Tras la reunión virtual que sostuvieran este martes los presidentes Vladimir Putin (Rusia) y Joe Biden (Estados Unidos), Washington amenazó a Moscú con imponer «fuertes sanciones económicas» a Rusia, si el Kremlin opta por incursionar militarmente en Ucrania.

El País reseña que a este coro se sumó Bruselas, que advirtió que cualquier agresión rusa entrañará «graves represalias comerciales por parte de la Unión Europea (UE)», con el subsecuente daño para la economía rusa.

Aún cuando no se ha producido ningún evento que pueda considerarse como detonante, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo a los medios que vendrá una «robusta escalada y expansión de los actuales regímenes de sanción» hacia Rusia.

La agencia Bloomberg, citando a un alto funcionario de la administración Biden cuyo nombre no trascendió, aseguró que en la Casa Blanca no han descartado restringir la compra de deuda rusa ni «reforzar» el flanco oriental de la OTAN, si Rusia realiza un ataque armado a Ucrania.

De su lado, Putin demandó que no se responsabilice a su país por el aumento de las tensiones en Ucrania y acusó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de emprender «peligrosos intentos de militarizar el territorio ucraniano», según consta en un comunicado difundido por el Kremlin.

En el mismo documento se precisa que por las razones antes expuestas, el gobierno ruso exige «garantías fiables y jurídicamente vinculantes que excluyan la expansión de la OTAN hacia el este y el despliegue de sistemas de armas ofensivas en los países vecinos».

Este nuevo movimiento de Estados Unidos, la Unión Europea y su brazo armado, la OTAN, viene antecedido de denuncias de Kiev sobre el presunto interés de Rusia en desplegar una intervención militar en Ucrania a inicios de 2022, para la que estarían movilizando unos 175.000 soldados a su frontera común, que limita con la región del Donbass, controlada desde 2014 por grupos separatistas prorrusos.

En coherencia con esta misma narrativa, Biden ratificó su respaldo a la «soberanía» e «integridad territorial» de Ucrania, a pesar de que Moscú ha negado enfáticamente la especie y ha calificado las pretensiones de Ucrania en incorporarse a la Alianza Atlántica en términos de «amenaza» y «provocación».

No obstante el tono belicoso, el mandatario estadounidense descartó el envío de tropas al territorio ucraniano y remarcó que las acciones de Occidente en contra de Rusia se basarán en sanciones económicas, que incluirían el bloqueo a la convertibilidad directa entre el rublo y el dólar.

Por su lado, Putin dijo este miércoles en Congreso de Científicos Jóvenes que «da la impresión de que las fuerzas políticas en Estados Unidos están compitiendo para sacar provecho de las sanciones antirrusas y no pueden salir de este callejón sin salida», al tiempo que señaló que estos castigos «con frecuencia se introducen como si nada, sin razón aparente».

«Que las sanciones se impongan bajo el pretexto de la seguridad estadounidense es un disparate absoluto», añadió.

Ucrania, manzana de la discordia entre la OTAN y Rusia

Para el gobierno ruso, la expansión de la OTAN hacia el este y el incremento de la militarización en Ucrania con la excusa de la crisis del Donbass, es una «línea roja» que no debe traspasarse, pues representa una amenaza contra su seguridad nacional.

En declaraciones públicas desde Sochi, este miércoles el presidente ruso tildó de «inacción criminal» que Rusia se quede «de brazos cruzados» frente a las pretensiones expansionistas de la OTAN y la creciente militarización de Ucrania.

«No podemos dejar de estar preocupados por la perspectiva de la posible admisión de Ucrania en la OTAN, porque a ello seguirá, sin duda, el despliegue de los correspondientes contingentes militares, bases y armas que supondrán una amenaza para nosotros», advirtió.

En la misma línea aseveró que «desgraciadamente, la OTAN está llevando a cabo una política de clara confrontación con Rusia». Para ejemplificar recordó que varios diplomáticos rusos fueron expulsados de países miembros de esa organización, lo que demuestra el carácter «poco amistoso» de dicha «estructura».

Así las cosas, Moscú enfatizó que su política exterior es pacifista, pero defendió su derecho a garantizar su seguridad nacional, sin detallar qué acciones concretas emprendería.

Apenas concluido el encuentro virtual del martes, desde Washington, el presidente estadounidense respondió que «no acepta líneas rojas de nadie» y puso el acento en las supuestas «actividades militares en la frontera con Ucrania», aún cuando ningún soldado ruso ha incursionado en territorio ucraniano y tampoco se han emprendido operaciones armadas en la zona.

Más allá de estos intercambios recogidos por la prensa, Putin y Biden discutieron extensamente sobre el estancamiento en el cumplimiento de los acuerdos de Minsk de 2015, que el Kremlin valora como «la base para la solución pacífica que no tiene alternativas» y cuyo fracaso Putin atribuye a la «línea destructiva de Kiev», en tanto contraviene lo pactado seis años atrás.

Entonces, el gobierno de Petro Poroshenko se comprometió a reformar la constitución de Ucrania para otorgar más autonomía al Donbass a cambio de retomar el control territorial, pero hasta la fecha, eso no ha sido posible.

En 2014, cuando Crimea aprobó en referéndum su incorporación a Rusia, la Unión Europea impuso represalias a Rusia, a la que acusaron de anexionarse ilegalmente la península, si bien ello no ha implicado una suspensión de las relaciones comerciales entre Moscú el bloque comunitario, presiones estadounidenses mediante, como ocurrió en el caso del gasoducto Nord Stream 2.

Asimismo, el grupo de los 27 delegó las comunicaciones políticas y las mediaciones diplomáticas en la excancillera alemana, Angela Merkel, quien periódicamente mantenía conversaciones fluidas con Putin.

Empero, analistas referidos por El País opinan que esta fase concluyó, pues el gobierno recién instalado en Berlín, liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, tiene una postura mucho menos amigable hacia Rusia que su predecesora.

Por su parte, Von der Leyen, en vocería del Consejo de Europa, denunció ante los embajadores de la UE poco antes del encuentro entre Putin y Biden que supuestos «movimientos militares de Rusia y su masiva acumulación junto a la frontera oriental de Ucrania», así como «el descarado intento de intimidar al Gobierno reformista de Moldavia», obligarían al bloque a «proteger las democracias» frente a lo que calificó como «cínicos juegos de poder geopolítico».

Se conoció que una vez concluida la reunión con su homólogo ruso, Biden contactó a los gobiernos de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, con quienes también conversó antes de hacerlo con Putin.

El domingo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que la Alianza se mantiene «vigilante» al aparente incremento de la actividad militar de Rusia cerca de su frontera con Ucrania y advirtió que cualquier agresión «tendrá consecuencias».

¿Habrá guerra entre la OTAN y Rusia?

Aunque Ucrania ha acariciado –e insistido en– la idea de incorporarse a la OTAN desde 2008, expertos ucranianos descartan que eso vaya a producirse en el futuro cercano.

Alina Frolova, exviceministra de Defensa de Ucrania y directora del Centro de Comunicación Estratégica StratCom Ucrania, dijo a El País que «en Kiev no hay expectativas de ello. No hay progreso desde hace mucho tiempo, incluso con el apoyo mostrado por Stoltenberg».

Sin embargo, Frolova aclara que eso no significa que el país eslavo no esté respaldado por Occidente. «Estados Unidos ha enviado armas y ha demostrado que mantiene su compromiso. El Reino Unido, también. No es una cuestión de número de fuerzas, sino de demostración política», afirmó.

En cualquier caso, como exfuncionaria ucraniana de alto nivel, no desaprovechó la ocasión para tachar a Rusia de «amenaza global», si bien abogó por la búsqueda de «un gran acuerdo, un reparto de áreas de influencia» entre la OTAN y Moscú.

Asimismo –y en clara contradicción contra la inminencia de una guerra entre Ucrania y Rusa motivada por los separatismos prorrusos en la región del Donbass– explicó que el gobierno ruso no ha reconocido a las autoproclamadas repúblicas populares de Donestk y Lugansk.

Según ella, Rusia habría preferido usar mecanismos subterfugios como entregar «más de medio millón de pasaportes rusos» o enviar «armas al Donbass». Frolova también culpó al Kremlin de la creciente crisis de refugiados en la frontera de Bielorrusia y Polonia y de realizar «provocaciones en Crimea», incluso a pesar de que esta región forma parte legal del Estado ruso desde 2014.

«De una cuestión local hemos pasado a la expansión de la OTAN y las líneas rojas que Biden no va a reconocer. Es decir, volvemos a 2014, cuando dijimos que esto era una guerra entre Rusia y Occidente», expresó en su canal de Telegram Alexandr Jodakovski, uno de los comandantes del Donbass, lo que hace pensar que no solo en la OTAN hay expectativas de confrontación armada en el futuro cercano.

(LaIguana.TV)