La administración Trump afirma que levantará las medidas coercitivas unilaterales que impuso sobre la gigante petrolera rusa, Rosneft, cuando sus operaciones en Venezuela cesen definitivamente y liquiden todos los activos que tienen en el país, dijo este jueves Elliot Abrams, representante especial del gobierno estadounidense para Venezuela.

 

“Si Rosneft Trading (subsidiaria de Rosneft) no tiene nada que ver con Venezuela, entonces las sanciones que se basan en su conducta en Venezuela serán retiradas”, aseguró Abrams durante una rueda de prensa.

 

Sin embargo, las declaraciones chantajistas del funcionario estadounidense pasan por alto el comunicado de la propia Rosneft el pasado sábado, en el que aseguraban que daban por concluidas todas sus operaciones en el país, incluyendo la participación de sus activos con Petróleos de Venezuela, que fueron vendidos al Estado ruso, sin ofrecer más detalles al respecto.

Tanto es así, que el representante especial del gobierno de Trump aseguró que están esperando a que Rosneft –que catalogó como “hasta ahora, fiel aliada de Venezuela y de Petróleos de Venezuela”–, cese sus operaciones comerciales y acabe de vender todos sus activos, como que si se tratase de una promesa con miras a no cumplirse en lugar de una decisión tomada y puesta en vigor inmediatamente, como es el caso.

 

Por otro lado, las declaraciones aparentemente erradas de Elliot se inscriben perfectamente dentro de la matriz mediática que apunta a posicionar un debilitamiento en las relaciones bilaterales entre Caracas y Moscú.

 

Para refutar tal pretensión, bástese con recordar las declaraciones emitidas el pasado viernes 29 de marzo por María Zajárova, portavoz del Ministerio de exteriores ruso. La funcionaria valoró las acusaciones de narcoterrorismo emanadas de Washington contra Maduro y otros altos miembros del Gobierno Bolivariano como “absurdas”, al tiempo que exigió el levantamiento de las sanciones ilegales impuestas sobre Venezuela, pues son “una herramienta de genocidio”.

 

Así las cosas, aunque Trump haya declarado públicamente que le había solicitado al presidente de la Federación Rusa que le ayudara a consolidar “una transición democrática en Venezuela”, Vladimir Putin respondió a través de su embajador en el país, Serguéi Melik-Bagdasarov, ratificando que Rusia seguirá brindando apoyo estratégico al gobierno del presidente Nicolás Maduro “en todas las áreas”.

 

Finalmente, aunque es evidente que el movimiento estratégico de Rosneft se debe fundamentalmente a las medidas coercitivas impuestas por Washington y que le dificultan al gobierno venezolano comerciar con petróleo, su principal fuente de ingresos, la razón de fondo no parece ser el temor a las sanciones, como intentó posicionar Abrams.

 

No debe olvidarse que ahora, en lugar de una empresa, el socio de PDVSA es un Estado, la Federación Rusa, sobre el cual no es tan sencillo blandir amenazas y concretar chantajes.

 

(La Iguana.TV)

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