El sabotaje a los gasoductos Nord Stream parece haber marcado el inicio de una nueva fase en la guerra subsidiaria entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se libra en Ucrania, no solo por la agudización de los ataques en el terreno sino porque abre la posibilidad de que el conflicto escale y se extienda a otras regiones, planteó el filósofo y comunicador político Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea, que tuvo como tema central este nuevo giro del principal conflicto armado de 2022.  

Destacó que estos últimos acontecimientos han supuesto la incorporación abierta de la categoría «terrorismo» en la narrativa de las partes implicadas en la contienda, un paso que no solo implica un cambio en la terminología, y las palabras no son neutras, sino que apunta hacia la justificación de respuestas «duras» en el terreno.   

Concluyó que hay tres frentes de batalla abiertos: la escalada semántica, de las palabras, de los dichos, del verbo; otra es la escalada militar propiamente dicha, con puentes destruidos, ciudades bombardeadas, más armas y más tropas: y una escalada en la guerra energética que apenas comienza con la llegada de “el General Invierno”, una denominación que evoca los fracasos de Napoleón Bonaparte y Adolf Hitler en sus intentos de invadir Rusia, frustrados por la estación fría. “Se prevén ciudades heladas y el elemento energético será fundamental. Todo indica que la guerra en algunas de sus formas saldrá del territorio ucraniano para impactar primero que nada a Europa y luego al planeta todo”, vaticinó. 

Comenzó la aproximación al tema con dos Iguanazos de Iván Lira. En el primero, aparece la antorcha de la Estatua de la libertad tratando de encender la mecha de una bomba que tiene la forma del planeta. En el segundo se observa a Biden con Zelenski dentro de su boca, y este, a su vez, con una bomba nuclear en la suya, apuntando a la Tierra.   

“Una bomba nuclear es cada vez más posible en este momento –afirmó el moderador-. El presidente de Estados Unidos dijo hace poco que desde los años 50 y sobre todo desde la Crisis de los Misiles (1962) no había existido una amenaza tan creíble de uso de armamento nuclear” 

Se acelera la escalada 

“El reciente sabotaje a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 inauguró una nueva fase en la guerra proxy entre la OTAN y Rusia que se disputa en el territorio de Ucrania, no solo en términos de acciones militares sino retóricos –recalcó-. De entre los sucesos de los últimos días destaca el ataque con explosivos perpetrado la madrugada del pasado 8 de octubre (hora local) contra el puente de Kerch, que conecta a la Federación Rusa con la península de Crimea, una conexión vial construida por Rusia”.  

Mostró el titular de LaIguana.TV sobre esta noticia: Murieron 3 civiles: Explosión en el puente de Crimea.  

“Solo este acto podría fungir como casus belli, como motivo de una guerra mayor”, opinó el filósofo y comunicador político venezolano. 

El texto de la información indica que el incendio en el puente de Crimea fue causado por la explosión de un vehículo de carga, informó el Comité Antiterrorista Nacional de Rusia. De acuerdo con la información preliminar, tres personas murieron como resultado de la explosión, según comunicaron desde el Comité de Investigación de Rusia

Posteriormente, el número de víctimas civiles se elevó a cuatro, incluyendo al juez del Tribunal de Arbitraje de Moscú, Serguéi Vladímirovich Máslov, cuyo automóvil transitó por el epicentro de la explosión.  

Aunque oficialmente el gobierno de Volodímir Zelenski no se ha atribuido el atentado, el asesor del jefe de la oficina presidencial ucraniana, Mijaíl Podoliak, sí lo hizo (a través de un tuit) y nadie en Kiev se apresuró a desmentirlo.   

El presidente ruso, Vladímir Putin, según las declaraciones reunidas en varios videos, tachó la acción de «acto terrorista» y responsabilizó al Servicio de Inteligencia de Ucrania (FSU) de estar detrás del ataque al puente, considerado una vía estratégica para el abastecimiento de la línea sur del frente de batalla y para la propia Crimea.   

En la misma línea, Putin achacó a esa organización la autoría de los bombardeos en las plantas nucleares de Zaporizhia y Kursk, esta última fuera del área de conflicto.  

Como era de suponer, la respuesta rusa no se hizo esperar: la mañana del lunes (hora local), una lluvia de misiles de alta precisión cayó sobre distintos puntos de Ucrania, incluyendo zonas como Sumy o Kiev, a las que Moscú no bombardeaba hace meses o Leópolis, ubicada al occidente del país.  

El objetivo de estas acciones, según explicó el mandatario ruso, fue inhabilitar instalaciones estratégicas, incluyendo centrales eléctricas, infraestructura de comunicaciones y depósitos de armas.  

Putin advirtió que si continuaban los ataques al territorio ruso, la respuesta sería «contundente», aunque siempre proporcionales al nivel de la amenaza.  

Según los servicios de emergencia de Ucrania, a consecuencia de estas acciones perdieron la vida al menos 11 personas y otras 100 habrían resultado heridas, pero no hay manera de corroborar fehacientemente las cifras.   

“Un puente destruido, por parte de Ucrania; un país bombardeado, por parte de Rusia. Está claro que suben las declaraciones, pero también las acciones” –destacó Pérez Pirela-. Pero no cabe la menor duda de que atacando toda Ucrania y dejando solo 11 víctimas, y lo digo con prudencia porque toda vida tiene valor, demuestra que la intención de Rusia no es causar muertes de civiles”. 

Cambios en el alto mando 

Sin alharaca, el Kremlin también realizó cambios relevantes en los mandos militares. Aunque el titular de Defensa, Serguéi Shoigú, permanecerá en su cargo, Putin designó a Serguéi Surovikin, veterano en las guerras de Afganistán, Chechenia, Tayikistán y Siria como «comandante del Grupo Conjunto de Tropas en el área de la operación militar especial».  

A Surovkin se le atribuye el haber liderado las acciones que permitieron el desalojo de civiles y la recuperación militar de la ciudad de Alepo en Siria, en la que el Estado Islámico y otros grupos antigubernamentales financiados por Occidente habían establecido una de sus bases.  

De regreso a los recientes pronunciamientos del mandatario ruso, es preciso señalar que para Moscú, los ataques perpetrados por Ucrania en sus instalaciones estratégicas no constituyen solo acciones de guerra sino «atentados terroristas».  

Esta catalogación es importante, porque de acuerdo con el Derecho Internacional, el terrorismo no es una forma de combate aceptable, ni siquiera en el marco de un conflicto bélico.  

Siguiendo esta línea argumental, esto justificaría que el Estado agraviado implementara todas las medidas necesarias para hacer frente a estos grupos que aparentemente operan al margen de cualquier gobierno, aun cuando estas puedan considerarse extremas.  

De ahí que la insistencia en este asunto en boca del propio Vladímir Putin no deba ser tomada a la ligera, sino como el anuncio de nuevas y más contundentes acciones en el frente y más allá, porque en el paroxismo, tales situaciones se interpretarían –o se presentarían– como una amenaza existencial contra Rusia. “Este es el parecer de Moscú, así lo interpreta Rusia. Es importante para analizar ver qué tiene en la cabeza cada una de las partes”. 

Frente a esto, bien vale recordar lo que expresara este miércoles en la Semana Energética de Rusia, a propósito de los sabotajes contra los gasoductos Nord Stream en aguas del Báltico fuertemente custodiadas por la OTAN.  

“De operación especial se pasa a la guerra, a la semántica de la guerra proxy y ahora se habla de actos terroristas”, insistió el moderador para destacar la escalada verbal, pues, como solía afirmar el filósofo Rigoberto Lanz, las palabras no son neutras. 

La postura de la OTAN 

“Huelga decir que el discurso de la amenaza terrorista no solo es invocado por el gobierno ruso. La OTAN, el otro contendor de la guerra en Ucrania, también echó mano de este recurso para justificar movilización de tropas hacia puntos estratégicos”, prosiguió Pérez Pirela.  

El pasado martes, el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, usó el sabotaje contra los gasoductos Nord Stream para anunciar un reforzamiento militar en el Báltico y el mar del Norte, así como para el resguardo de todas las instalaciones estratégicas de la Unión Europea

Stoltenberg evitó achacar directamente las culpas del incidente a cualquier actor, pero su exposición dejó bastante claro que el bloque militar pretende responsabilizar a Moscú una vez concluyan las investigaciones, de las que fue excluido deliberadamente a Rusia, a pesar de que fue el país agredido. 

(LaIguana.TV)