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A riesgo de quedar en evidencia como mánager de tribuna, dejo constancia de que no entiendo la manera como el presidente Maduro cambia los pitchers.

 

Me hace revivir los terribles dolores de cabeza que me ocasionó cierto estratega gringo contratado por mi equipo, los Leones del Caracas, quien tenía la extraña peculiaridad de que sacaba del juego a los lanzadores cuando venían haciendo un buen trabajo y los dejaba seguir cuando los estaban moliendo a batazos o cuando andaban “rematadamente wild”, como dice el legendario narrador Felo Ramírez.

 

Maduro, que fue pelotero de la selección nacional, no llega a esos extremos, pero lo que hace con su círculo más cercano de colaboradores es difícil de comprender, al menos para uno, que nunca ha pasado de ser un simple aficionado a la política.

 

No nos pongamos a analizar todos los cambios y enroques hechos en dos años y tanto porque eso nos llevaría a un largo extrainnings y nos conduciría a concluir que se trata de un estilo implantado por el comandante Chávez. Veamos solo algunos de los más recientes:

 

El corto relevo de Freddy Bernal. El ex alcalde de Caracas estaba en la Asamblea Nacional haciendo un buen trabajo cuando el presidente lo designó comisionado para atender uno de los más graves problemas nacionales: la corrupción de los cuerpos de seguridad. Hombre con gran experiencia en el campo policial, se metió a fondo en tan escabroso asunto y estaba comenzando a cosechar frutos cuando el manager pidió “taima” y subió al morrito a pedirle la pelota. Se supone que la causa del movimiento es que Bernal va a ser candidato a diputado, es decir, lo que ya era antes.

 

El precio de lanzar bien. Un caso parecido es el de Andrés Eloy Méndez, joven que destacó en el trabajo parlamentario y, debido a la popularidad que alcanzó como diputado peleón, fue designado Superintendente de Precios Justos, vale decir, comandante de un frente fundamental de la guerra económica. Las opiniones están divididas sobre si lo estaba haciendo bien o mal, pero su salida del cargo no tuvo oficialmente nada que ver con ese dilema. Lo que se dijo es que Andrés Eloy se va de la lucha por volver a la Asamblea Nacional. Sobre el sustituto de Méndez, César Ferrer, no hay muchos datos. Si estuviésemos en el ámbito del beisbol podríamos decir que recién lo subieron de la liga paralela. Ojalá, por el bien de la Revolución, que termine siendo el novato del año, pues la responsabilidad que tiene no es cualquier cosa.

 

Dante, el apagafuegos. El manager Maduro ha enviado de nuevo a Dante Rivas al Saime, lugar donde fue una estrella en tiempos del comandante y del que fue movido para una muy poco probable elección como alcalde en uno de los circuitos más escuálidos de Margarita. De retorno de la previsible derrota electoral, ha tenido varios cargos, incluyendo uno que parece cosa de realismo mágico latinoamericano: gran simplificador de trámites. Ahora vuelve al Saime porque Juan Carlos Dugarte pasa al gobierno del Distrito Capital para reemplazar a Ernesto Villegas, quien, a su vez va a competir por un puesto en la Asamblea. Cualquiera podría preguntarse si concluyó Rivas su labor de cortarle tentáculos al pulpo del burocratismo o si esa tarea quedará para después de las elecciones…

 

Bueno, dejémoslo hasta aquí. Cuando el loquito que trajo el Caracas hacía aquellas cosas, yo intentaba tranquilizarme diciendo que por algo a ese señor lo traían de Estados Unidos a dirigir un equipo de tanta tradición, mientras yo estaba en mi casa, viendo el juego por televisión. Ahora pienso algo parecido: el estratega Maduro debe tener razón, pues no por casualidad él es el presidente y uno es apenas un tipo que escribe.

 

(Por Clodovaldo Hernández / [email protected])