irreal estrategia del cese a la usurpación como primera estación de un cambio político.

 

• El hecho cumplido de su autojuramentación y el inconstitucional establecimiento de un supuesto poder paralelo, con todas sus implicaciones para el país.

 

• Su invitación a un pronunciamiento militar (incluyendo la patética jornada del 30A) que sólo nos conduciría a una conflagración armada entre venezolanos y su irresponsable afirmación de que «los venezolanos no tememos a una guerra civil».

 

• La apelación a fuerzas externas al no encontrar el apoyo militar interno que esperaba, incluso su aceptación cuando no incitación a una invasión extranjera.

 

• Su solicitud de sanciones y más sanciones economómicas y financieras que pagamos todos los venezolanos, en particular los más pobres, y no la oligarquía burocrática gobernante.

 

• Su sometimiento al tutelaje de las políticas del Departamento de Estado (engranaje, fue la palabra que usted usó).

 

Quiero más bien, poniéndome en sus zapatos por un momento y viendo las cosas desde su perspectiva, y siendo poseedor de una prolongada hoja de servicio público y de alguna experiencia política, recomendarle una ruta que, en términos de dignidad y de futuro, puede serle provechosa.

 

Ahora que tocaría cumplir el acuerdo político suscrito por la MUD y rotar la presidencia de la AN; ahora que, nueve meses después de aquel 5 de enero ya remoto, se ha puesto en evidencia el fracaso del mantra de los tres pasos: cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres; ahora que es usted objeto de delicados señalamientos en temas de corrupción y de relacionamiento con grupos irregulares vinculados con el narcoparamilitarismo colombiano; ahora que otra oposición ha tenido la audacia de tomar el testigo del diálogo y de las negociaciones, tal vez usted debería considerar hacerse a un lado.

 

Si usted reconociera con coraje ante Venezuela y el mundo que el propósito que se trazó de derrocar por la fuerza en poco tiempo al gobierno de Nicolás Maduro no se ha producido y no parece poder producirse en el futuro inmediato, como no sea al sangriento costo de una intervención militar extranjera; si usted admitiera con humildad que ha incumplido o que no ha podido cumplir su promesa ni la encomienda que una parte del pueblo opositor, encandilado por el espejismo de una presidencia de mentirijillas, le dio, de provocar un cambio de gobierno; si usted cambiara de estrategia, le diera al menos el beneficio de la duda a la Mesa Nacional establecida para un nuevo proceso de diálogo gobierno/oposición, y tuviese la valentía de retomar la ruta democrática, es decir, voto, diálogo, Constitución, paz y soberanía; si usted fuese el primero en requerir del parlamento la designación de una comisión de investigación plural, con participación de las bancadas del gobierno y de la oposición, acerca de todas las denuncias en su contra; y si por consecuencia renunciara usted, sin mayores aspavientos, si no al cargo que hoy detenta, sí a la posibilidad que se lo ofrece de, forzando la barra, ser reelecto para él en la nueva legislatura que se inicia el 5 de enero de 2020, tal vez pueda conservar algo del capital político y del liderazgo que consiguió amasar durante estos meses. De lo contrario, me temo que, como tantas otras estrellas fugaces en el firmamento de la oposición, al final desaparezca usted, con pena y sin gloria.

 

Usted es un hombre joven. Tiene todo el futuro por delante. A veces un repliegue a tiempo permite avances subsiguientes. Facilite las cosas, tenga el coraje de renunciar y la historia habrá de reconocérselo.

 

(Por Enrique Ochoa Antich)