Filosófica, de Manuel Barrios y Miguel Pérez Pirela, es un laboratorio de experimentación artística. Una obra que dialoga con el público y lo hace repensarse en qué dirección va y el lugar que ocupa en el mundo. Ambos autores presentan cada semana una canción del disco, y como sucede en cualquier obra, van mostrando una parte de sí. “La vejez”, séptimo tema del álbum es, a criterio de Barrios, un compendio de preguntas lanzadas por Pérez Pirela al saxofonista. Quizás un diálogo entre creadores. Tal vez una conversación entre la vida y la muerte. 

“Este tema es un poema muy breve que permite que la parte musical e instrumental se luzca. En ese poco tiempo dice lo que tiene que decir. Es completamente minimalista, y a la vez duro, porque es un espejo de lo inevitable: envejecer y morir”, explica el escritor venezolano.   

“¿Quién no va a tener miedo a la vejez en una sociedad donde el culto a la juventud y los cánones de belleza prácticamente deshumaniza al adulto mayor?”, pregunta Manuel Barrios. Entonces, el tema de ambos creadores llega como anillo al dedo porque si bien Pérez Pirela sabe que envejecer es una especie de cita ineludible, un “bochorno” del que solo puede liberarte la muerte, sobreentiende al pensamiento como un buen vino que con el tiempo debería de volverse mejor: “la vejez y el pensamiento; la vejez y la filosofía, van de la mano y eso da cierta esperanza”. 

Manuel define esta propuesta como “un acto deliberado de provocación”. Tengo muchas reflexiones con respecto a la vejez, agrega el saxofonista. Miguel escogió palabras profundas para hacerme preguntas que debía transformar en música. 

Barrios asumió el reto y concibió la estructura del tema en tres partes: una introducción que abraza al primer texto que escribió Miguel y da paso a un bolero. Luego hay una transición con otro fragmento breve de la letra hasta llegar a un último momento que es una balada tradicional con un solo de saxofón soprano.

“Mi abuela tuvo Alzheimer y viví todo ese proceso de deterioro de su memoria. Terrible. Por eso, después de la introducción al tema con el texto, tenía la responsabilidad de construir y trasmitir en esa segunda parte lo maravilloso que son los recuerdos. Después en la balada final, tuve que mostrar de alguna manera con la música el deterioro del ser y para lograr eso entra en el diálogo el saxo soprano”.

Aunque las líneas declamadas por Miguel son cortas, no hay una diferencia entre el papel que juega la música o la letra dentro de concepción de “La vejez”. “Es como si Miguel se parara en la punta de una montaña llena de nieve e impulsara una pequeña pelota hacia adelante que se convierte en toda una avalancha de sensaciones y de imágenes que para mí tuvieron mucho significado y reflexión en la construcción de esta canción”. 

En este sentido, Manuel Barrios defiende la tesis de que cada tema es un universo propio. Entonces, llega el reto de cómo organizar ese universo para mostrar a Filosófica como un todo y proponer al oyente una estructura con sentido a la hora de escuchar el disco. “Nunca planificamos los tópicos de los temas que hicimos cada día, simplemente surgieron. Luego de terminar los diez, junto a Daniel Yegres, un maravilloso productor y director de cine, decidimos el orden en que lanzaríamos cada canción del fonograma”.

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Filosófica se concibió y realizó en diez días en una especie de retiro creativo en la isla Margarita. “El propósito nunca fue producir algo en tiempo récord, sino que tuvimos la fortuna de reunirnos, casi como unos monjes en un castillito, en un sitio paradisíaco, sin las presiones que tenemos normalmente cuando hacemos un disco en la ciudad”, explica el saxofonista. 

En este álbum, como ocurre en el jazz, la metodología para concebir la obra se convierte en un acto poético que capta el proceso creativo. “Las improvisaciones no son el centro de la obra, sino que el viaje es mucho más complejo. La manera que usamos fue única, todavía no sé si la mejor, pero ciertamente es una fotografía de nuestras capacidades y me gusta esa instantánea”. 

Por su parte, Pérez Pirela asegura que la manera en que se creó Filosófica beneficia completamente el resultado final. “Hacerlo en ese tiempo fue una finalidad. Los diez días hacen parte del álbum y de la creación misma, y eso lo beneficia porque crea una amalgama fuerte entre tema y tema; como una fotografía que capta el momento exacto. Fue un reto grande, extenuante desde el punto de vista humano. Esos diez días fue una imposición que nos autoinfligimos como parte de este laboratorio que es Filosófica”.

(Thalía Fuentes Puebla, La Habana / LaIguana.TV)