Este 29 de agosto, la dirigente opositora María Corina Machado divulgó en su cuenta de Twitter, una carta abierta que le dirigiera al autoproclamado «presidente interino», Juan Guaidó. 

En la misiva, Machado, en medio de un inventario de los fracasos protagonizados por el parlamentario desde enero de 2019, le reclama no haber cumplido con la misión que se le encomendó: derrocar al presidente Nicolás Maduro, que en su retórica, equivale a decir «el cese de la usurpación». En ese sentido, precisa en el texto: «El país te dio una tarea que no has podido o querido cumplir. Esa tarea se limitaba a salir del régimen».

Los fallos por ella señalados, que explica a partir de un cambio en la ruta trazada, se suceden casi de inmediato de la autoproclamación. Entonces, Guaidó, en compañía de presidentes y expresidentes derechistas de la región –con protagonismo esencial de Iván Duque– y funcionarios estadounidenses, orquestaron una incursión armada desde Colombia, bajo el pretexto del ingreso de ayuda humanitaria. 

A este respecto, puntualiza: «El desastre de la entrada de la ayuda humanitaria que lejos de ser una operación de estricta preparación y alto compromiso, en la cual se incorporaron presidentes, ministros, parlamentarios y figuras relevantes del mundo, se convirtió en un fiasco».

Seguidamente, le demanda haber participado en la «aventura» golpista del 30 de abril, pero no porque estime que deponer al Gobierno Bolivariano sea inadecuado, sino porque, según ella, se pretendía sustituirlo con un «gobierno compartido», con personajes como el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López o el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, cuya participación en la conspiración da por sentado, en virtud de que Guaidó jamás desmintió el rumor. 

«El diálogo que tus delegados iniciaron y han continuado con el régimen de Maduro fue a espaldas del país y también de algunos de nuestros más importantes aliados y, lo peor, con el propósito de lograr un ‘gobierno de emergencia nacional’ también esta vez compartido con el chavismo, para realizar un proceso electoral acordado con esta mafia en el poder», añade Machado para subrayar su idea de democracia y de país, en la que el chavismo no puede tener lugar.

También lo responsabiliza por la implosión de la Asamblea Nacional, causada, en su parecer, por la «inconstitucional decisión de incorporar a ex diputados chavistas», si bien nunca aclara por qué, si los diputados del Bloque de la Patria fueron electos en los mismos comicios que Juan Guaidó y su período se extingue el 5 de enero de 2021, él mantiene su condición y ellos no.  

Sin embargo, la acusación más severa se centra en que el todavía parlamentario no ha conseguido que se organice una acción militar con fuerzas extranjeras para forzar la salida de Maduro del poder. 

Siempre te planteé que la salida del régimen de Maduro requería construir una opción de fuerza, y que para ello la activación del TIAR revestía importancia», subraya la dirigente derechista. Además confiesa que ha «contribuido personalmente» en la consecución de tales planes y añade que el «embajador en la OEA» –se refiere a Gustavo Tarre Briceño– debió haberle informado de ello. 

Le fustiga por haberse «negado sistemáticamente a aprobar el artículo 187.11 que sería parte del marco jurídico para el apoyo internacional», es decir, para justificar la invasión a Venezuela, idea que refrenda posteriormente al indicar que si bien «nadie cree que por aprobar un artículo se resuelve el problema», «la cuestión ha sido crear un dispositivo en el cual la coalición internacional pueda desarrollarse con fundamento en la misma Constitución» que, de acuerdo con su particular interpretación de la Carta Magna, permitió que Guaidó asumiera como «presidente interino». 

«Después de 17 meses como Presidente interino, insistes en proponer un Gobierno de Emergencia Nacional. Pero, Juan, tú eres el gobierno de emergencia nacional o, por lo menos, has debido serlo», prosigue en el reclamo, con el que denuncia la incompetencia del autoproclamado, a pesar de que destaca que, «en la práctica, existe un gobierno colegiado en el cual se ha disuelto la separación entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo», dirigido por los «jefes de los partidos de la Asamblea Nacional» aglutinados en el G4, que refiere como el «equipo» de Guaidó.  

Esta sucesión de fracasos ha originado, en su parecer que «varios países que votaron por activar el TIAR» estén «revisando su decisión» y que «algunos de los 60 países» que reconocieron su «gobierno», hoy estén dando marcha atrás al radicalismo intransigente que Machado querría que mantuvieran y «están planteando falsas soluciones con diálogos imposibles o elecciones con las mafias en el poder».

Para ella, «es impresentable e inadmisible la sola idea de constituir un gobierno con la mafia criminal que oprime al país, tanto por razones éticas como por viabilidad política» y por tales razones cualquier solución que pase por una negociación está descartada de entrada. 

Tampoco desaprovechó la ocasión para señalar el efecto que han tenido los escándalos de corrupción que han protagonizado Guaidó y sus allegados sobre la credibilidad de la oposición. 

Refiere que «uno de los factores que ha pesado en el enturbiamiento del ambiente y la confianza en la oposición ha sido la presencia de grupos o individualidades que han hecho mucho dinero de la mano del régimen y que han infiltrado o financiado a actores de la oposición» y por eso resalta que «son muchas las denuncias que debieron ser procesadas y sobre las que la sociedad espera respuesta, para bien del prestigio del liderazgo democrático venezolano». 

Sin embargo pone la carga de la prueba sobre los diputados que, aún en las filas contrarias al gobierno de Maduro, lograron una alianza con la bancada chavista y desplazaron a Guaidó de la presidencia de la Asamblea Nacional. 

María Corina Machado parece estar consciente de que el tiempo de Guaidó se termina, pues puntualiza que si no corta «las amarras y los vínculos con los corruptos que se infiltraron», no podrá «volver a intentar asumir el mandato» que se le otorgó «en los 4 meses» que le restan como diputado. 

Continuando con los dardos, le culpó de invocar la unidad de la oposición en torno a su figura, valiéndose de maniobras políticas. Indica, adicionalmente, que acompañará una propuesta unitaria si el fin es «salir de Maduro y su régimen en el plazo más corto posible a través de una operación nacional e internacional que lo logre», pero que «de ninguna manera» avalará un llamado a la unidad en el que se mezclen actores que apuestan por la invasión con otros que proponen otras alternativas, a quienes tacha de saboteadores.

Ante esta aparente dualidad de posibilidades del llamado de Guaidó a la unidad, le insta a «definirse» y ofrece una propuesta denominada «Operación de Paz y Estabilización», «para ser discutida y enriquecida», porque en su opinión allí está «la ruta que desde el inicio del Gobierno interino» debieron recorrer.

Finalmente, critica la demagógica consulta a la población que planteó el dirigente, porque «no se puede sustituir una ruta por acciones espasmódicas para dar la impresión de estar en movimiento». 

En su criterio, la consulta carece de propósito y no tendría consecuencia relevante. La que para ella resulta vinculante, se efectuó el 16 de julio de 2017, cuando la oposición a Nicolás Maduro organizó una consulta ciudadana de carácter no vinculante y sin posibilidad de auditoría, en la que, de acuerdo a lo divulgado por los interesados, los participantes habían votado, entre otras cosas, por la renovación integral de los poderes públicos a través de «elecciones libres y transparentes». 

Más todavía, tras la convocatoria, Machado detecta que Juan Guaidó pretendería «colar la prolongación de [su] condición de Presidente interino de manera indefinida». «No es verdad que el país sólo tiene para escoger entre la permanencia indefinida de Maduro, a través de farsas electorales o la permanencia indefinida del gobierno interino, a través de consultas plebiscitarias. Eso no es verdad», añade.

Pagándole con la misma moneda, presenta una contrapropuesta «para lograr la liberación de Venezuela»: una ruta que «exige escalar y coordinar las fuerzas internas y externas en una estrategia sólida, con un liderazgo confiable y apuntalada en el espíritu libertario e indoblegable de los venezolanos», es decir, una incursión militar extranjera, bajo el alegato de que los «criminales» –el Gobierno Bolivariano– «no salen con votos».

(LaIguana.TV)