Los paraísos fiscales son parte integral de la estructura del sistema capitalista, carcomido por la corrupción. Los clientes célebres de esos paraísos son señalados actualmente como criminales, mientras los dueños no aparecen en las denuncias que circulan a escala mundial.

Los Papeles de Pandora, una serie de revelaciones recopiladas por una alianza de periodistas de investigación sobre evasión de impuestos y fortunas inexplicables, se centran en los clientes de los paraísos fiscales, pues son políticos y empresarios de cierto nivel. Pero no dicen nada acerca de la estructura que está detrás de esos paraísos, donde radica el verdadero poder.

Las grandes potencias del capitalismo hegemónico marcan la pauta de la impostura: hablan de los paraísos fiscales como si fueran entes extraños al sistema económico y político que esos países encabezan. Incluso, los voceros de los gobiernos de las naciones ricas del norte del planeta hacen ver que combaten la perversión de esos centros dedicados a la evasión de impuestos y el ocultamiento de grandes fortunas. Pero la realidad demuestra que, lejos de ser enemigos, esos países son promotores y protectores de los paraísos fiscales.

Este asunto es parte de la gran hipocresía mundial, pues esos espacios en los que las empresas e individuos colocan y engordan sus fortunas (en las llamadas cuentas offshore para evitar pagos de impuestos y otras obligaciones legales) son en rigor parte integral del tinglado del poder corporativo global.

En un  reportaje de investigación difundido en abril pasado por el diario español Público, su autor, Diego Herranz sostiene que “la doctrina neoliberal al uso defiende la existencia de estos territorios de baja tributación con la defensa de la soberanía fiscal que se les concede a cualquier jurisdicción independiente”.

Para mantener las apariencias, los países del norte desarrollado dan frecuentes declaraciones y emiten documentos contra los “sistemas fiscales dañinos”, pero la verdad es que tales enclaves son parte de sus respectivas áreas de influencia. Las grandes potencias se excusan de no aplicar medidas duras contra esos “sistema dañinos” alegando que al menos esos países y territorios ha suscrito acuerdos para intercambiar información financiera y fiscal.  

En el caso de algunos países, como Suiza, Holanda, Irlanda, Liechtenstein, Luxemburgo y Malta son en sí mismos paraísos fiscales por el tipo de operaciones que realizan, aunque no se les ha declarado como tales porque pertenecen al ámbito de la Unión Europea.

Luxemburgo, por ejemplo, tiene 35% de sus PIB derivado del sector financiero, en su mayor parte dedicado a operaciones opacas. Malta, por su parte, ofrece a las empresas extranjeras (verdaderas y falsas) el impuesto más bajo de la Unión Europea, menos del 5%. Mientras tanto, las empresas locales maltesas deben gravar 35% de sus beneficios.

También son paraísos fiscales, de acuerdo a los expertos en la materia, Seychelles, Chipre, Nauru, Mauricio, Islas Marshall, Hong Kong, Singapur, Samoa y Emiratos Árabes Unidos. Este último enclave es considerado la novedad de los tiempos recientes, pues se estima que ha captado 218 mil millones de dólares solamente durante el transcurso de la pandemia.

Varios de estos paraísos (que además lo son en el plano turístico) tienen prácticamente la condición de protectorados de Reino Unido. Se trata de Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán y Bermudas. Otra isla, que no está en el Caribe, pero sí estratégicamente ubicada (en el canal de La Mancha, a un paso del continente europeo) es Jersey.

Islas Vírgenes ha sido catalogada como el principal paraíso fiscal del mundo y el escondite predilecto de las grandes empresas para evadir impuestos. Ostenta una riqueza en su territorio 5 mil veces por encima del valor de su economía.

Islas Caimán, según el trabajo periodístico antes referido, presenta un valor 331 veces superior al tamaño de su economía, mientras Bermudas ha ostentado varias veces la marca del lugar del mundo con mayor renta per cápita.

En las vecindades de Venezuela se yergue otro de estos lugares, la isla de Curazao, que antes estaba en la lista negra de la Unión Europea, pero ahora ha sido benévolamente trasladada a la lista gris. Las operaciones off shore en Curazao fueron parte de la gran estafa de la banca privada venezolana que colapsó en 1994.

Conducta “normalizada”

Las investigaciones de la alianza de periodistas y medios de investigación generan gran escándalo alrededor de figuras políticas latinoamericanas y de otras regiones del sur, pero dejan también en segundo plano que evadir impuestos y ocultar bienes en paraísos fiscales se ha vuelto una conducta “normal” entre individuos adinerados y corporaciones del llamado primer mundo.

“En Europa es una práctica habitual para alrededor del 15% de las grandes fortunas y entre los emiratos del Golfo Pérsico y algunas naciones de América Latina –foco de enormes desigualdades de renta– alcanza casi al 60%, como admiten en el Banco Internacional de Pagos, desde donde emana la regulación de la industria financiera y que acoge en su seno al G10, el foro de los grandes bancos centrales”, dice el reportaje de Público.

Citando a Foreing Policy, el trabajo periodístico afirma que “los arquitectos de la red de tráfico patrimonial hacia estos enclaves han sido las principales entidades bancarias internacionales, como HSBC, a UBS, Credit Suisse, Citigroup, Barclays, Lloyds, JP Morgan, Deutsche Bank, Morgan Stanley, ING, Goldman Sachs o Santander (…) Los 50 mayores bancos del planeta son responsables de, al menos, la mitad de las cuentas offshore. Entre 12 y 14 mil millones de dólares de los 36 mil millones que se han llegado a contabilizar en paraísos fiscales (…) más de la mitad de esa cantidad movilizada desde las instituciones bancarias. A lo que se une la afluencia de patrimonios enviados por las corporaciones”.

Si surge alguna duda acerca de la tendencia política de los medios tomados como fuente de estos datos, téngase en cuenta que la revista Fortune (ícono del capitalismo) ha señalado que en 2018, el 60% de las compañías de su lista de 500 con capitalización bursátil más elevada no declararon impuestos, dejando un agujero de 79 mil millones de dólares, en gran medida por los desplazamientos de sus beneficios a centros offshore”.

El reportaje añade un dato geopolítico que habla por sí solo acerca de quiénes están en realidad detrás de los enclaves para las fortunas ocultas: “La mayor parte de los paraísos fiscales ceden su soberanía militar a alguna potencia mundial, por proximidad geográfica, especiales relaciones políticas o por haber sido colonias de naciones con altas capacidades de intervención bélica”.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)