Después de robarse Citgo, previas sanciones a PDVSA y complicidad del autoproclamado, quien nombró un procurador que le dijo a Cristallex (demandante) cómo quedarse con su defendida (demandada), Donald Trump siguió dándole rienda suelta al destino manifiesto del imperio y decidió comprar Groenlandia, la isla más grande del mundo (después de Australia). La respuesta  del reino de Dinamarca (palabras más, palabra menos, como dice el lugar común) fue tajante: “¡Groenlandia no es Citgo!”. Para que le quedara más claro, los daneses  agregaron: “¡Ni está gobernada por un autoproclamado cualquiera!”.

 

(Earle Herrera)