Najla Bouden Romdhane fue designada este miércoles a la cabeza del Gobierno de Túnez por el presidente Kaïs Said. Está encargada de formar el nuevo Gobierno y de presentárselo «lo antes posible» al presidente. Un acto inédito para el país norteafricano que nombra por primera vez en su historia a una mujer como primera ministra. 

Llega como una sorpresa para los ciudadanos de Túnez. Este miércoles, el presidente tunecino, Kaïs Said, designó a la ya política y alta funcionaria, Najla Bouden Romdhane, como primera ministra de la nación.  

La que era miembro del Departamento de Educación Superior e Investigación Científica se convirtió así en la primera mujer en ocupar este cargo en la historia del país, y también en la del mundo árabe. 

En un video publicado en redes sociales, el presidente dijo que su nombramiento es un honor para todas las mujeres tunecinas y le pidió presentar un gabinete lo antes posible debido a que ya habían «perdido mucho tiempo». 

Y es que el presidente ya había declarado que el nombramiento de Bouden como primera ministra, un puesto que llevaba dos meses vacío, forma parte de las medidas excepcionales anunciadas el pasado 22 de septiembre, que incluyen la suspensión casi total de la Constitución de 2014 y la fusión temporal de los poderes legislativo y ejecutivo. 

La ahora primera ministra representa una esperanza para muchos tunecinos en medio de la crisis económica, política y social que atraviesa el país de mayoría árabe. 

«Es una señal positiva que una mujer dirija el Gobierno. Espero que empiece inmediatamente a salvar al país del espectro de la bancarrota. Debería ocuparse rápidamente de los problemas de los tunecinos», apuntó Amin Ben Salem, banquero en Túnez, a la agencia Reuters. 

Los orígenes de Najla Bouden 

La nueva jefa de Gobierno, de 63 años, es científica de formación y doctora en geología. Nació en la ciudad de Kairouan y, a pesar de llevar más de una década de carrera política, no era muy conocida por el pueblo tunecino. 

Hasta la fecha, ocupaba el cargo de directora general de Promesa, un proyecto inscrito en el Departamento de Educación Superior e Investigación Científica y pensado para modernizar el sistema educativo tunecino. La doctora en geología trabajó además como responsable del gabinete del ministro de Educación en 2015. 

Bouden es la octava persona que ocupa la jefatura del Gobierno desde la Primavera Árabe, en 2011, y la tercera bajo el mandato de Said. Sin embargo, es probable que tenga menos poder directo que los anteriores primeros ministros, ya que el presidente decretó la semana pasada el estado de excepción de manera indefinida y se atribuyó plenos poderes invocando la aplicación del artículo 80 de la Constitución, que le permite asumir poderes excepcionales en caso de «amenaza» para el país. 

Es decir que, durante el periodo de emergencia, el Gobierno será responsabilidad prácticamente exclusiva del presidente. No obstante, este prometió que designará a un comité para redactar los cambios que desea introducir en la Constitución. 

Un movimiento calificado por la mayoría de las formaciones como «golpe de Estado», mientras que otras consideran que se trata de una «rectificación» de la Revolución del Jazmín en 2011, que desencadenó la Primavera Árabe y puso fin a las dos décadas de dictadura de Zine El Abidine Ben Ali. 

Inestabilidad política en Túnez 

La tarea que tiene Bouden por delante no es fácil. Tras el decreto de Estado de excepción, la presión de la comunidad internacional se ha cernido sobre el país mediterráneo. Algo que viene de lejos, concretamente desde que en julio Said destituyera al primer ministro, suspendiera el Parlamento ―junto a la inmunidad parlamentaria de sus 217 miembros― y asumiera completa autoridad ejecutiva.  

Además, la semana pasada suspendió la mayor parte de la Constitución de 2014, una medida que marginó notablemente al partido islamista que dominaba el Parlamento, Ennahdha, y por la que muchos ven peligrar la joven democracia de Túnez. 

Por su parte, el dirigente del país desde 2019 se respaldó en que es necesario salvar al país de la crisis económica y social mientras la nación se enfrenta también al Covid-19, para lo que necesita un mayor poder y control según su lógica. 

Túnez se enfrenta a una crisis económica y de gestión pública que avanza a zancadas tras años de estancamiento comercial, un factor agravado por la pandemia y por las disputas políticas internas. 

A pesar de que los bonos del Estado subieron ligeramente tras el nombramiento de Bouden el miércoles, estos están bajo presión y el coste de los seguros sobre su deuda pública ha alcanzado máximos históricos. 

El nuevo Ejecutivo tendrá que buscar apoyos financieros para hacer frente a la deuda tras la suspensión de las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el ascenso de Said al poder. 

(France 24)