Edgar Cedeño, primer teniente del Ejército venezolano que sobrevivió al ataque de una mina antipersona mientras realizaba labores de patrullaje orientadas a expulsar a grupos irregulares armados procedentes de Colombia en el sur del estado Apure, compartió en exclusiva su testimonio -sobre el cruento incidente- con la corresponsal de teleSUR, Madelein García, quien lo entrevistó en el centro de salud donde aún se recupera de las graves heridas sufridas.

Las primeras tomas muestran al oficial venezolano en una cama de hospital mientras es atendido por una médica. Le falta al menos uno de sus pies y la extremidad incompleta, luce extremadamente debilitada y está vendada en dos segmentos: la primera venda le cubre el muñón, pues le cortaron en algún punto de la pantorrilla; la segunda inicia por debajo de la rodilla y continúa hasta algún punto del muslo.

Sin embargo, cuando empieza a hablar, Cedeño no hace mención de esta pérdida, sino que se toca la cara, deformada por una herida sobre el labio superior y cuenta que la esquirla le «reventó» allí. Esa, destaca, no fue la peor, sino la que le entró por un costado de la mandíbula. «Fue la esquirla que casi me mató», asegura.

Se destapa su brazo derecho, que, antes que un brazo, parece un bloque de yeso y continúa narrando: «Siento el impacto. Quedé aturdido como 10 segundos, no sabía dónde estaba. Me agarré la cabeza, el mundo me daba vueltas para todos lados… En eso, le [pregunto] a mi conductor que qué había pasado y me dice que nos habían dado, que el vehículo estaba prácticamente inoperativo».

En tomas de apoyo, García muestra las imágenes del blindado. Está desbaratado por un costado y, como le informara su compañero al sobreviviente, está inoperativo.

«Aquí estuvo parte de la explosión», dice otro sobreviviente del atentado cuyo nombre no trascendió, mientras señala un agujero en la carrocería. «Aquí reventó –toca otro agujero muy próximo–, perforó con el explosivo»; «aquí iba el jefe del tanque» –Cedeño–, precisa, al tiempo que muestra un otro hueco cuya pintura circundante desapareció. 

«Por aquí fue donde lo sacaron», explica, tomando una de las tapas del blindado. Se le quiebra la voz cuando dice: «el que iba aquí, detrás de él, sí murió».

Al hablar de su compañero caído, Édgar Cedeño también luce conmovido: «él estaba detrás de mí. Se estaba movilizando, le dije que se acercara a mí y cuando estaba llegando a mis pies, el sargento segundo se murió, dejó de respirar. Yo vi cuando se quedó paralizado e hizo el gesto de que ya no iba a poder más», dijo.

Casi de inmediato, el primer teniente fue alzado en brazos por sus colegas. Asegura que entonces solamente les pedía que le salvaran, pues no quería morir sin conocer a su hijo, que aún está en camino.

(LaIguana.TV)