Un factor de gran peso gravita sobre las elecciones parlamentarias venezolanas: Los castigos y amenazas de los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, ya no solo contra funcionarios y dirigentes del proceso bolivariano, sino también contra opositores que no sigan la estrategia abstencionista marcada por Washington.

Al aplicar a los opositores que postulen candidatos sus célebres medidas coercitivas unilaterales y extraterritoriales (sanciones, en la nomenclatura propagandística de EEUU y sus aliados), ponen en evidencia, de nuevo y de manera más rotunda, que sus proclamas sobre democracia y elecciones libres son de un cinismo extremo. ¿Cómo puede ser libre un proceso si una parte de los actores se encuentran bajo coacción externa?

Las operaciones para torpedear cualquier participación opositora en los comicios legislativos tienen dos caras: una abierta y otra oculta.

Mediante la forma abierta han «sancionado» ya a los dirigentes que se alzaron contra la reelección de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, en enero pasado. Con ella dan un puñetazo en la mesa y dejan claro que ellos (EEUU, con el apoyo de sus satélites europeos) son los capos de la oposición venezolana y no van a tolerar disidencias.

Esas medidas coercitivas tomadas contra Luis Parra y otros diputados tienen también la función de atemorizar a aquellos que todavía no se han sumado frontalmente a la corriente que plantea ir a las elecciones

Pero la operación oculta es peor. La intimidación, como es habitual en los casos de secuestro, chantaje y extorsión, circula en privado y cuenta con el silencio de las víctimas. Ningún opositor quiere admitir que lo están forzando a respaldar una línea abstencionista ya varias veces fracasada mediante la amenaza de privarlo de su visa estadounidense o de arrebatarle sus activos y cuentas bancarias. Los  portavoces de la línea imperialista se encargan de hacerles llegar el mensaje.

El planteamiento es muy claro: Quien discrepe de las órdenes de EEUU se va a arrepentir. Y esa orden es boicotear las elecciones parlamentarias, hacer que solo concurran candidatos del gobierno, para luego alegar que la AN es ilegítima y que la facción abstencionista sigue siendo el Poder Legislativo de Venezuela.

EEUU extorsiona a adversarios grandes y  pequeños 

¿Qué puntos tienen en común un magistrado de la Corte Penal Internacional, el capitán de un barco iraní y el opositor venezolano Luis Parra? No parece que hubiese muchos. Pero hay uno muy especial: han entrado en la lista negra de Estados Unidos por lo que les van a aplicar “sanciones”, es decir, medidas coercitivas unilaterales y extraterritoriales por no haber hecho lo que el gobierno de la superpotencia les ordenó.

En esa lista también están casi todos los integrantes del gobierno venezolano, del alto mando militar, de los empresarios no “fedecamareros” y otro montón de organizaciones políticas, sociales, no gubernamentales, culturales, deportivas y de cualquier otra índole. Basta con que la persona o el ente en cuestión hayan osado desafiar algún dictamen de EEUU.

Es un comportamiento obviamente delictivo, gansteril. Se utiliza el argumento de las “sanciones” para amedrentar, chantajear y obligar a torcer decisiones y fallos. O actúas como yo ordeno o te hago la vida imposible, es el lema de esta pandilla global.

Mediante las medidas coercitivas unilaterales se procura imponer gobiernos títere; sacar del mercado a empresas competidoras de corporaciones estadounidenses; ahogar la economía de los países rebeldes; y garantizar la impunidad de los crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas militares, paramilitares y mercenarias del imperio en decadencia.

A punta de “sanciones”, Washington ha querido imponer a un diputado que obtuvo su curul en 2015 con 97 mil votos en el estado Vargas (ahora estado La Guaira) como presidente de Venezuela, aunque la Constitución Nacional Bolivariana no contempla la figura de un gobierno interino. A punta de sanciones, EEUU pretende salvarse de la tunda económica que le está dando China como potencia capitalista mundial. A punta de sanciones, los genocidas imperiales pretenden impedir que se investiguen los crímenes de guerra cometidos por sus tropas y “contratistas” en Afganistán, uno de los países arrasados por EEUU, en nombre de la lucha contra el terrorismo.

Reuniones virtuales semanales

El dirigente opositor Enrique Ochoa Antich prefiere no darle crédito a las versiones según las cuales la conducta abstencionista de algunos sectores de la oposición tenga que ver con sanciones de EEUU en contra de sus voceros. «Me niego a creer que así sea. Prefiero pensar que se trata de esta nefanda cultura extremista que se ha posesionado del alma de estos sectores y, sí, de la hegemonía política que el Departamento de Estado ejerce y ejecuta en reuniones virtuales semanales, tan condenable como la que ejerce el liderazgo del Partido Comunista de Cuba sobre el PSUV».

El exlíder del MAS, ahora impulsor de un acuerdo unitario de la oposición democrática, expresó que «no de ahora, desde siempre he condenado las sanciones incluso individuales de los EEUU contra venezolanos. Sólo admito que, en el caso de delitos cometidos en su territorio, el Estado de ese país pueda imponer sanciones, en cuyo caso habría que reclamar el respeto al debido proceso. Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Sabemos la inclinación de EEUU a mentir cuando se trata de confrontaciones internacionales, y las ‘armas’ de Irak son buena prueba de ello».

Añadió que «cuando se trata de sanciones a cuenta de actuaciones políticas de venezolanos en Venezuela, el repudio debe ser claro y sin ambages. Ni siquiera cuando se trata de la comisión de delitos contra los derechos humanos, que funcionarios del gobierno de Maduro han cometido en abundancia,  puede aceptarse que el gobierno de otro país sancione, sin proceso alguno, unilateralmente a connacionales. Para eso están los organismos multilaterales y, claro, los órganos jurisdiccionales venezolanos: si estos no funcionan, y es cierto que no funcionan, es asunto de los venezolanos y no de los gringos hacer que funcionen».

Líderes vulnerables

Aparte de las «sanciones», los jefes estadounidenses de la oposición venezolana tienen otros recursos para ablandar a quienes se ponen rebeldes en el bando antichavista. Uno de ellos son los expedientes que guardan de actividades ilegales de los dirigentes o de sus familiares.

Fuentes de la misma oposición aseguran que esta es la explicación de cambios diametrales de opinión sobre la conveniencia de participar en elecciones, como el que se ha visto en el caso de Henry Ramos Allup, cuyo rabo de paja parentalvendría a ser la razón de los más recientes eventos, que llevaron a la escisión de Acción Democrática, ahora legalmente en manos de Bernabé Gutiérrez.

Hace apenas unos meses, Ramos Allup argumentaba, con su típica vehemencia, acerca de lo absurdo que sería escoger la vía de la abstención, por más que se tuvieran muchas dudas acerca del sistema y del organismo electoral. En las últimas semanas, cambió radicalmente de opinión y se sumó a la postura de EEUU.

El veterano político ha sido crítico de anteriores boicots a las elecciones, como el que se hizo en 2005 la oposición se retiró de los comicios parlamentarios. Luego de ese episodio, reveló públicamente que la dirigencia opositora de ese entonces cedió ante las presiones de los dueños de los medios de comunicación, entre quienes mencionó a Miguel Henrique Otero (El Nacional) y Eladio Lárez (RCTV), quien es concuñado de Ramos Allup.

El grave error, que significó darle cinco años de hegemonía al chavismo en la AN, fue subsanado en 2010 y 2015, con excelentes resultados para el bando opositor. Pero en 2017 (Asamblea Constituyente) y 2018 (presidenciales) volvieron las estrategias abstencionistas, acatadas por los principales factores de la derecha.

En 2020, ante las inesperadas rebeliones, los capos de Washington y sus seguidores europeos, han apelado al garrote de las extorsiones y los chantajes y ya han doblegado a unos cuantos. Veremos quiénes aguanta la presión.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)