Fue necesario conformar un frente amplio nacional e internacional para derrotar a un monstruo como Jair Bolsonaro, que ha sembrado el fascismo en lo profundo del pueblo brasileño”, dijo Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea

Uno de los temas abordados en este espacio de LaIguana.TV fue el resultado de la segunda vuelta presidencial brasileña. “Solo Lula y nadie más que Lula podía haber sacado a Bolsonaro del poder”, enfatizó el filósofo y comunicador político venezolano. 

Presentó el Iguanazo sobre este tema, que muestra a una pareja alegre, diciendo: “¡Ganó el pueblo, ganó Brasil!”, ante lo cual, el Tío Sam, con rostro de disgusto, comenta: “Entonces, yo perdí”. 

Pérez Pirela indicó que en muchos de los análisis se habla de Lula y del Partido de los Trabajadores, pero poco se dice acerca de las alianzas que tuvo que entablar con el centro y la centroderecha. “Es un Lula que ha tenido que pactar para poder expulsar del poder a Bolsonaro –subrayó-. Incluso O Globo, otros medios y una parte del empresariado pusieron su grano de arena para que Lula ganara. Y también surgió un frente amplio internacional porque ya Bolsonaro era impresentable por su política exterior. De inmediato reconocieron y felicitaron a Lula desde Joe Biden y Josep Borrell hasta Vladímir Putin, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro”. 

“Internamente, Bolsonaro era un monstruo muy difícil de vencer, porque instaló al fascismo en los tuétanos de Brasil. Además, venía de ganar en elecciones regionales y parlamentarias. Por eso, el período se ve difícil para Lula, para su gobernanza, porque todos esperan cambios comparables con los de sus primeros gobiernos, pero la situación geopolítica y económica no da para eso”, añadió Pérez Pirela. 

Final de fotografía 

El pasado 30 de octubre, Lula Silva consiguió un tercer mandato presidencial en lo que ha sido calificado por los conocedores como el evento electoral más importante de la historia de Brasil desde 1985, cuando cesó la dictadura militar.   

Lula se impuso con 50,9 % de los apoyos frente al candidato-presidente Jair Bolsonaro, que cosechó 49,10 %.  

“El resultado fue de fotografía, lo que es una evidencia de que fue difícil sacar a Bolsonaro”, insistió el moderador. 

El resultado cristalizó el escenario más radicalmente polarizado de la historia del país y de nuevo mostró que si bien las encuestas acertaron en cuanto a los respaldos a Lula, también dieron a Bolsonaro muchos menos votos de los 58,2 millones que consiguió.  

Como se recordará, el gobernante ultraderechista protagonizó una campaña electoral asentada en el miedo a la izquierda, el anticomunismo, las fake news, las amenazas y otras formas de violencia política, que ameritaron la intervención del Tribunal Superior Electoral, máxima instancia comicial del gigante suramericano.  

El triunfo de Lula ha sido catalogado como una resurrección política y como un milagro, pues además del adversario tuvo que hacer frente a la maquinaria del Estado, que en su mayoría fue puesta al servicio del mandatario ultraderechista. 

El titular de LaIguana.TV sobre este resultado fue: «Intentaron enterrarme vivo y aquí estoy. Tuve una resurrección política«: Lula 

El líder suramericano agradeció a todo el pueblo brasileño que acudió a las urnas a ejercer su derecho al voto y enfatizó que no se trata de una victoria individual, sino de todo un movimiento democrático que se formó por encima de los intereses personales y de las ideologías.

Aseguró que pese a los ataques que sufrió en los últimos años, ha renacido para continuar con la lucha por el desarrollo integral de su país, que hoy pasa «por una situación muy difícil«.

Además, destacó que estas elecciones pusieron frente a frente a dos proyectos opuestos de país, si bien matizó que gobernaría para todo el pueblo brasileño.  

Consciente de los desafíos que habrá de enfrentar en los próximos cuatro años, Da Silva subrayó que «su misión» es combatir las enormes desigualdades presentes en el país suramericano, donde se han acrecentado flagelos como el hambre, la miseria, la falta de acceso a la educación y la violencia armada.  

En relación con la política exterior que desarrollará su administración, el líder izquierdista adelantó que planea reposicionar a Brasil en la primera línea del orden internacional.   

Aseguró que el mundo sentía la ausencia del gigante suramericano en los foros de más alto nivel, en su rol como facilitador del desarrollo de países de menos ingresos y en la promoción de la integración de América Latina y el Caribe a través de mecanismos como la Unasur y la Celac.

“Ciertamente, Brasil había quedado borrado del escenario mundial por obra y gracia de Bolsonaro. Si este hombre hubiese sido reelecto, ese daño tal vez habría sido irreversible. Lula es nuestro Mandela, estuvo preso cuando era sindicalista, salió y llegó a la presidencia; lo volvieron a meter preso y él lo hizo de nuevo. Esto le da una legitimidad, autoridad y peso internacional muy propios. Va a ayudar mucho en los diálogos y negociaciones en un mundo muy convulsionado”, dijo Pérez Pirela. 

El regreso de Lula a la presidencia brasileña fue ampliamente celebrado en la región y más allá. Casi de inmediato, los presidentes de Venezuela, Colombia, Bolivia, Cuba, Chile, Ecuador, Argentina, México, Panamá, Honduras, Uruguay y Paraguay felicitaron al ganador a través de sus redes sociales.  

Además, líderes regionales como Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner, que tienen lazos de amistad con Da Silva, publicaron salutaciones para felicitarlo por su logro.

Al otro lado del Atlántico, Emmanuel Macron, el presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, el presidente de Rusia, Vladímir Putin y la cancillería china también expresaron comentarios positivos por el tercer mandato de Lula.   

Trascendió que el presidente electo sostuvo conversaciones telefónicas con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y con el de Estados Unidos, Joe Biden, además de recibir en persona al mandatario argentino, Alberto Fernández, con quien protagonizó un emotivo encuentro. 

“A Fernández lo vi un tanto arribista al presentarse en Brasil, como ganando indulgencia con escapulario ajeno, como queriendo sacar provecho de un momento en el que el protagonismo era de Lula”, opinó Pérez Pirela. 

Noticia global 

A no dudarlo, el histórico resultado encabezó prácticamente todos los titulares de la prensa internacional, que con matices, lo presentó como un hecho esencialmente positivo para Brasil y para América Latina en general.   

Diversos opinadores valoraron que Lula logró vencer al autoritarismo encarnado en Bolsonaro a partir de una alianza variopinta y destacaron que se erige de facto como el líder más importante de la izquierda en la región.  

Pese al evidente entusiasmo, hubo quien señaló que tendrá que, por delante arduos desafíos para deshacer la cuestionable herencia de su antecesor en diversas áreas, incluyendo la supeditación de su país a los intereses extranjeros.  

Las reacciones no se hicieron esperar tampoco en Washington. Contrario a su costumbre y a pesar de lo estrecho del resultado, Biden se sumó a la lista de los que congratularon casi de inmediato al vencedor y tanto él como su secretario de Estado, Antony Blinken, aludieron a la transparencia del proceso.  

LaIguana.TV reseñó que Biden felicitó a Lula por su victoria en las elecciones presidenciales en Brasil 

«Envío mis felicitaciones a Luis Inácio Lula da Silva en su elección para ser el próximo presidente de Brasil en estas elecciones libres, justas y fiables. Espero que trabajemos juntos para continuar la cooperación de los dos países en los próximos meses y años», reza el mensaje difundido por la Casa Blanca. 

Por su lado, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, escribió un mensaje en Twitter en el que se felicitaba al pueblo brasileño por «ejercer su derecho al voto y reafirmar la fortaleza de su democracia «al tiempo que indicó que esperaba continuar su «fuerte colaboración» para construir «un hemisferio democrático, próspero e igualitario».  

Acotó Pérez Pirela que, como siempre, Estados Unidos se presenta ante el mundo como la gran autoridad en materia electoral, dictaminando cuáles elecciones son limpias y cuáles no. 

La inusualmente pronta reacción de Washington parece haber servido como interludio de la nota discordante que habría de desarrollarse durante las siguientes 44 horas: el silencio de Bolsonaro y los numerosos cierres de vías y actos violentos que protagonizaron sus seguidores en todo el país, negados a aceptar la derrota.  

Tardía y ambigua declaración  

El todavía presidente esperó hasta la tarde este martes para pronunciarse sobre los resultados del domingo con un brevísimo discurso de menos de dos minutos, en el que nunca reconoció su derrota ni extendió felicitaciones a su contrincante. “Es un mal perdedor, quería hacer el mismo showsito de Donald Trump”, expresó. 

Además, calificó las protestas de «movimientos populares» derivados de la «frustración y sentimientos de injusticia» hacia la manera como se condujo el proceso electoral, aunque exhortó a sus partidarios a manifestarse pacíficamente.  

Tras la breve comparecencia, Ciro Nogueira, ministro de Casa Civil –equivalente a un jefe de Gabinete– anunció que dispondría la transición con el nuevo gobierno, en cooperación con el vicepresidente electo, Gerardo Alckim.  

De inmediato, el Tribunal Superior Electoral declaró que, con estos pronunciamientos, se asumía que Bolsonaro había reconocido su derrota y se daba por concluido el proceso comicial.  

Previamente, el órgano electoral había ordenado a la Policía Militar que despejara las vías obstruidas.  

Y aunque las trancas y protestas han ido menguando, en ciudades del sureste como Río de Janeiro, donde el bolsonarismo tiene una gran fuerza, miles de ciudadanos se volcaron a las calles este miércoles para exigirle al Ejército que perpetrara un golpe de Estado y denunciar un supuesto fraude electoral. 

En las redes sociales se viralizaron imágenes de personas en el estado de Santa Catarina entonando el himno nacional mientras hacían el saludo nazi frente a un puesto de comando militar.  

“El fascismo está envalentonado en América Latina también, al mejor estilo de Ucrania”, dijo el moderador. 

Esta acción en específico levantó una oleada de críticas, tras lo cual el Ministerio Público brasileño anunció que abriría una investigación sobre el hecho, aunque a juzgar por la cantidad de personas que participaron en lo que fue tachado como un acto fascista, no parece muy posible que impute a los responsables.  

Al filo de la noche del miércoles, Bolsonaro apareció en las redes sociales para pedir a sus seguidores que expresaran su disconformidad «dentro del juego democrático» y despejaran las carreteras. «Quiero hacerles un llamamiento: desbloqueen las carreteras. Eso no me parece que forme parte de manifestaciones legítimas (…). Otras manifestaciones que se están realizando por todo Brasil, en plazas… son parte del juego democrático. Siéntanse a gusto», dijo el gobernante.  

“Claro que eso es mentira, porque él mismo los mandó a protestar de esa forma, imitando a su admirado Trump”, dijo el presentador de Desde Donde Sea. 

Pese al enrarecido clima, es muy poco probable que los militares brasileños se sumen a la aventura golpista que le proponen las masas bolsonaristas del sureste brasileño, en buena medida porque el equipo de Bolsonaro ya inició la transición, aunque también por el espaldarazo internacional que recibió Lula apenas se anunció su triunfo.  

Un reto complicado 

Sin embargo, conviene no minimizar ni menospreciar la fuerza de la ultraderecha en Brasil, muy especialmente porque Da Silva ganó con una coalición que agrupa desde la centroderecha hasta la izquierda revolucionaria, es decir, de un bloque cohesionado por su oposición a Jair Bolsonaro antes que por otras afinidades. 

Si se hacen cuentas más allá de los porcentajes del domingo y se deja de lado la posición personal de Lula, históricamente ubicado en el ala izquierda de la socialdemocracia, es claro que la ultraderecha es una fuerza política con amplia penetración, oportunidades de crecimiento y gran presencia en casi todas las instancias de gobierno. 

Adicionalmente, el mapa sociopolítico de Brasil es cualitativamente diferente al que encontró en 2003, cuando el PT asumió por primera vez la presidencia. Ahora los ciudadanos son más conservadores y están más comprometidos con la agenda populista de derecha al estilo Donald Trump que con la democracia liberal y todavía menos con la izquierda.  

Bolsonaro y sus aliados perdieron la presidencia, pero tienen la mayor bancada en el Parlamento, tienen incidencia en el Poder Judicial y ganaron también la mayoría de las gobernaciones y alcaldías.  

En términos prácticos, esto significa que, para salir adelante, el gobierno de Lula requerirá de numerosas alianzas y concesiones, que en el peor caso se pueden traducir en el incumplimiento de sus promesas de campaña, particularmente las que tienen que ver con beneficios sociales.   

Otro tanto vale en relación con el papel del líder petista en la consolidación de un proyecto común a las izquierdas de la región y el fortalecimiento de la integración latinoamericana.  

Si bien es imposible negar que en este momento él representa una referencia para todos los gobiernos progresistas de América Latina, son inocultables las diferencias políticas y en enfoques de gestión entre los presidentes que reconocerían su liderazgo.  

Además, aunque casi todos esos gobiernos de tinte progresista tienen al menos seis meses de ejercicio, de momento no se ha priorizado la agenda regional, en buena medida por la atención que requieren sus problemas nacionales, pero también porque se está mirando más hacia afuera –Estados Unidos, la Unión Europea y China– que hacia adentro.  

Todo esto nos hace pensar que Lula, quien también tendrá que lidiar con las consecuencias de las gestiones de Michel Temer y Jair Bolsonaro, enfrentará dificultades para cohesionar perspectivas tan dispares y que es bastante posible que su mediación no baste para tejer redes duraderas.  

No obstante, aunque no pueda ser profeta en su tierra, paradójicamente sí podría alcanzar la meta de apuntalar el rol de Brasil en instancias como los BRICS o las Naciones Unidas, consiguiendo incluso un asiento para su país en la eventual ampliación del Consejo de Seguridad anunciada en el recién concluido período de sesiones de la Asamblea General.  

“Lula tiene delante de sí una grandísima responsabilidad con su país y con los pueblos del continente y del sur global”, remató Pérez Pirela. 

(LaIguana.TV)