Tres de los exmilitares colombianos detenidos en Haití acusados del asesinato del presidente Jovenel Moïse rindieron testimonio a las autoridades judiciales de ese país, ofreciendo detalles sobre la preparación y ejecución del magnicidio que ha causado conmoción en la comunidad internacional.

La revista Semana de Colombia, presente en Puerto Príncipe desde hace varios días, recogió los testimonios, sin embargo, cabe destacar que este medio ha sido acusado de «lavar la imagen» de los mercenarios, pues tras el arresto de los exfuncionarios castrenses, ha tratado de difundir matrices de opinión que atenúan la implicación de estos en la planificación y ejecución en tan atroz crimen.

El soldado retirado Juan Carlos Yepes Clavijo dijo que supuestamente había llegado a la isla el pasado 6 de junio a prestar servicios de protección al médico Emmanuel Sanon, acusado como autor intelectual del crimen y quien pretendía tomar el poder en el país. En un principio, alojaron a unos en una vivienda y a otros en un hotel, cuando les habrían dicho que «ejecutarían una captura» y que quien coordinaba y daba órdenes al grupo era el capitán (r) Duberney Capador, uno de los colombianos muertos tras el magnicidio.

Tres días antes del asesinato, el 7 de julio, fueron trasladados todos a una vivienda en una montaña donde comenzó a llegar el armamento y chalecos antibalas negros: “No consiguieron el material completo, entonces Capador dijo: ‘No, no se hace porque no tenemos material completo, y yo no voy a entrar con gente sin armas’. Ejemplo: van a ir 20 personas y de los 20 van 7 armados y los demás sin armas. Entonces así pasó el segundo día, llegó otro poquito, no llegó lo suficiente y ese otro día también se postergó. No había el suficiente material para la seguridad de nosotros”, recogió el medio colombiano.

Sobre el origen de las armas, precisó que para operación usaron largas y cortas -cada una con un costo de entre 4.000 y 7.000 dólares- y que Capador coordinaba las entregas con un haitiano de nombre «Bahio o Bahión», que hablaba español.

Ya sobre la propia ejecución del magnicidio, detalló la implicación de un infiltrado en la Casa Presidencial que facilitaría su acceso: “Nos dijeron que también había una persona que estaba allá en el sitio, infiltrada. Y que esa persona nos avisaba (…)  Si se tiene a una persona allá, eso hace que el grupo se relaje un poquito más, porque pues no sabemos cómo es la residencia». Además, señaló que supuestamente el día que partieron hacia la casa se les unieron tres policías, para validar el «arresto», sin embargo, no había ninguna orden de captura contra el jefe de Estado.

En total, fueron seis camionetas las que partieron ese 7 de julio a la 1:00 de la mañana a ejecutar el magnicidio de Moïse: en la primera iban los tres policías y serían los encargados de neutralizar el primer anillo de seguridad, sobre el acceso a la misma, Yepes aseguró que fue muy fácil entrar, pues la residencia tenía el portón abierto, sin seguro. En el segundo vehículo iban otros colombianos más y en el tercero también un grupo de haitianos estadounidenses, quienes se encontraban en estos dos carros “eran los encargados de ingresar al perímetro de la casa del presidente, generar los avisos de identificación como funcionarios de la DEA, mostrar la orden de arresto (si fuera necesario) y abrir la puerta principal”. Los de la quinta y cuarta camioneta se encargarían de cuidar el perímetro frontal de la vivienda y los de la sexta, la parte trasera. Yepes aseguró estar en este último grupo.

No obstante, recoge Semana, fuentes judiciales aseguran que Yepes estuvo en el grupo que ingresó con Capador a la vivienda. 

Una vez accedieron a la residencia, neutralizaron a los dos primeros anillos de seguridad y megáfono en mano dijeron ser funcionarios de la DEA, durarían en la casa unos 28 minutos. Tras llevarse grabaciones de las cintas de seguridad y otros artículos aún por determinar, Yepes relata que los vehículos se fueron vacíos y que ellos salieron a pie de la residencia hacia el Palacio Presidencial, pues se suponía que una vez ejecutada la operación serían la guardia personal del «nuevo presidente» Emmanuel Sanon, de allí que nunca preparasen un plan de fuga.

Sin embargo, su plan se vio frustrado, ante la arremetida de las fuerzas del orden, hasta que decidieron ingresar a la Embajada de Taiwán, pero hasta allí llegaron las autoridades con una orden donde fueron arrestados.

Por su parte, el teniente coronel (r) Carlos Giovanni Guerrero Torres también brindó declaraciones y señaló información clave de la coordinación del magnicidio al señalar a los exmilitares colombianos Duberney Capador y Germán Rivera, así como a los estadounidenses-haitianos James Solages y Vincent Joseph de la planificación y logística.

Al igual que Yepes, dice que en principio les habían dicho que se trataría del arresto de un político, pero que dos semanas antes del magnicidio ya sabían que se trataba de “asesinar al presidente de Haití” y a todas las demás personas dentro de la residencia. Guerrero afirma que en una reunión con la empresa CTU (contratada para el asesinato) ellos acordarían solo acabar con la vida de Moïse. Sin embargo, la viuda del primer mandatario, Martine Moïse ya prestó declaraciones al FBI y aseguró que escondió a sus hijos en un baño y que tuvo que hacerse la muerta para no ser ejecutada por el grupo.

Aunque Guerrero admitió haber entrado a la casa, señaló a Mario Palacios (prófugo), Mauricio Javier Romero y Duberney Capador Giraldo (estos dos últimos, muertos), justamente como los que le habrían quitado la vida a Moïse.

Por último, el capitán (r) Germán Rivera contó que tras retirarse del Ejército de Colombia, se fue a Dubái a prestar servicios de seguridad y que luego estuvo unos meses en Panamá y luego en Bolivia, donde no obtuvo ningún contrato.

Las autoridades haitianas señalan Rivera llegó a Puerto Príncipe con Capador y otro hombre de apellido Salamanca. Recoge Semana que incluso un hermano de Rivera estuvo con él, pero “no le gustó el trabajo y se regresó con otro colombiano”, este último sería Salamanca.

Con las declaraciones de los exmilitares colombianos se van develando cada vez más detalles de las corporaciones del crimen que ahora amenazan con desestabilizar gobiernos en América Latina desde Colombia, tal como se observó en el año 2020 con Operación Gedeón en Venezuela, desplegada con la intención de asesinar al presidente Nicolás Maduro.

(LaIguana.TV)