Hay elementos que permiten suponer que está cerca el final de la guerra en Ucrania, a pesar de que voceros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) insisten en pronosticar que aún Rusia puede caer derrotada en el campo de batalla, sostuvo Miguel Ángel Pérez Pirela en un nuevo análisis sobre el conflicto que ya se aproxima a su primer año.

El conductor del programa Desde Donde Sea dijo creer más en la hipótesis de un fin cercano de la guerra, pues esa idea del triunfo de Ucrania está lejos de la realidad, en virtud de que Rusia es la mayor potencia nuclear del mundo y no va a permitir que la humillen unos países como los europeos, que solo aunando fuerzas con Estados Unidos pueden tener una capacidad bélica equiparable.

Presentó la opinión gráfica de Iván Lira en su sección el Iguanazo. Allí se muestra una caja con cinta de regalo que tiene dentro una calavera. La leyenda dice: “La Guerra Mundial es el regalito que la OTAN quiere darle a la humanidad”.

Los hechos recientes

En Europa, el tablero geopolítico también se mueve. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, viajó el miércoles a Reino Unido para reunirse con el primer ministro Rishi Sunak y el rey Carlos III, a lo que se sumó una intervención ante la Cámara de los Comunes.

Luego se anunció que Zelenski viajaría a París para un encuentro cara a cara con el presidente francés, Emmanuel Macron, del que también participó el canciller alemán, Olaf Scholz, esto a la víspera del discurso que pronunciaría el mandatario ucraniano ante el Parlamento Europeo. “Está pidiendo más armas, ya le dieron los tanques y ahora quiere aviones caza”, dijo el moderador.

Todas las declaraciones e informes apuntan a que lo que está en discusión es el envío de aviones de guerra al frente de batalla, considerados esenciales para apoyar la labor en tierra de los tanques Leopard y Abrams en la ya prácticamente segura contraofensiva de primavera.

Además de revelar sin tapujos que el objetivo estratégico de Estados Unidos es frenar a China a cualquier costo, la escalada en el este de Asia también ha permitido especular acerca de la aceleración de las operaciones militares en Ucrania, pues como ya han advertido numerosos especialistas, esa guerra subsidiaria con Rusia no es más que un paso en su camino contra Beijing.

Así, hay quienes piensan que aunque no haya ningún indicio a la vista, las negociaciones de paz podrían estar más cerca de lo que se piensa, solo que la OTAN estaría asegurándose de que Ucrania estuviera en una mejor posición para conversar con los representantes del gobierno de Vladímir Putin.

Siempre siguiendo este punto de vista, el envío masivo de armas de largo alcance al campo de batalla estaría destinado a concretar una contraofensiva en la primavera, en la que Kiev pueda anotarse algunos éxitos en el terreno y recuperar algún enclave estratégico, al tiempo que el Kremlin se vería forzado a «devolver» los territorios que ya ha incorporado jurídicamente.

No obstante, esta tesis tropieza con una poderosa fuerza que mueve los hilos detrás del alargamiento de la guerra en Ucrania: el aparato militar industrial, que ha aumentado espectacularmente sus ganancias tras el enconamiento del conflicto en el Donbás, como muestra la investigación realizada por la periodista Naile Manjarrés para su programa Entre Líneas, producción exclusiva de LaIguana.TV.

En este espacio, Manjarrés demuestra cómo las grandes empresas estadounidenses de armamento y equipo militar están llenando sus arcas y mejorando la cotización de sus acciones en el mercado de valores, debido a las enormes ventas a Ucrania.

A esto se añade que el envío de armas de mayor calibre prologará innecesariamente la guerra y costará la vida de más seres humanos, una advertencia que no solo ha sido pronunciada por altos mandos rusos, sino por otros expertos nada sospechosos de ser afines a Rusia, incluido el exinspector militar de la OTAN, el alemán Harald Kujart.

Sin embargo, desde la Alianza Atlántica, la Casa Blanca y la Unión Europea, el mensaje que se vende es exactamente el opuesto: Ucrania tiene posibilidades de vencer a Rusia en el campo de batalla, siempre que el Occidente colectivo esté dispuesto a entregar armas de gran poder destructivo durante el tiempo que sea necesario.

No obstante, si se hila más fino, es claro que la OTAN, con Washington a la cabeza, trabaja para que las empresas armamentísticas no pierdan rápidamente sus beneficios, pero ello al precio de agudizar las acciones en el frente, al comprometerse a enviar a Kiev todo el armamento que se requiera para que recupere los territorios que están bajo control ruso.

“Las armas no son gratis. Van a significar una deuda eterna para el pueblo ucraniano”, advirtió nuevamente Pérez Pirela, quien ya ha planteado este hecho en varias emisiones anteriores del programa.

En esa dirección se pronunciaron este miércoles el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Este último repitió al calco lo que expresara en Japón la semana previa: Rusia debe ser vencida en el campo de batalla y China es una amenaza.

No queda claro si en la recuperación de territorios anunciada por Blinken se incluye la península de Crimea, que como hemos señalado en otras oportunidades, forma parte integral de la Federación Rusa desde 2014 y no es una zona en disputa en la que Moscú ejerce control parcial.

La postura rusa frente a esto es ya conocida: altos funcionarios, comenzando por el presidente Vladímir Putin y su canciller, Serguéi Lavrov, desde hace meses hablan de una guerra híbrida entre Rusia y la OTAN que poco a poco se está transformando en una guerra directa que el Kremlin no planea permitir.

Sirvan a estos efectos unas declaraciones que ofreciera Lavrov la semana previa al canal estatal Rossiya-24, en el contexto del anuncio del envío de más de un centenar de tanques Leopard 02 y Abrams a Ucrania, que según estimaciones, estarían listos para entrar en combate entre abril y mayo.

Ucrania pronto pedirá bombas atómicas

Mientras el jefe de la diplomacia rusa expresaba estos pareceres, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y otros altos funcionarios del bloque acudían a Ucrania para reunirse con el presidente Volodímir Zelenski. ¿El objetivo declarado? Ratificar su apoyo a la causa ucraniana.

De esto trascendió que Von der Leyen eludió cualquier precisión relacionada con el ingreso de Ucrania a la Unión Europea, un resultado sin dudas esperable, dado lo mucho que le falta a ese país eslavo para cumplir con los altos estándares de ingreso.

A esto se suma que a pesar de la alta flexibilidad demostrada hacia Zelenski, Bruselas está imposibilitada para mirar a otro lado y omitir sin más los rasgos antidemocráticos del gobierno y del Estado ucraniano, cuando países como Turquía –pieza clave en la OTAN– llevan décadas esperando por el voto favorable bajo los mismos alegatos.

El fin real de esta operación propagandística se reveló poco después: preparar la mini gira por Londres, París y Bruselas que emprendiera Zelenski este miércoles para pedir aviones de combate y más armas, así como el entrenamiento de soldados.

En la capital británica, el mandatario fue recibido en una base militar por el premier Rishi Sunak. El propio Sunak confirmó a los medios que los aviones de combate formaban «parte de la conversación» y subrayó que «nada está descartado».

De acuerdo con un reporte de The Associated Press, «Zelenski dijo que Ucrania necesita todo tipo de suministros, no sólo aviones, sino también municiones y misiles de largo alcance», porque sin ello «habría un estancamiento que no traería nada bueno».

“Si esto sigue así, Ucrania va a terminar solicitando armas nucleares”, subrayó Pérez Pirela.

Aunque el gobernante habla de «un estancamiento» en el frente, la semana anterior calificó la situación en Donetsk como «muy difícil» y reemplazó al ministro de Defensa, vistos los innegables avances rusos que han sido reseñados incluso en la prensa hegemónica.

Estas declaraciones tuvieron mucha menos cobertura que el efectista discurso que pronunciara ante legisladores ingleses este miércoles, en el que agradeció al Reino Unido su respaldo político y militar, así como su encuentro con el rey Carlos III en el Palacio de Westminster.

Lejos de los flashes, el vocero de Sunak, Max Blain, dijo a The Associated Press que el gobierno «exploraba» cuáles aviones podría enviar a Ucrania. «Creemos que es correcto proporcionar equipo a corto plazo… que pueda ayudar a ganar la guerra ahora, pero también a mediano y largo plazo para asegurar que Ucrania tenga toda la capacidad posible que necesita», detalló el funcionario.

Sin embargo, Zelenski todavía no abandonaba Bélgica cuando el ministro de Defensa británico negó el envío de aviones de combate al frente ucraniano en el corto plazo.

«Lo primero que hay que reconocer es que esto no es una especie de ‘echa un vistazo y obtén una carga completa de aviones'», manifestó el jefe de la Defensa británica, Ben Wallace, al ser consultado por los periodistas sobre el tema.

«Reino Unido sabe lo que Ucrania necesita y está muy feliz de ayudar de muchas maneras para lograr el efecto», aseguró. En ese orden indicó que en caso de que su país «regalara todos los aviones de combate y todos los tanques, eso significaría sacarlos de Estonia y sacarlos del Reino Unido», así como abandonar las «obligaciones» con la defensa local.

Desde Londres, Zelenski voló a París para reunirse con el presidente Emmanuel Macron y el canciller alemán, Olaf Scholz. Antes del inicio de la cena, Macron sostuvo que «Ucrania puede contar con Francia, sus socios y aliados europeos para ganar la guerra. Rusia no puede y no debe ganar».

Recuérdese que a diferencia de Alemania, Francia no ha descartado el envío de cazas a la guerra, pero todavía no ha anunciado ninguna resolución concreta.

En el Parlamento Europeo, se repitió la petición: más armas para Ucrania, especialmente aviones y misiles de largo alcance. Se ha condicionado su envío a una eventual derrota de Rusia en el terreno.

Empero, no puede omitirse que en su discurso ante los legisladores europeos, Zelenski equiparó la participación de Europa en la guerra contra Rusia con la de su país, es decir, la presentó como una acción conjunta.

«Europa es y seguirá siendo Europa mientras sigamos juntos y mientras cuidemos de nuestra Europa, mientras cuidemos el modo de vida europeo», añadió.

Amenaza existencial

The Associated Press refiere que la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, quien antecedió en la palabra al gobernante ucraniano, aseguró que Occidente debería considerar «rápidamente, como próximo paso, enviar sistemas de largo alcance» al campo de batalla.

En la misma línea, la política italiana presentó la guerra en Ucrania en términos de una «amenaza existencial» para Europa y por tal motivo, la respuesta «debe ser proporcional a la amenaza».

Con independencia de esta visita de Zelenski a Europa Occidental, la retórica guerrerista de la OTAN ha encontrado eco en Rusia, que a su vez ha advertido que el conflicto ha entrado en una escalada de consecuencias imprevisibles.

Este miércoles, el tono subió todavía más, pues las autoridades rusas acusaron directamente a Estados Unidos de haber desatado una guerra híbrida que aumentaba el riesgo de choque directo entre dos potencias nucleares.

El detonante fueron los señalamientos de Washington hacia Moscú por el presunto incumplimiento del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III) que renovaron los dos países en 2021.

LaIguana.TV lo trató con una nota titulada así: “Moscú denuncia: «EEUU ha desatado guerra híbrida contra Rusia con riesgo real de un choque militar directo«

El texto de la noticia indica que el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso rechazó «categóricamente» en un comunicado las acusaciones de incumplimiento del tratado de control de armas nucleares vigente entre los dos países y advirtió que las acciones de la Casa Blanca pueden derivar en un choque militar directo.

«En esencia, Estados Unidos ha desatado una guerra híbrida total contra Rusia, con el riesgo real de un choque militar directo entre dos potencias nucleares», se lee en el documento publicado por la Cancillería, en referencia a «la agresiva política» de Occidente para causar «una derrota estratégica» a Rusia en Ucrania.

En el Kremlin sostienen que este escenario enrarecido impide hacer las cosas «como de costumbre», ello en alusión a la suspensión de las inspecciones cruzadas del arsenal nuclear de cada país, pues los expertos rusos tienen prohibido pisar suelo estadounidense.

Sobre este tema, la agencia rusa RT puntualiza que:

• La semana pasada, la OTAN declaró que estaba preocupada por «el incumplimiento por parte de Rusia de sus obligaciones jurídicamente vinculantes en virtud del Nuevo START».

• Moscú suspendió las inspecciones del tratado en agosto de 2022 por la imposibilidad de los inspectores rusos de viajar y trabajar en Estados Unidos debido a las sanciones occidentales, que daban una ventaja injusta a la parte estadounidense. Sin embargo, la Cancillería rusa prometió que las inspecciones continuarán una vez sean restablecidos los principios de paridad e igualdad.

• El START III fue firmado por Rusia y Estados Unidos en Praga (República Checa) el 8 de abril de 2010 y fue prorrogado sin condiciones previas por cinco años en febrero de 2021. En virtud del acuerdo, las partes se comprometieron a reducir sus fuerzas nucleares hasta 700 portadores, 1.550 ojivas nucleares y 800 lanzadores.

Más sanciones

Los ataques contra Rusia no se detienen tampoco en el plano económico. En Europa preparan el décimo paquete de sanciones. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, dijo que se anunciará el 24 de febrero, para hacerlo coincidir con el primer aniversario del inicio de la guerra.

En función de lo expresado por Von der Leyen la semana previa en Kiev, se especula que lo que está en juego es la aprobación de una legislación que le permita a Estados Unidos y a sus socios europeos apoderarse de las reservas internacionales y otros activos rusos en el extranjero, con el pretexto de financiar la reconstrucción de Ucrania.

Como apuntamos al inicio de estas reflexiones, aunque no lo parezca, esta estrategia de máxima presión en el frente podría ser el abreboca para las conversaciones de paz, que, estamos seguros, tendrán lugar en algún momento.

No obstante, advertimos que se trata de un juego muy peligroso, pues en esa política de confrontación abierta que ha emprendido la OTAN contra Rusia podría tener lugar un incidente que conduzca al enfrentamiento directo entre dos potencias nucleares.

¿Ucrania dividida en dos?

Voceros afines a la causa ucraniana, como el exasesor presidencial de Volodímir Zelenski, Alexéi Arestovich, avanzó a inicios de esta semana que es posible que su país termine dividido en dos, como la península de Corea.

«¿Qué debe hacer Occidente? Un escenario de dos Coreas. Crear una Corea del Sur con garantías para la parte que quedará», dijo Arestovich.

A su parecer, aunque este no es el desenlace por el que apuesta Kiev, hay realidades prácticas que hacen pensar que esta salida indeseada está en el tapete, particularmente en lo que corresponde a la dificultad de poner en operación las numerosas armas que el así llamado Occidente colectivo se ha comprometido a enviar.

«Hacen falta al menos 400.000 soldados perfectamente entrenados con armas de la OTAN para tener éxito en el campo de batalla. «¿Tenemos eso? No. ¿Lo tendremos el año que viene? No. (…) Nosotros, como sociedad, no estamos preparados para un desenlace así», argumentó.

Es claro que se trata de la opinión de un antiguo funcionario de alto nivel que no ha sido respaldada por ninguna autoridad, pero, pese a ello, no resulta demasiado descabellado pensar que esa podría ser la «solución» que se alcance en las conversaciones de paz.

Es evidente que Estados Unidos, voz detrás de Zelenski y el gobierno ucraniano, no la presentaría como una opción realista en primera instancia y, en su lugar, pretendería que Rusia se sentara humillada y dispuesta a «devolver» a Ucrania el territorio conquistado, un escenario que si bien no es imposible, luce altamente improbable.

Por otro lado, tampoco luce demasiado verosímil que la OTAN esté apostando por abrir un nuevo frente de guerra en el este asiático sin tener a Europa bajo control.

Pérez Pirela concluyó que la creciente agresividad hacia China y las respuestas beligerantes de Beijing hacen pensar que un choque, si bien no es inminente, llegará más pronto que tarde y Estados Unidos y sus aliados no solo se están preparando para ello, sino que están presionando a Xi Jinping como en su día lo hicieron con Vladímir Putin. “Falta ver si Xi y la milenaria China responderán igual que Putin y Rusia”, acotó.

(LaIguana.TV)